Grupo de Acción Revolucionaria
Al terminar estas líneas, en México han transcurrido 30 días desde el inicio de las medidas de mitigación comunitaria de la enfermedad producida por el SARS CoV2, mejor conocido como Covid-19-Coronavirus; y que comenzaron con disposiciones como la suspensión de clases escolares a todos los niveles en todo el territorio nacional, la cancelación de eventos públicos masivos y mecanismos de sana distancia.
Estas medidas comenzaron a ser más drásticas a partir del 30 de marzo cuando se declaró “Emergencia sanitaria por causa de fuerza mayor a la epidemia generada por el COVID-19”, por el Consejo de Salubridad General, con lo que se procedió a suspender actividades no esenciales y a impulsar con más fuerza el trabajo en casa. Esta declaración de emergencia marcada en la Ley Federal de Trabajo, también implica que las empresas proporcionen al menos un mes de goce de sueldo a sus trabajadores.
El jueves 16 de abril el subsecretario de salud, Hugo López Gattel, anunció que la medidas de sano distanciamiento se extenderán hasta el 30 de mayo en los lugares donde hasta el momento hay un alto número de contagios, mientras que en los municipios en donde existan bajos niveles de contagio la jornada de sana distancia se extenderá hasta el 17 de mayo.
A la par se tomarán medidas sanitarias regionalizadas y se limitará el traslado al interior del territorio para evitar el aumento acelerado de los casos. Y se prevé un regreso escalonado a las labores, mientras que el cuidado de personas mayores, embarazadas o personas en situación de riesgo permanecerá incluso hasta después del 30 de mayo.
Es decir son al menos 40 días más en donde las medidas de confinamiento y reducción de las actividades no esenciales, seguirán golpeando con más fuerza al conjunto de la clase trabajadora.
Las medidas de contingencia han golpeado con gran fuerza a la clase trabajadora
Si bien estas disposiciones han apoyado a que el número de casos acumulados hasta el momento no sea tan grande e incontrolable, las medidas de “sano distanciamiento” son una realidad insuficiente para el conjunto de la población. Alrededor de 50 millones de personas en nuestro país viven al día o laboran en el sector informal, por lo que no cuentan con un contrato, estabilidad salarial y laboral; y mucho menos con una capacidad de ahorro que les permita no trabajar y permanecer en casa.
Esta situación es producto de décadas de neoliberalismo que en nuestro país se mantuvo a sangre y fuego, construyendo el andamiaje que favoreció a las patrones contra los derechos laborales y sociales. Al amparo de los partidos del régimen de PAN, PRI y PRD, y de ex presidentes como Felipe Calderón y Peña Nieto, hubo un retroceso histórico en los derechos de la clase trabajadora de más de cien años.
A un mes de las medidas de distanciamiento físico y cuidados básicos, son evidentes los fuertes estragos económicos y sociales para el conjunto de la clase trabajadora tanto formales como informales. De conjunto, el sector turismo, el comercio de bienes no esenciales, el de servicios, están gravemente afectados. Incluso hay una afectación severa para los que dependen de las remesas del extranjero, principalmente de Estados Unidos.
Frente a este desastre para la clase trabajadora y el conjunto de explotados y oprimidos, no hay que perder de vista que los representantes de las grandes empresas privadas, han salido a decir “que sus ganancias valen más que nuestras vidas” y que es necesario no parar la economía en su totalidad y reconsiderar actividades que se han catalogado como no esenciales, “porque se pone en riesgo la estabilidad laboral de millones de trabajadores en México”. Cuando en realidad están diciendo, en todo el mundo, que no quieren ver afectadas sus ganancias a costa de nuestras vidas.
La lucha política de la derecha, los empresarios y el Plan de Rescate Económico de Obrador
Andrés Manuel López Obrador anunció un plan de rescate económico de México, en el que se exponen diversas medidas de ahorro en el marco de la ya conocida y vilipendiada “Austeridad Republicana”; así como apoyos sociales para personas mayores, estudiantes de bajos recursos y discapacitados, y que también incluye apoyos para pequeñas empresas formales, informales y negocios familiares.
Hay elementos interesantes en este plan en comparación a otros gobiernos que ha padecido México, por ejemplo, bajar el salario a los altos funcionarios públicos, no a la contratación de más deuda para el rescate de las empresas privadas, ni condonación de impuestos y pago total de impuestos. Sin embargo este sigue siendo un plan limitado porque no ataca los elementos sustanciales que hacen de México una economía política tributaria y dependiente como la cancelación del pago de la deuda externa y la utilización de ese dinero para hacerle frente a la crisis.
Tras el anuncio de la extensión de la jornada de sana distancia, las empresas privadas han comenzado a presionar al gobierno de AMLO para que actividades consideradas como no esenciales, sean “reconsideradas”; en particular, se refieren a la presión que se ha ejercido por el Consejo Coordinador Empresarial a favor de las empresas cerveceras y la industria automotriz, así como las múltiples empresas de grandes grupos de la burguesía nacional y extranjera, como el Grupo Salinas, de Ricardo Salinas Pliego.
