La pausa de Engels y la situación de la clase obrera en Inglaterra

Michael Roberts[1]

El 15 de marzo de 1845, Friedrich Engels publicó su obra maestra del análisis social, La situación de la clase obrera en Inglaterra. Este año se celebra el 200 aniversario del natalicio de Engels. A continuación se muestra un breve (aproximado) extracto del próximo libro de Michael Roberts sobre la contribución que hizo Engels a la economía política marxista.

Engels tenía apenas 24 años cuando escribió la condición de la clase trabajadora. Ya había desarrollado ideas de izquierda cuando fue enviado a Inglaterra a finales de 1842 para trabajar en la empresa familiar de Ermen y Engels, quienes eran fabricantes de hilo de coser en Manchester. Engels llegó a Inglaterra solo unas semanas después de la huelga general cartista de 1842, que a pesar de su eventual fracaso, había demostrado el poder potencial de los trabajadores. El corazón de la huelga se encontraba en Manchester y en las áreas circundantes de Lancashire y Cheshire, las áreas de producción textil. Inglaterra era, por mucho, la economía industrial más avanzada del mundo, habiendo sido el escenario de la Revolución Industrial. Ya era líder mundial en la producción de algodón, carbón y hierro. Su clase trabajadora era también la más avanzada del mundo, organizada por medio del movimiento cartista.

Engels estaba horrorizado por la pobreza y la miseria que vio en Manchester. La ciudad había crecido en torno a la industria del algodón y era una masa de tugurios inmundos. La mortalidad infantil, las epidemias y el hacinamiento eran considerados hechos normales de la vida. Hasta una cuarta parte de la población de la ciudad eran inmigrantes irlandeses que estaban allí por condiciones aún peores en su propio país. La pobreza había existido ya desde hace tiempo en las ciudades antiguas y las zonas rurales, igual que en Alemania, pero el crecimiento de las grandes ciudades exacerbó y acentuó estas condiciones en estos nuevos centros urbanos.

La nueva clase trabajadora pronto abarcó la mayor parte del grueso de la población, ya que los métodos capitalistas de fabricación destruyeron a muchas de las antiguas clases artesanales y clases medias, convirtiendo a la mayor parte de ellos o de sus hijos en trabajadores. Las necesidades de la industria manufacturera llevaron a la construcción de fábricas y a una rápida urbanización; las zonas industriales se desarrollaron hasta formar las grandes ciudades que Engels observó cuando visitó Inglaterra por primera vez.

Por las noches y los fines de semana, cuando no trabajaba para la empresa de su padre, Engels iba con su nueva novia obrera, Mary Burns, a varios distritos de la clase trabajadora. En el libro que escribió, describe con gran detalle la condición de vida en estas ciudades, utilizando una variedad de reportajes de la prensa contemporánea, investigaciones oficiales e incluso diagramas de las casas adosadas que formaron los primeros barrios marginales de Manchester. Engels resumió la situación de los más pobres de la siguiente forma: “en 1842, Inglaterra y Gales contaban con 1.430.000 indigentes, de los cuales 222.000 estaban encarcelados en workhouses[2] – las Bastillas de la Poor Law[3], como los llama la gente común. – ¡Gracias a la humanidad de los Whigs! Escocia no tiene una ley para los pobres, sino gente pobre en abundancia. Irlanda, por cierto, puede presumir de la gigantesca cantidad de 2.300.000 indigentes”.

Pero el libro de Engels es mucho más que un reportaje de las terribles condiciones en las que vivían los trabajadores. Entretejido hay un análisis económico del capitalismo que más tarde desarrollaron Marx y Engels, que incluso en esta etapa fue central para el análisis del libro. Engels comienza observando cómo la Revolución Industrial transformó las viejas formas de trabajar hasta tal punto que creó toda una clase de trabajadores asalariados, el proletariado. La introducción de maquinaria en la producción de textiles, carbón y hierro convirtió a la economía británica en la más dinámica del mundo, creando una gran infraestructura cuyo fin era comunicar a las distintas localidades del país – por medio de puentes de hierro, ferrocarriles, canales – que a su vez condujeron a un mayor desarrollo industrial.

