Linda Fernández
Si bien, el medio periodístico es bien conocido por tantas razones, el sensacionalismo es una de las mayores, todo es cuestión de dinero. Sin embargo, ¿Cuánto dinero vale la dignidad de una persona?
Entendemos a la dignidad como el valor inherente del ser humano por el simple hecho de serlo, existe desde que nacemos, pero ¿sigue ahí cuando ya no estamos?
En este artículo mencionaré un caso de feminicidio que abre el diálogo en este sentido.
Ingrid Escamilla Vargas
Ingrid Escamilla Vargas tenía 25 años, era originaria de Puebla y tenía una maestría en administración de empresas turísticas. Vivía en la alcaldía Gustavo A. Madero (Ciudad de México) con su pareja Erick Francisco Robledo Rosas, ingeniero civil de 46 años, tenían ya cinco años de relación.
El 9 de febrero de 2020, luego de una discusión Erick Francisco asesina a Ingrid, la acuchilló en el cuello repetidas veces, después le quitó la piel y algunos órganos, intentó deshacerse de su cuerpo mutilado al tirar los restos en la calle, envueltos en una bolsa de basura.
Erick Francisco fue detenido por la policía después de que este mismo llamara a su exesposa para confesarle el asesinato y ella lo denunciara con las autoridades.
Después de su detención, en redes sociales comienza a circular un video donde el homicida se encuentra en la patrulla, lleno de sangre y describiendo el crimen que realizó. Para el 10 de febrero, las portadas de los periódicos tenían ya la noticia del feminicidio con las fotografías de Ingrid tal como fue hallada por los servicios periciales, esas mismas imágenes estaban difundidas en redes sociales y la indignación se hizo presente.
¿Cuánto tiene que sufrir una víctima?
Ingrid no solo fue asesinada de una forma cruel, fue asesinada por una persona de su círculo de confianza, pero el sufrimiento no quedó ahí. La imagen que todos tenían de la gran mujer que era cambió cuando las fotografías de los servicios periciales fueron publicadas. Ingrid dejó de ser la maestra en administración de empresas turísticas, la gran amiga, la hija, se convirtió en la imagen de su cruel asesinato. La jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, aseguró que la fiscal capitalina exigiría la máxima condena para el homicida. La portavoz en temas de violencia de género de la Fiscalía General de Justicia de Ciudad de México (FGJCDMX), Nelly Montealegre Díaz, confirmó que se trataba de un caso de feminicidio.
Se inició una investigación por parte de la fiscalía para dar con las personas que filtraron las fotografías del caso.
Ley Ingrid
Miles de mujeres y colectivos feministas hicieron presión a las autoridades por medio de redes sociales y en las calles exigiendo justicia para los feminicidios incluido el de Ingrid Escamilla, que fue indignante de sobremanera.
Gracias a la presión hacia las autoridades, la fiscal general de Justicia de la Ciudad de México, Ernestina Godoy, presentó una iniciativa de ley para crear el artículo 293 Quater, que busca sancionar a servidores públicos que filtren imágenes, archivos o información de una carpeta de investigación en trámite.
Establece que el servidor público que indebidamente difunda imágenes, audios, videos o documentos del lugar de los hechos, del hallazgo, indicios, evidencias, objetos, instrumentos relacionados con el procedimiento penal o productos relacionados con un hecho que la ley señala como un delito, se le castigará con prisión de dos a ocho años y una multa de entre 43 mil 440 a 86 mil 880 pesos. En caso de que se tratase de información sobre mujeres, niñas o adolescentes, las penas se incrementarán hasta 12 años de prisión.
Derechos humanos
Así como la dignidad, los derechos humanos nacen con las personas. Estos trascienden después de la muerte.
En el caso de Ingrid, el tratamiento decoroso de su cadáver y el respeto a la honra se vieron sumamente afectados por parte de los medios periodísticos que titularon insensiblemente “LA CULPA LA TUVO CUPIDO” a las fotografías de los servicios periciales.
La libertad, como en todo, termina donde la de los demás comienza. Vivimos una deshumanización de los medios, donde diariamente vemos amarillismo y violencia normalizada, claramente los derechos humanos no son respetados ni valorados, mucho menos cuando se trata de mujeres asesinadas, exhibiéndolas con morbo explícito, suponiendo situaciones de violencia romantizada donde las mujeres reciben el juicio y la culpa, por donde estaban, y cómo vestían1. En esta sociedad patriarcal, las mujeres siempre tendremos la culpa de la violencia que sufrimos, por la normalización de la misma.
Todos le fallaron a Ingrid, la fiscalía que debió procurar sus derechos, resguardar su cuerpo y mantener la información de investigación fuera del ojo público. Los medios de comunicación por su parte, con hipocresía hablaron de su compromiso ético con sus lectores de comunicar sobre los feminicidios y la lucha de las mujeres. Apelando que la libertad de expresión es la que les permite hacer llegar a la sociedad las imágenes que afectan a la dignidad de personas como Ingrid. Después de todo lo que pasó, su valor inerte se ve sumamente afectado, aún muerta, sigue sufriendo las consecuencias de la falta de sensibilidad y respeto de personas como el Director de La Prensa, Luis Carriles, asegurando que la ley estaba de su lado.
Como Rosas Rojas, insistimos en que la libertad de expresión no existe cuando se trata de violar los derechos humanos de las mujeres. Este lamentable caso no debería volver a ocurrir, los medios de comunicación no deben usar el dolor de las personas para vender su porquería amarillista e insensible. La Fiscalía una vez más, se da a conocer como una institución incompetente y patriarcal, donde se protegen a los funcionarios que filtran la información de hechos dolorosos.
Desde este movimiento de mujeres abolicionistas y con perspectiva de clase, entendemos la necesidad reforzar las labores con independencia política que realizamos para que la situación de violencia que vivimos día a día sea atendida.
¡Exigimos el respeto a los derechos humanos de las víctimas de feminicidio, los medios de comunicación no pueden lucrar con el dolor de las mujeres y sus familias!
1“[…] Y la culpa no era mía, ni dónde estaba, ni cómo vestía. El violador eres tú […]”. Las Tesis, Un violador en tu camino.
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