A CUATRO AÑOS DE LAS HISTÓRICAS JORNADAS DEL 3 DE SEPTIEMBRE. ¿CUÁLES FUERON LAS LECCIONES HISTÓRICAS

¿Qué ocurrió el 3 de septiembre del 2018?

Durante las vacaciones del verano y el inicio del semestre del 2018, en el CCH Azcapotzalco fueron borrados los murales representativos de la lucha estudiantil. Se convocaron asambleas pero rápidamente la preocupación giró hacía la mala administración en la designación de docentes para los cursos y por el cobro irregular de cuotas para inscripciones. Por este motivo, tanto la asamblea estudiantil y representantes de docentes convocan una marcha a rectoría el 3 de septiembre. Concluida la marcha e iniciado el mitin, en la explanada de rectoría fuimos atacados por aproximadamente 100 porros de Azcapotzalco, Vallejo y Oriente. Las cobardes agresiones se perpetraron con bombas molotov, petardos y navajas, dejando por lo menos dos heridos de gravedad y decenas de agredidos. 

Militantes de la Juventud Revolucionaria, junto con otras organizaciones socialistas y universitarias, nos enfrentamos durante aproximadamente una hora contra los grupos porriles, en total ausencia de Seguridad UNAM. Inclusive el ex coordinador de Vigilancia UNAM, Teófilo Licona, colaboró con los porros para organizar el ataque contra la manifestación universitaria. Con los grupos porriles expulsados por la fuerza de CU, la manifestación se replegó a Filosofía y Letras e inició la primera Asamblea del 3S, llamando a una nueva movilización para el 5 de septiembre y otra Asamblea para el 7 de septiembre. En esa semana 44 planteles de la UNAM se fueron a paro y con la solidaridad de planteles de la ENAH, IPN, UACM, UAM, UPN y Colegios de Bachilleres. 

La primera movilización del 5 de septiembre fue histórica, sin embargo, no existió un mitin central o un acto principal. Con la asamblea del 7 de septiembre concluyó en la formación de 7 ejes de discusión para la conformación de un pliego petitorio y la convocatoria a otra manifestación, para el 13 de septiembre del Museo de Antropología al Zócalo. Durante la jornada de lucha del 3S se realizaron cuatro Asambleas Interuniversitarias y una Asamblea Inter UNAM, con nuevas movilizaciones y paros generalizados. Lamentablemente para la marcha del 2 de octubre del 2018 el desgaste por las asambleas y paros era evidente. Finalmente con las vacaciones de invierno se desmovilizó completamente el proceso y no existió ninguna continuidad para mantener la lucha. 

BALANCE HISTÓRICO 

A cuatro años de los acontecimientos del 3S es necesario discutir los métodos, estrategias, tácticas y los vicios de la organización universitaria. Identificamos un primer error en la incorrecta caracterización del 3S: las grandes movilizaciones no indicaban la existencia de un movimiento estudiantil, en todo caso, podía ser la antesala para construir un posible movimiento, pero se necesitaba definir un método de organización y las tareas inmediatas. Pero la lógica fue en contrasentido, todas las organizaciones caracterizaron al 3S como un movimiento, entonces, inició una absurda disputa por una vanguardia de un movimiento inexistente, creando desgaste en las asambleas. La consigna debía ser “construyamos el movimiento”, entendiendo que: 1) movilización no es sinónimo de movimiento; 2) los movimientos no se decretan; 3) un movimiento necesita una estructura y un método de organización. 

Una incorrecta caracterización se traduce en la mala elección de métodos de lucha, esto es, al no comprender el momento histórico que se experimenta no se entienden las tareas que deben realizarse. El mejor ejemplo es el método de organización utilizado en el 3S: la Asamblea Interuniversitaria (herencia del 132 y Ayotzinapa). El objetivo de la Interuniversitaria es coordinar las asambleas de la UNAM, IPN, UAM, ENAH, UACM y UPN. ¿Qué sentido tenía conjuntar a todas las universidades sin que previamente existiera una organización en la UNAM? No es una posición en contra de la organización estudiantil amplia, es una discusión táctica. La asamblea de la UNAM nunca definió su programa de lucha, mucho menos su método de organización, y aún así se pretendía que la UNAM dirigiera un “movimiento” a nivel nacional, una arrogancia total. Esta necesidad táctica se corrobora al observar que tras las dos primeras “Inter” (en Arquitectura y ENAH) se comprendió la importancia de una Asamblea UNAM (en Prepa 5), pero el daño era irreparable, el desgaste no podía revertirse. 

