Sobre la violencia contra las mujeres en la UNAM

Vianney Ramírez y Cinthia Leocadio 

Estudiantes de Psicología y Ciencias de la UNAM 

Sin lugar a dudas, la situación de la violencia en el país es cada día un problema sumamente alarmante, pues se ha llegado al punto de normalizar en nuestra sociedad y en nuestro día a día, sus diferentes manifestaciones tanto físicas como psicológicas y hasta simbólicas, tanto de quienes las practican como de quienes las reciben.

Al respecto, hay que señalar que este tipo de conductas se dan porque vivimos bajo un sistema con condiciones sociales de vida que se rigen por el control, el despojo  y la dominación en donde influyen cuestiones económicas, políticas y hasta culturales. Esta opresión es doble en el caso de las mujeres, derivado de que a los hombres se les ha presentado una posición privilegiada en esta sociedad, la cual es extremadamente machista, misógina y patriarcal.

Estas conductas refuerzan la idea de que en todo momento exista alguien que domine y alguien al que hay que dominar y en donde la mayoría de las veces se utiliza la violencia como medio de sometimiento; situación que no hace falta analizar a profundidad para saber que se hace presente en los diferentes contextos de nuestra vida, en la casa, en los espacios de trabajo, espacios de recreación y hasta en los espacios educativos, estos últimos reflejando la gravedad de la situación de la violencia contra las mujeres que se vive en México.

Como ya se dijo antes, esta problemática no respeta ni círculos sociales ni espacios de desarrollo social, al respecto y a pesar de los intentos por mostrar a los centros educativos de diferentes universidades, principalmente la UNAM, como un lugar seguro en donde tanto hombres como mujeres deberíamos sentirse seguras y seguros, la realidad es completamente otra, pues esta problemática se manifiesta de manera latente, resultando ser un foco rojo para la comunidad estudiantil.

Sobre ello, debemos considerar la percepción que se tiene sobre estas instancias educativas, pues en general se cree que representan espacios privilegiados donde se produce y difunde el conocimiento y a los cuales, lamentablemente en nuestro país, solo algunas y algunos tienen acceso. Sin embargo, en sus aulas se presentan los principales problemas sociales y se exponen las desigualdades que caracterizan la vida académica de los estudiantes.

Son estas mismas instituciones las que se encuentran disociadas del debate nacional sobre dicho problema, lo que hace pensar en general que el tema de la violencia social, de los asesinatos, las desapariciones, de las violaciones a los derechos humanos son asuntos externos a las universidades 1.

Esto debe ser algo rotundamente reprobable, no sólo de quienes conforman las diferentes comunidades estudiantiles de dichas instituciones incluyendo autoridades, trabajadoras y trabajadores, sino de la propia sociedad en general, sin embargo, no solo las autoridades han sido indiferentes, también el estudiantado se ha visto demasiado pasivo en los últimos años, salvo algunos grupos, sobre todo de estudiantes mujeres que se han atrevido a alzar la voz y exigir algo con lo que deberían contar como derecho.

Mientras que las manifestaciones de violencia son cada vez más atroces y suceden todos los días, las autoridades correspondientes no dan respuesta ni trabajan en el esclarecimiento de los hechos, además de que no hay una propuesta de alternativas y medidas de seguridad que en verdad aseguren el bienestar de la comunidad universitaria (trabajadores, estudiantes y maestros).

Las omisiones y la inseguridad fuera y dentro de los centros de estudios, el deslinde de responsabilidad por parte de las autoridades y la falta de exigencia por parte de la comunidades universitarias han hecho que esta problemática vaya en aumento. En el caso de la Universidad Nacional Autónoma de México este tipo de manifestaciones se vuelven cada vez más recurrentes y están llegando a normalizarse; solo como un ejemplo de tantos, La Crítica se ha encargado de realizar un recuento de las  muertes de mujeres, muchos de esos casos feminicidios, que pertenecían a la comunidad estudiantil de esta institución.