Engels describe la naturaleza misma del sistema capitalista. La competencia entre capitalistas los lleva a pagar a sus trabajadores lo menos posible, mientras tratan de extraer más y más trabajo de ellos: “Si un fabricante puede obligar a nueve trabajadores a trabajar una hora extra diaria por el mismo salario, amenazándolos con despedirlos durante una época en donde la demanda por mano de obra no es muy alta, el fabricante llega a despedir al décimo trabajador con lo que se ahorra cierta cantidad de salario. Esto conduce a su vez a una competencia entre los trabajadores por los puestos de trabajo y a la creación de un grupo de desempleados que pueden ser incorporados a la fuerza laboral cuando el negocio está en auge y despedirlos nuevamente cuando está estancado”. La existencia de este ejército de reserva de trabajadores desempleados y sin habilidades, especialmente entre los inmigrantes irlandeses en las ciudades de la década de 1840, mantiene bajo el nivel de los salarios y las condiciones para todos los trabajadores.

Engels desarrolló una teoría de los salarios en donde explicaba que la competencia dentro de la misma clase trabajadores era “el arma más afilada contra el proletariado en manos de la burguesía”, lo que explica “el esfuerzo de los trabajadores por anular esta competencia a través de la formación de asociaciones”. Ante la ausencia de un contrapeso sindical, la ventaja es para la clase empleadora, que “ha ganado el monopolio sobre todos los medios de existencia” y “cuyo monopolio está protegido por el poder del Estado”. Desde entonces, numerosos estudios han confirmado que la sindicalización ayuda a mantener los niveles salariales reales y la proporción que le corresponde a la mano de obra en la producción.

Y antes que Marx, Engels comenzó a explicar cómo se explotaba a los trabajadores a pesar de recibir un “salario justo por una jornada justa”. Engels: “La burguesía “ofrece [al proletario] los medios para vivir, pero sólo por un ‘equivalente’, de su trabajo”, e “incluso le deja tener la apariencia de actuar por libre elección, de hacer un contrato con libertad, consentimiento irrestricto, como agente responsable que ha alcanzado la mayoría de edad”, aunque es “de forma legal y en los hechos, esclavo de la burguesía”. Así, “el trabajador de hoy parece ser libre porque no se vende de una vez para siempre, sino a porciones por día, por semana, por año; y porque ningún dueño lo vende a otro, sino que se ve obligado en cambio a venderse de esta forma, no siendo esclavo de ninguna persona en particular, sino de toda la clase propietaria”. Más tarde, Marx desarrollaría plenamente esta noción en la categoría de “fuerza de trabajo” como objeto de compra por parte de los empleadores.

Otro concepto brillante desarrollado por Engels fue el de anticipar la ley general de acumulación de Marx y su naturaleza dual. Por un lado, la introducción de nueva maquinaria o tecnología provoca la pérdida de empleos para aquellos trabajadores que utilizan tecnología obsoleta. Por el otro lado, las nuevas industrias y técnicas pueden crear nuevos empleos. Una vez más, este debate sobre el impacto de la tecnología en los empleos sigue vigente con la llegada de los robots y la inteligencia artificial.

Engels describe el hilado y tejido doméstico en condiciones de un “aumento constante en la demanda del mercado interno al mismo ritmo que el lento aumento de la población”. La “victoria del trabajo mecánico sobre el trabajo manual”, que refleja la ventaja competitiva de las nuevas tecnologías, supuso “una rápida caída en el precio de todos los productos manufacturados, la prosperidad del comercio y la manufactura, la conquista de casi todos los mercados extranjeros sin protección, la multiplicación repentina del capital y la riqueza nacional”; y también “una multiplicación aún más rápida del proletariado” y “la destrucción de toda propiedad y de toda seguridad de empleo para la clase trabajadora”. Por lo tanto, la industrialización y la introducción de maquinaria destruyen los pequeños negocios y el autoempleo, y empujan a las personas a los grandes centros de trabajo donde aparecen puestos laborales a medida que las empresas con mejor tecnología y menores costos pueden asegurar una porción del mercado nacional y extranjero.

La evidencia empírica apoya la tesis de Engels. Carl Frey reconoce que los primeros inventos de la Revolución Industrial tenían predominantemente la función de reemplazar a la mano de obra: “Si la tecnología reemplaza a la mano de obra en las tareas existentes, los salarios y la porción del ingreso nacional que corresponde a la mano de obra pueden caer. Si, por el contrario, el cambio tecnológico aumenta la mano de obra, esto hará que los trabajadores sean más productivos en las tareas existentes o crearán actividades intensivas en mano de obra completamente nuevas, aumentando así la demanda de mano de obra”.