Estos grupos empresariales se han declarado en rebelión, negándose a cerrar sus tiendas bajo el pretexto de que prestan “servicios esenciales”; reclamos que han sido abrazados por lo más ruin de la derecha mezquina y proimperialista agrupada en partidos patronales como el PAN, México Libre y por sectores de derecha fascista que lucen desesperados, por la defensa de las ganancias que se están viendo limitadas, producto de las medidas de sana distanciamiento cuyo objetivo es evitar el colapso del Sistema Nacional de Salud.
Es en estos momentos cuando los sectores empresariales sacan a relucir cuales son sus verdaderos intereses. El lunes 20 de abril el CCE propuso el mecanismo del “salario solidario” en el que plantea que el gobierno apoye el pago del salario por dos vías:
1) contratación de más deuda con el FMI para que el gobierno cubra parte de los salarios de las empresas que se han obligado a parar sus producción, por no ser consideradas actividades esenciales, y;
2) que se cancelen los proyectos prioritarios del gobierno como el proyecto de la construcción de la refinería de Dos Bocas y se reasigne el presupuesto para apoyar a las empresas privadas para el pago de salarios; de otra manera, afirman los hombres y mujeres más ricos de México, no podrán pagar los salarios de los trabajadores y afectarían a 20 millones de trabajadores.
Esto es escandaloso. El Consejo Coordinador Empresarial está exigiendo su rescate por este gobierno sí o sí; chantajeando con despedir trabajadores, para no arriesgar ni un sólo centavo de las amplias ganancias que han conseguido gracias a la explotación de esa clase trabajadora. El CCE sin ningún tapujo, pone nuevamente de manifiesto su interés por preservar sus ganancias a costa de nuestras vidas.
¿Frente a este panorama qué respuesta debe de tener la clase trabajadora?
Frente a la extensión de las medidas de contención comunitaria para hacerle frente al Covid-19 en México y la activación de la Fase 3, las y los trabajadores debemos exigir al gobierno, en todos sus niveles, salvaguardar la vida y salud de la población. Nada es más importante que nuestras vidas y por tanto hay que cerrar las pretensiones de los capitalistas por mantener sus ganancias a costa de nuestras vidas. A la inmensa mayoría de la población nos pagan con salarios miserables, ocupados en trabajos precarios, sin seguridad social ni derechos fundamentales; y frente a ello, nos exigen permanecer en los puestos de trabajo.
Para que las medidas de contención comunitaria estén al alcance de la mayoría de la población, es necesario que el gobierno de AMLO deba garantizar que las y los trabajadores reciban su correspondiente salario, durante todo el tiempo que dure la contingencia, así como garantizar que no habrá despidos de las grandes empresas. Esto es un peine de oro para los grandes capitalistas que han hecho sus grandes capitales a causa de nuestra explotación y que hoy reclaman apoyos como si fueran micros, pequeñas y medianas empresas.
Exigimos al gobierno de AMLO aumentar y acelerar la entrega de apoyos a la población sin salario estable, que laboran en el sector informal y que pertenecen a sectores vulnerables; para que esta situación sea viable es necesario que el gobierno deje de pagar la deuda externa y utilice esos recursos para enfrentar la crisis, aumentar el presupuesto a la salud y apoyo a la población de escasos recursos. Asimismo, deberá de exigir el pago de impuestos totales a los grandes capitales, correspondientes a la cuenta corriente y quienes en una gran mayoría se encontraban bajo esquemas irregulares de condonación o de tributación en otros países.
Desde el Grupo de Acción Revolucionaria hemos impulsamos un programa de 19 puntos iniciales para hacerle frente a esta crisis bajo la consigna “Nuestras vidas son más importantes que sus ganancias”, el cual puedes consultar en el siguiente enlace: 19 puntos para hacerle frente a la pandemia
Una lección y perspectiva en el corto plazo, es recuperar la lucha por mejores condiciones de trabajo para todas y todos; por la recuperación del sistema nacional de salud pública; por el fin de la violencia contra las mujeres; por una lucha sostenida contra de la desigualdad social y económica y normalizada en nuestro país.
Es un imperativo ético y político impulsar un plan de rescate económico que pongan en el centro a la clase trabajadora de México; que en el corto, mediano y largo plazo impulse acciones sociales, políticas y económicas que transformen nuestra realidad hacia condiciones más justas de vida y de trabajo.
En esta perspectiva es importante que exijamos una reasignación del gasto público hacia sectores claves como la educación, la ciencia y la tecnología, para que en México se produzca tecnología con capacidades nacionales, lo que permitiría la ruptura con la dependencia económica de Washington y el desarrollo del mercado interno. Es urgente el impulso y la transformación de la industria nacional que impulse el crecimiento interno y la generación de nuevos empleos; rompiendo de una vez por todas con la dependencia hacia la exportación de petróleo, el turismo, la maquila y las remesas de los migrantes. La perspectiva es la ruptura del modelo colonial de dependencia al que México está sujeto en el terreno económico, político y hasta cultural.
Finalmente, proponemos al conjunto de la clase trabajadora del país, un proceso de organización sostenido en barrios, colonias y centros de trabajo, que nos permita tomar este tiempo de cuarentena y preparar la resistencia frente al periodo post cuarentena, para recuperar fuentes de empleo, ocupar empresas y reactivar medidas económicas, que nos permitan acciones decisivas frente a las acciones de muerte del gran capital.
¡Primero nuestras vidas antes que sus ganancias!
¡Que la crisis la paguen los capitalistas!
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