26 de abril de 2002: Areli Osorno Martínez |Areli tenía 27 años cuando fue asesinada en los laboratorios de la Facultad de Ingeniería por Carlos Samuel García de 29 años, con quien compartía clases en dicha institución, su cuerpo fue encontrado en las instalaciones del museo de las ciencias Universum en Ciudad Universitaria, donde estaba oculto bajo bolsas negras y costales.

06 de mayo de 2002: Cristel Estibalí Alvarez García|Cristel tenía 21 años y era estudiante de la carrera de Física en la Facultad de Ciencias. Fue asesinada de tres disparos con un arma calibre 38, en las inmediaciones de la facultad por José Manuel González Gómez de 42 años, con quien se cree sostenía una relación sentimental. Días  después y tras una orden de cateo, se encontró el cuerpo sin vida de José Manuel González, que murió después de dispararse a sí mismo en el pecho. A un lado del cuerpo fue localizada una nota, presuntamente escrita por él, en la que declaraba que mató a Cristel por celos de que estuviera con otros hombres.

11 de junio de 2012: Karen Joanna Sánchez| Era estudiante de la carrera de Comunicación en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM con 20 años de edad. Fue asesinada por Mario Gabriel Enríquez Pérez, amigo suyo de años atrás, quien la llevó a un hotel de la Colonia Obrero popular en la delegación Azcapotzalco, donde fue encontrada con signos de ahorcamiento y violencia sexual. El asesino confeso fue sentenciado a 35 años de cárcel por el delito de homicidio.

7 de diciembre de 2014: Anayeli Bautista Tecpa| Anayeli era una estudiante destacada de la Facultad de Química de la UNAM, de 23 años, fue secuestrada el 7 de diciembre y su cuerpo localizado tres días después con un tiro en la cabeza en la avenida México-Ajusco, en la zona boscosa de la delegación Tlalpan, a pesar de que sus captores mantenían comunicación con la familia para solicitar un rescate.

3 de mayo de 2017: Lesvy Berlín Osorio| Lesvy tenía 22 años y asistió a clases un tiempo en el CCH Sur. Fue asesinada por su novio, Jorge Luis González, de 29 años, quien la asfixió con el cable de una cabina telefónica en las instalaciones de Ciudad Universitaria y abandonó el cuerpo en el lugar. Grabaciones proporcionadas por la Universidad muestran que momentos antes del asesinato de Lesvy, Jorge Luis forcejeó con ella y la golpeó con una cadena en el rostro.

15 de marzo de 2018: Graciela y Sol Cifuentes | Madre e hija, catedrática de la Facultad de Arquitectura de la UNAM y estudiante de la misma facultad, respectivamente. Fueron halladas sin vida al interior de su domicilio ubicado en Santa Rosa Xochiac en la delegación Álvaro Obregón. Los cuerpos fueron encontrados con signos de tortura y violencia sexual, además de que fueron calcinados por el agresor que incendió la casa con la intención de eliminar las evidencias.

20 de agosto de 2018 (fecha de secuestro): Miranda Mendoza Flores | Miranda tenía 18 años y estudiaba en el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) plantel Oriente. Fue secuestrada –se cree que durante el trayecto del colegio a su casa-. El cuerpo de la joven fue hallado en carriles laterales de la autopista México – Cuautla a la altura del Municipio de Cocotitlán, en el Estado de México, en un estado de calcinación que impedía su identificación inmediata, pero que fue corroborada con pruebas de ADN.

26 de marzo de 2019: Jenifer Sánchez Domínguez |Estudiante del Colegio de Ciencias y Humanidades plantel Oriente, de 16 años de edad. Jenifer fue vista con vida por última vez el 20 de marzo en la colonia Tepalcates, delegación Iztapalapa. Fue encontrada sin vida el 26 de marzo en un lugar llamado Pozo la Longaniza en el municipio de Chicoloapan, Estado de México.

29 de abril de 2019: Aideé Mendoza |Alumna de sexto semestre del Colegio de Ciencias y Humanidades plantel Oriente, recibió en impacto de un proyectil de bajo calibre en el costado derecho, cuando aún permanecía en uno de los salones del edificio P de la institución. Al respecto han existido múltiples declaraciones, tanto de la universidad como de las autoridades sobre  la procedencia del proyectil. No hay responsables identificados.

