Extractivismo cultural y ambiental: turistificación y folklorización ¿beneficio para quién?

Plataforma ambiental
Dulce Mireles
Flor de Naranjo

Históricamente, los pueblos, barrios y comunidades indígenas u originarias de América Latina han sido olvidadas, sin embargo, tras el crecimiento de la industria del turismo y la industria inmobiliaria la atención se ha centrado para este lado del mundo. En las últimas décadas, en México, la diversidad cultural, los recursos naturales, el territorio y los seres vivos que rodean a los pueblos han comenzado a ser reconocidos por el Estado y el mundo, sin embargo, no a favor de resolver sus demandas y necesidades reales, sino en beneficio del aumento y presencia del capital turístico-inmobiliario, con discursos y prácticas que involucran la supuesta patrimonialización cultural y el desarrollo de identidad nacional, hablamos del multiculturalismo neoliberal.

No son nuevas las prácticas de despojo, saqueo y violencia contra la naturaleza y los pueblos, sus formas constantemente van cambiando pero siguen siendo vigentes y evidentes para quienes buscan cuidar, proteger y defender los espacios territoriales en los que habitan y la vida que les rodea. Las gestiones de los gobiernos anteriores han incentivado distintas prácticas de extractivismo y actualmente se siguen llevando a cabo, que más que traer beneficios para las poblaciones de México, así como del país, terminan concentrando las riquezas en unos cuantos y no bajo control del pueblo que son las mayorías que sostienen ese capital, a través de la venta de sus artesanías, música, danzas, ceremonias y cocina regional. Sin olvidar que, son quienes conocen y viven a los alrededores y quienes siguen protegiendo la vida de muchas generaciones atrás, vida que les y nos pertenece. 

Bajo este modelo económico de producción capitalista podemos ver la nula conciliación de naturaleza – humanidad, “principio” utilizado a favor de la sobreproducción, la concentración del capital en unos cuantos y la explotación de la naturaleza y de la mayoría de la población que la trabaja. Ha sido el modelo capitalista neoliberal que ha permitido que las poblaciones indígenas y originarias, su territorio y los seres vivos que les rodean, entren de manera inducida al mercado turístico global. 

Retomando una de las consecuencias antes mencionadas de este modelo: la escasez de recursos, es claro que no se da por inexistencia de ellos sino porque se concentran para el disfrute de unos cuantos y no para las mayorías, es decir, para la clase trabajadora y el campesinado, como el agua, la tierra y el alimento, utilizando el desvío como uno de los instrumentos de saqueo para sus grandes campos de golf, unidades habitacionales irrentables, espacios de eventos privados que se vuelven en herramientas al turismo, volviendo un círculo infinito de explotación a la tierra sin devolver nada a ella, así como cambiando el uso del suelo para el fomento a la turistificación como propuesta de política social y económica y que han traído afectaciones naturales y sociales a estos espacios, como en el caso de Xochimilco y la práctica chinampera de siembra que se ha convertido en áreas de eventos sociales para atraer extranjeros que pueden pajar de esos lugares. 

A raíz de estos saqueos y explotaciones en distintos pueblos por esas minorías que toman las decisiones sin tomar en cuento a las poblaciones, ha surgido un efecto socio cultural de apropiación de la cultura y de la naturaleza para aprovechamiento de esas áreas naturales. Si nos remontamos en años al lanzamiento de esta política fue así con el programa implementado en el sexenio de Enrique Peña Nieto y su programa de “Pueblos Mágicos” que se llevó a varios pueblos de México con el pretexto de que el turismo  traería de ganancias económicas ¿pero realmente para quienes han sido esas ganancias? Los pueblos, comunidades, barrios y colonias siguen teniendo las tasas de empobrecimiento más altas, así como la existencia de intermediarios entre los artesanos y compradores, incentivando la gentrificación que ha traído el alza en los precios en el uso del suelo y la vivienda, el limitado acceso a las poblaciones habitantes y originaria a los espacios culturales y si fuera poco la folklorización de sus prácticas tradicionales y de festividades.  

Del modelo económico capitalista saqueador, los que salen perdiendo son los pueblos. 

