Guadalupe Sánchez
La Universidad Pedagógica Nacional (UPN) fue fundada el 29 de agosto de 1978 por decreto presidencial para preparar profesionales de la educación ante la creciente demanda educativa. Es la universidad mexicana con mayor cobertura nacional, contando con 70 unidades y 208 subsedes. La matrícula es de más de 70 mil estudiantes.
La UPN maneja muchísimos recursos en su presupuesto, pese a esto, el estudiantado de todo el país denuncia constantemente la falta de infraestructura y recursos básicos para estudiar. La falta de pagos al profesorado y la poca o nula distribución de becas son cuestiones que también impiden la conclusión de estudios de manera satisfactoria. El problema es más notorio entre más nos alejamos del centro de México, en especial en estados del país con alto índice de corrupción. Ese es el asunto principal, ya que, la UPN no tiene poco presupuesto: 1,077 millones 129,930 pesos[1] anuales. El problema es su mala distribución.
Las instituciones públicas manchadas por la represión
No es un secreto que la corrupción aqueja a todos y cada uno de los sectores de la vida pública en México. La Universidad Pedagógica Nacional no se salva: encontrar de manera explicada y clara los gastos de la universidad no es tarea fácil. Las páginas de internet donde se declaran los sueldos de funcionarios públicos y los gastos distribuidos están desactualizadas, encriptadas y no terminan de especificar dónde está todo el presupuesto.
La cuestión de los recursos se agrava en los estados de la república donde el presupuesto no es dado 100% por la federación, sino, solo la mitad; la otra debe ser cubierta por la división de educación pública de cada estado. Cosa que no ocurre siempre. Esto se refleja en las colegiaturas o “inscripciones” que se deben pagar en una universidad pública. En las unidades de la UPN de la Ciudad de México la reinscripción es de veinte pesos, mientras que en estados como Guerrero los estudiantes pagan hasta tres mil pesos semestrales.
La represión a activistas que forman parte de la universidad es común, desde acoso por parte de los cuerpos de seguridad, actas administrativas y en los casos más duros la expulsión. Uno de los muchos casos recientes es el del profesor Carlos Peláez, despedido injustificadamente por su organización política por la autonomía de la UPN. Los sectores organizados de la UPN señalamos con claridad la corrupción de los altos funcionarios y en los huesos de la institución, en especial de su columna vertebral: la rectora Rosa María Torres. En sus seis años de dirección ha brillado por su ausencia. Una demanda común del sector académico y sector estudiantil son diálogos públicos con ella, ya que, ella tiene todas las facultades resolutivas.
Claro está, que una autoridad ausente, que no escucha a su comunidad, no entenderá qué necesita. Si las autoridades que ganan sueldos millonarios no están cumpliendo su papel, la opción más lógica sería que estas abandonen sus cargos. Somos realistas: no tenemos ni voz ni voto sobre una figura que no elegimos. A diferencia de universidades como la UNAM, donde la elección de la rectoría es un proceso interno con su junta de gobierno, en la UPN se nombra directamente desde la Secretaría de Educación Pública. Generalmente los altos cargos en la política educativa son personas con trayectoria cercana al gobierno de régimen burgués, y están en las universidades y escuelas para colocar la agenda de su partido.
La autonomía: la propuesta democrática
Desde el estudiantado y el profesorado de distintas unidades y subunidades de la Universidad Pedagógica Nacional hemos levantado organizaciones, asambleas, frentes y espacios de diálogo entre las personas que habitamos la universidad para decidir cuál es el rumbo que queremos. Sabemos que la universidad no cambiará a través de soluciones inmediatas o reformas simples, sino, que es necesario que toda la estructura se reescriba. Sostenemos la necesidad de que la Universidad Pedagógica Nacional se vuelva autónoma.
Cuando hablamos de autonomía entendemos que no queremos un proceso como el de instituciones como la UNAM, donde lo único que cambiaría sería la elección de rectoría y direcciones por un grupo selecto de académicos y funcionarios. No estamos de acuerdo con la burocratización. La UPN debería tener mayor poder político interno, que las decisiones sean tomadas por los tres sectores: trabajadores, alumnado y académico. Y por ende, quitarle importancia a los puestos como la rectoría.
Dentro de las facultades que dotaría ser una universidad autónoma implicaría que los planes de estudio puedan ser discutidos y reestructurdos (la mayoría lleva 30 años o más sin cambios significativos). En especial como estrategia de oposición al sistema educativo de corte neoliberal que impone la SEP. Esto claro, significa un enorme reto. El sector académico y administrativo se verían en la obligación de reestructurar sus sindicatos fuera de la SNTE; en el caso de el estudiantado construir su propia organización. Actualmente existe una propuesta de ley que ha pasado ya por el senado, sin embargo, esta fue rechazada y retrocedió. Desde los frentes y organizaciones amplias por la autonomía de la UPN seguiremos presionando para conseguir el decreto de la autonomía.
¡Por una organización de trabajadores, estudiantes y académicxs independiente!
¡Por una Universidad Pedagógica Nacional Autónoma!
¡Súmate a la organización política desde tu unidad!
[1] Presupuesto para UNAM, IPN y UPN se mantiene casi igual para 2024. (2023). Expansión Política. https://politica.expansion.mx/mexico/2023/09/15/presupuesto-para-unam-uam-ipn-y-upn-se-mantiene-casi-igual-para-2024
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