Respuestas Omisas de las autoridades de la UNAM 

Sobre todos estos casos, y los que faltan, la Universidad ha tratado de dar respuesta y ha implementado medidas que aparentemente representan la salida a este tipo de manifestaciones, abarcando desde situaciones de acoso sexual, hasta analizar con qué medidas se puede proceder ante la presencia de un feminicidio cometido dentro de la propia institución; todo esto por medio de un protocolo denominado Protocolo para la Atención de casos de Violencia de Género, con el cual la Universidad trata de cubrir su responsabilidad al respecto de estos casos. Cabe señalar que dicho documento no es congruente con la Ley Orgánica de la UNAM, que es el documento que rige a esta Universidad..

Pues bien, hablemos del trabajo que ha producido este protocolo y reflexionemos un poco a partir del reportaje de Esperanza Barajas, acerca de si realmente esta es la solución que como mujeres universitarias esperamos y si nos hace sentir realmente seguras ante la presencia de algún tipo de violencia contra nosotras.

Protocolos de atención a casos de violencia insuficientes

Inicialmente debemos saber que fue en el 2016 que la casa de estudios creó un Protocolo para la Atención de Casos de Violencia de Género tras unirse a la campaña de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) Mujeres “HeForShe”; esta organización había recomendado antes de este programa que la UNAM debía tener un protocolo con perspectiva de género, si bien no lo hizo hasta que esta organización le dio los fondos para su realización.

Al respecto, la UNAM ha recibido más de 300 quejas por violencia de género hasta el 28 de febrero de 2018, desde entonces y después de un año para nadie es un secreto que esta cantidad aumenta día con día hasta la fecha ante nuevos casos en diversos planteles de la institución. Eso sin tomar en cuenta las quejas que no cubren los requisitos, que por cierto son burocráticos e incluso fuera de la ley, no permitiendo que dichas quejas se hagan hasta un año después de lo ocurrido. Destacando también que quienes llevaban los casos inicialmente no eran abogados o abogadas con perspectiva de género.

En 2017 autoridades máximas de la Universidad presentaron un informe anual (de agosto de 2016 a junio de 2017) de resultados del Protocolo para casos de violencia de género. Este informe dice que el 80.8% de las quejas las hicieron alumnas, el 9% personal administrativo y el resto se trataba de personas externas; cuando las mujeres señalaban a los agresores, se indicó que más de una tercera parte es personal que trabaja en la Universidad y que dentro de todas las denuncias que se realizaron, más de la mitad indicó que sufrió violencia sexual, desde abusos, acoso y hostigamiento.

En un reporte que se presentó ante el Consejo Universitario en su segunda sesión del año pasado, se dio a conocer que entre el 29 de agosto de 2016, cuando se echó a andar el Protocolo para la Atención de Casos de Violencia de Género en la UNAM, y el 28 de febrero de 2018, se presentaron 372 quejas por posibles hechos de violencia de género correspondientes a 346 agresores.

Ahora  bien, esta propuesta absolutamente institucional y paliativa, sin duda representa una clara muestra de que la UNAM como supuesta institución responsable y cercana a las necesidades de su estudiantado, se está encargando de atajar un tema que indudablemente coloca a la institución en el ojo del huracán, sin embargo, hay bastante que trabajarle, empezando por escuchar la opinión de quienes ponen en práctica dicho protocolo,  así como mujeres universitarias que tenemos muchas observaciones, que si se tomaran en cuenta,  contribuirían a mejorarlo.

Sobre ello y ante todas estas agresiones contra estudiantes, cada vez es más común ver a alumnas de diversas facultades y escuelas de nivel medio superior de esta institución que se organizan, tomado los planteles y protestado contra las autoridades universitarias por medio de tendederos que exponen a la gran cantidad de acosadores que existen dentro de cada Facultad, Preparatoria o Colegio de Ciencias y Humanidades, exponiendo información por medio de carteles donde se habla del nivel de violencia a la que estamos sujetas, desarrollando jornadas de trabajo y reflexión donde se fomenten espacios para que seamos nosotras las que hablemos sobre el qué hacer contra esta violencia.