Frente una incorrecta caracterización, en consecuencia, utilizando métodos equivocados, la conclusión fue la constitución de un pliego petitorio incoherente que no respondía con el momento histórico. Nunca se reivindicó el pliego de CCH Azcapotzalco: el 3S nunca comprendió su importancia pero rectoría sí; el 12 de septiembre Graue se presentó en Azcapotzalco para negociar en el origen del conflicto, las autoridades asestaron un golpe mortal al proceso y jamás se comprendió. Lo absurdo no fue únicamente que nunca se miró el proceso de Azcapotzalco, por si fuera poco, el 3S elevó el carácter de sus demandas a nivel nacional. ¿Era necesario luchar por la derogación de la reforma educativa y exigir al gobierno federal aumentar el presupuesto a la educación o centrarnos exclusivamente en el tema de la estructura porril en la UNAM y la antidemocracia en la universidad? Se mantuvieron demandas locales y nacionales al mismo nivel, eliminar el porrismo en la UNAM era equiparable con aumentar el presupuesto educativo. Nunca se entendió que la movilización estudiantil masiva fue en respuesta de un ataque porril, no por causas de carácter nacional, lo cual, provocó que el estudiantado no se identificara con el pliego petitorio y no lo defendiera. Pero el sentimiento de no representatividad entre el estudiantado y el pliego también surgió porque las consignas no fueron necesariamente las votadas en asambleas.    

La dinámica asamblearia corresponde a los vicios de ciertas organizaciones socialistas, explicado por sus políticas parasitarias. El parasitismo subordinó asambleas, la voluntad de miles se doblegó a las decisiones de organizaciones de decenas, en la vía de los hechos se constituyeron como una burocracia. Estas organizaciones incapaces de ganarse a las bases en asambleas por facultad, vieron en las “Inter” el espacio ideal para colocar (de manera artificial) sus posiciones y vocerías. Según estos, las asambleas “Inter” permitía a las organizaciones tener derecho de tener voz y voto, al igual que una asamblea de miles. El cinismo de los representantes del parasitismo (como el MTS) fue tan absurdo que se autoproclamaron paladines de la democracia estudiantil ante las “tendencias de burocratización” que acusaron a la Juventud Revolucionaria de realizar [1]. La consigna “antiburocrática” resultó sumamente redituable, ya que no importaban las asambleas de facultad, no importaba que una organización tuviera trabajo de base en las comunidades universitarias, cualquiera podía saltarse los acuerdos de las asambleas locales e imponerse en las “Inter”. El MTS de facto se estableció como una asamblea por sí mismo, en su fachada por el “derecho de todos a tener voz en las asambleas inter” se garantizaron tener voto como asamblea. 

Por último, el error del abuso del parismo. La táctica parista fue causante de desgastante y polarización: el estudiantado abusó de su táctica privilegiada, pareciera que el fin último de las jornadas de lucha era hacer paros, ignorando los objetivos principales como desmantelar la estructura porril en la UNAM y obtener justicia para las víctimas del ataque del 3S. La táctica del paro se eleva como la estrategia privilegiada del estudiantado, es decir, olvidan el papel del paro como una herramienta de presión política para exigir el cumplimiento de las demandas estudiantiles. Pero en las movilizaciones estudiantiles del 3S se fue primero a paro y  posteriormente se discutió qué demandas debíamos exigir. Primero debían definirse las consignas y luego emplear paros para conquistar las demandas, se hizo en sentido opuesto, primero ir a paro y luego definir por qué se lucha.      

CONCLUSIONES

Es necesario profundizar los análisis de las históricas jornadas del 3S, entender los aciertos y comprender los errores. Esta necesidad tiene por objetivo superar las dificultades en la organización universitaria, dado que las estructuras porriles en la UNAM se mantienen por las dinámicas antidemocráticas en la universidad nacional, por tanto, luchar contra el porrismo implica luchar por la democracia universitaria. Pero estos grandes objetivos no podrán conquistarse con el estado actual de la organización política. Se necesita elevar el nivel de discusión y análisis. Por tal motivo, la Juventud Revolucionaria sigue convocando para formarnos políticamente para intervenir de manera correcta en la lucha de clases, entender el papel y las tareas históricas que tenemos por delante. 

[1] “Lucha estudiantil 2018: una nueva generación se pone de pie”, publicado en Ideas de Izquierda MX el 2 de octubre del 2018.

Juventud Revolucionaria

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