La divergencia entre el volumen de producción y los salarios, en otras palabras, es consistente con este período en el que la tecnología reemplazaba principalmente al trabajo. Los trabajadores artesanales del sistema doméstico fueron reemplazados por máquinas, a menudo atendidas por niños, que tenían muy poco poder de negociación y, a menudo, trabajaban sin salario. “La creciente porción del capital en los ingresos hizo que las ganancias del progreso tecnológico se distribuyeran de manera muy desigual: las ganancias corporativas fueron capturadas por los industrialistas, que las reinvirtieron en fábricas y máquinas”.

Hubo una brecha creciente entre los salarios y el crecimiento de la productividad a medida que los trabajadores fueron desplazados por la nueva tecnología y los salarios nominales se mantuvieron estancados, Robert Allen ha caracterizado el período, particularmente después del final de las guerras napoleónicas hasta el momento en que Engels llegó a Manchester, como la ‘pausa de Engels’.

Texto de la imagen. En la parte superior izquierda dice “salarios por detrás del crecimiento de la producción”, en la parte superior derecha dice “salarios aumentan con la producción”. El texto asociado con el círculo violeta dice “pausa de Engels”. En el recuadro inferior, el texto a un lado de la línea azul dice “PIB/trabajador histórico”, el texto a un lado de la línea rosa dice “salario real histórico”.

Sin embargo, Engels también ofrece la otra cara de la moneda. Hay “otras circunstancias” en juego, incluido el reempleo generado por la reducción de costos resultado de la nueva tecnología: “La introducción de las fuerzas industriales ya mencionadas para aumentar la producción conduce, con el transcurso del tiempo, a una reducción en los precios de los artículos producidos, y como consecuencia,  a un aumento del consumo, de modo que gran parte de los trabajadores desplazados finalmente, después de un largo sufrimiento, encuentra trabajo otra vez en nuevas ramas de trabajo”.

Engels rechazó con vehemencia la explicación maltusiana. El crecimiento de la población es una respuesta a las crecientes oportunidades de empleo, no viceversa: pero este argumento no es una apología del capitalismo, ya que los nuevos trabajos no perduran: “tan pronto como el operador ha logrado asentarse en una nueva rama, si realmente lo logra, esto [el trabajo] también le es quitado, y con ello el último remanente de seguridad que le quedaba para ganar su pan”.

Y escucha atentamente las opiniones de los propios trabajadores: “que los salarios en general se han reducido por la mejora de la maquinaria es el testimonio unánime de los operadores. La afirmación burguesa de que la condición de la clase trabajadora ha sido mejorada por la maquinaria se proclama de forma más enérgica como una falsedad en cada reunión de los trabajadores en los distritos fabriles”.

¿Engels (y los trabajadores con los que habló) tenía razón sobre la falta de crecimiento en los salarios reales de la Gran Bretaña de la década de 1840? Los historiadores económicos desde entonces, en general, están de acuerdo. Se ha confirmado la “pausa de Engels”. A medida que creció el producto interno bruto per cápita, los salarios reales de la clase trabajadora británica se mantuvieron relativamente constantes.

Los dos estudios principales sobre “salarios reales” muestran que se mantuvieron más o menos estancados entre 1805 y 1820, un período de depresión económica en Inglaterra. Hubo un repunte en la década de 1830, pero los ‘cuarenta hambrientos’, como se les llamaba, vieron una caída significativa en los salarios reales, principalmente debido al aumento de los precios de los alimentos que no fueron suprimidos hasta la abolición de las Leyes de los cereales en 1846. Y durante los cuarenta hubo dos años de declive económico, en 1841 y 1847, el estudio de Engels abarcando el periodo entre ambos. En 1847, los salarios reales se habían estancado, en el mejor de los casos, por más de diez años.

Texto de la imagen. Welfare se traduce como “asistencia social”.

La conclusión de Engels fue que la principal causa de los bajos salarios era el poder de los empleadores sobre los trabajadores no sindicalizados, la amenaza de la maquinaria y el ciclo industrial en el capitalismo. Esta conclusión todavía se mantiene 175 años después.


[1] El presente texto corresponde a una traducción del Grupo de Acción Revolucionaria  enmarcada en las actividades por la conmemoración del bicentenario del natalicio de Federico Engels. La publicación original en inglés es por parte del economista marxista Michael Robert en su blog “The Next Recession” el 15 de marzo del 2020.

[2]     Su traducción literal es casas de trabajo: lugar donde la gente pobre que no tenía con qué subsistir podía ir a vivir y trabajar.

[3]     Su traducción literal es la Ley Pobre: sistema de ayuda a los pobres en Inglaterra y Gales.


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