Todo lo anterior se hace recalcando que la violencia contra nosotras nos alcanza incluso en los espacios que se suponen son seguros y no encontramos respaldo de quienes podrían hacer algo, y entonces, por lo que concierne a dicho protocolo, es importante dejar claro que ninguna propuesta de este tipo, por sí misma resolverá la normalización de la violencia machista que predomina en el país y en el ámbito educativo.

Pero si las normas tienen fallas, deben reformarse y sólo de la movilización y organización de las mujeres vendrán estos cambios y no de las autoridades, quienes no han parado de demostrar que lo único que les interesa es bajarle el costo político a los casos de violencia contra las mujeres y violencia en general en la UNAM.

 

 

Es por eso que en el marco de la movilización estudiantil que se tuvo en septiembre del año pasado donde se exigía un alto a la ola de violencia que se suscita dentro de la Universidad y el aumento de mujeres desaparecidas, muchas de ellas estudiantes;  las mujeres retomamos el tema de este protocolo de atención y por medios de marchas, movilizaciones y asambleas interuniversitarias, dentro de los múltiples temas a tratar, llevamos a debate dicho documento y se plantearon propuestas para este cambio.

En abril se presentó una nueva versión del protocolo de atención a casos de violencia en la UNAM

De esta forma, se presentó una segunda versión de este protocolo en abril de este año, y aunque aún hay que ver y reflexionar si los cambios plasmados en este segundo documento cubren los huecos que se tenía en el anterior en relación a las medidas de atención ante algún caso de violencia en contra de cualquier mujer; debemos tener siempre presente que no va a ser la única salida a la necesidad de sentirnos a salvo y que la lucha por la exigencia y el cumplimiento de mantener medidas que nos hagan sentir seguras, se hace y se va a seguir haciendo hacia quienes deban cumplir con dicha demanda.

Finalmente, debemos resaltar la gran labor de las diferentes organizaciones y colectivos de mujeres que se han formado en los últimos años, así como de los que, como nosotras llevamos trabajando varios años más, para que la violencia contra las mujeres en las instituciones educativas no sea nunca una “situación normal”. El movimiento de mujeres tiene su base en estas mujeres fuertes, estas mujeres conscientes, que día a día salimos no solo ha enfrentarnos con los problemas cotidianos si no también contra ese profesor acosador, contra esos compañeros misóginos y exigir  desde la organización y movilización como estudiantes dentro y fuera de los centros educativos, mejores condiciones para las mujeres, respuestas a las autoridades, respuestas reales y no soluciones que no se encuentran en un protocolo institucional.

Por eso llamamos a las estudiantes de la UNAM y  de todas las universidades  de la ciudad de México y del país a que sigamos alzando la voz y que nos organicemos para cuidarnos entre nosotras pero también para exigir a las autoridades de las universidades, a las locales y federales, que atiendan de manera eficaz y poniendo por delante transformar y atender la situación de violencia brutal que vivimos las mujeres a diario en nuestro país.  Así como a que se impulse a todos los niveles un cambio de los paradigmas culturales y sociales que fortalecen y reproducen la misoginia y preceptos patriarcales. No sólo se trata de atender, brindar justicia y reparo a los casos de violencia, si no también de prevenir este tipo de situaciones y de transformar esta sociedad misógina, machista y patriarcal.

¡Alto a la violencia contra las mujeres en las Universidades y en todos los espacios en donde nos desarrollamos!

¡Nos queremos vivas, libres y sin miedo!

 

 

 

  1. Estudios sobre la violencia de género en la Universidad, 2017
  2. La Crítica. Feminicidios en la comunidad universitaria: Antología de la indiferencia institucional. http://www.la-critica.org/feminicidios-en-la-comunidad-universitaria-antologia-de-la-indiferencia-institucional/?fbclid=IwAR0_2OhnBtZDJxu2dJcZ97XXteI8jyHrcdaae5tjFT3ohKyR2tkmpxpO-U0
  3. El Heraldo de México. La violencia contra las mujeres en la UNAM  https://heraldodemexico.com.mx/opinion/la-violencia-a-las-mujeres-en-la-unam/

 

 


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