La mayoría de los pobladores habitantes y originarios que han optado por formar parte de estas prácticas de turistificación entrando a esa propuesta economica y politica para sus ganancias, también es cierto que ha sido una de las opciones elegidas por ellas y ellos no porque signifique ganancias seguras, sino, por la necesidad de buscar una alternativa que dentro del sistema social y económico les permita cubrir sus necesidades. La escasa propuesta de alternativas sociales, de políticas públicas y programas que les contemple a ellas/ellos así como a la misma naturaleza misma ha sido inexistente y ha empujado la población a optar por estas opciones, incluso sabiendo las afectaciones que trae consigo, no es que las ignoren o no totalmente, sino, que lo rapaz y voraz del capital avienta a las/los más empobrecidos desde la alienación, explotación de su trabajo y fuerza a elegirlas. Claro está que trabajar el campo, las chinampas o el trabajo artesanal conllevan más horas y tiempo y pocas ganancias, mientras que el turismo mal gestionado (sólo por unos cuantos) ocupa menos tiempo, menos esfuerzo y regularmente un poco más de ganancias. El turismo perse no es negativo, el turismo concentrado en las minorías y dentro del modelo capitalista en el que nos seguimos encontrando, sí. La situación aquí es compleja, porque el modelo económico neoliberal presente y aún más en la crisis en la que se encuentra donde se exacerba su práctica de despojo y explotación, no construye propuestas que impliquen una reconciliación o armonía con la naturaleza y la humanidad, refiriéndonos a humanidad como lo son las mayorías que representan la clase trabajadora y el campesinado donde la naturaleza- vida esté bajo su gestión y control, y la realidad es que no las construirá mientras que de la explotación obtenga beneficios privados y personales para quienes tienen el poder y concentran las riquezas. 

Del mismo modo, las implicaciones que existen a raíz de la turistificación del capitalismo es también el extractivismo cultural que trae consigo, a partir de incentivar la folklorización cultural, pensando y concibiendo a los pueblos como pueblos con personas ignorantes, racializadas desde la romantización, donde la pobreza es significado de meritocracia y de sonreír “a pesar de las desgracias”, el regateo de su trabajo es socialmente aceptado e incentivado, su cultura y tradiciones son aceptadas únicamente si representan con exageración lo que para el turismo es rentable económicamente, es decir, no son reconocidos ni los pueblos ni sus derechos si su vestimenta y sus prácticas no son socialmente folklorizadas, visibles y/o rentables, pero esto solo es posible a raíz de un imaginario social capitalista, es producto del modelo económico que obtiene ganancias a partir de que la cultura se engrandezca para quienes puedan pagarlas y sean llamativas, porque no es así sí de reconocimiento de los derechos de los pueblos, de su trabajo, de su cultura, de sus mandatos de asambleas comunitarias, tradiciones, festividades, sus demandas, las problemáticas y necesidades que viven, se tratara y por el contrario son ignoradas ¿por qué? porque no son llamativas ni generan riquezas, por el contrario implican el reconocimiento y validación de ellas, implica reconocer que los pueblos tienen derecho y la capacidad de organizarse y hacer cumplir sus demandas. 

Naturaleza y la necesidad de la transición socialista

Desde la plataforma ambiental del Grupo de Acción Revolucionaria sostenemos la necesidad urgente de construir una alternativa de organización que permita transitar a un modelo económico, social y ambiental distinto, para nosotras/es/os el socialismo es la respuesta como transición para hacer frente a estas problemáticas sociales, políticas, culturales, económicas y ambientales, sobre todo en esta crisis de la naturaleza con la que nos estamos enfrentando por medio del saqueo, el despojo y la explotación del territorio, de la folklorización de los pueblos y sus habitantes, de la violencia contra la vida y la tierra, que el capital utiliza como herramientas vestidas de turismo, ecoturismo, capitalismo verde o como quiera llamarlo; capitalismo será. 

Marx lo decía así: “El hombre vive de la naturaleza, la naturaleza constituye su cuerpo, y tiene que mantener un constante diálogo con ella si no quiere perecer. Decir que la vida física y mental del hombre está vinculada a la naturaleza significa que la naturaleza está vinculada consigo misma, puesto que el hombre (la humanidad) es parte de la naturaleza” (Bellamy, 2000).  Del mismo modo, la tierra como propiedad privada en manos de determinados individuos es absurda, es decir no existe ninguna sociedad ni nación entera que sean propietarias de la tierra, Marx resalta que solo somos posesores y beneficiarios y tenemos como responsabilidad legarla y mejorarla para las generaciones que vienen. 

La propuesta política dentro de la praxis que levantamos en el GAR se basa en que la clase trabajadora y el campesinado empobrecido pueda construir una alternativa de organización que solo por medio de la movilización, la presión política y la lucha por sus demandas que devienen de nosotras/os mismo permitirá impulsar y dar aliento a otros pueblos para organizarnos, buscar alternativas de reconstrucción y defensa de nuestra clase y de la naturaleza en donde si exista armonía y ninguna opresión de uno sobre otro. Rosa lo expone tambien constantemente “socialismo o barbarie” si no nos encaminamos a luchar en un frente único de clase con perspectiva anticapitalista, antipatriarcal, antiextractivista, antiproduccionista, antimercantilizadora, feminista y revolucionario. 

¡Por una alternativa ecosocialista desde y con la naturaleza y los pueblos!

¡Alto al despojo, saqueo y violencia contra los pueblos y la naturaleza!

Bibliografía: 
Bellamy Foster, Jhon (2000) La ecología de Marx. Materialismo y naturaleza. INTERVENCIÓN CULTURA/EL VIEJO TOPO. España


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