¿Cuál es el significado histórico del segundo periodo de la Cuarta Transformación?

La perspectiva internacional nos alerta sobre el avance de la ultraderecha a nivel mundial. En el caso mexicano encontramos en un segundo mandato presidencial de MORENA apoyado popularmente mediante el sufragio. El desfase entre la situación internacional frente a la situación nacional no es una contradicción, es una consecuencia de la política imperialista en México. Mientras que distintos países de América Latina experimentaron gobiernos progresistas, en México la burguesía impedía la alternancia electoral mediante fraudes, tanto en 1988, 2006 y la compra de votos en 2012. El objetivo central de los fraudes fue mantener a los partidos preferenciales de la burguesía imperialista (PRI-PAN), para implementar políticas de ajuste, privatizaciones y avanzar en la supresión de derechos laborales de la clase trabajadora.

La entrega de recursos naturales al capital internacional, el abaratamiento de la mano de obra,  la represión contra las movilizaciones de la clase trabajadora y la intervención militar estadounidense mediante la “guerra contra las drogas”, concluyó en el aumento en la miseria, el desempleo, la migración, la inseguridad, la violencia y la imposibilidad de acceder a servicios sociales (vivienda, educación, salud). La conclusión fue el aumento del malestar de la clase trabajadora, derivando en rebeliones de masas, e inclusive, llamando al boicot de las elecciones de 2015 como síntoma de falta de legitimidad del Estado y en pleno rechazo de la democracia burguesa y el entreguismo y represión del Pacto por México (PRI-PAN-PRD)

El malestar de las masas fue capitalizado por Morena y su dirigente López Obrador. La socialdemocracia hábilmente condujo la experiencia histórica de décadas en el movimiento popular para conquistar una aplastante victoria electoral a nivel nacional. No solo obtuvieron la presidencia de la república, también mayorías en las dos cámaras federales y un avance en las gubernaturas de los estados del país. ¿Qué representa para la lucha de clases las victorias de Morena en el país? En principio, el carácter fundamental de López Obrador fue establecerse como un Bonaparte; un árbitro que se posiciona por encima de las clases y los partidos. MORENA tiene el carácter fundamental de establecer un Frente Popular.

MORENA como Frente Popular representa la unidad multipartidista: los llamados “chapulines” (políticos que cambian de partido) reflejan la incorporación de distintas fuerzas partidarias integradas en un Frente. La unidad de MORENA se basa en aceptar compromisos, tolerar prácticas de corrupción o criminalidad, un precio para asegurar victorias electorales. El Frente Popular se constituye por distintas organizaciones heterogéneas, una alianza entre clases sociales antagonistas, unificadas por una política y un programa común. Esta unidad frentista mantiene grietas profundas derivadas por las contradicciones entre sus integrantes. Es importante señalar la diferenciación que hacemos entre las bases de MORENA y su dirección, pues las primeras son en su gran mayoría de la clase trabajadora a la que pertenecemos y con la que luchamos, la cuál al no tener un mejor medio para defender sus intereses ha volcado sus esperanzas en dicho proyecto.

En última instancia el Frente Popular es: “una coalición del proletariado con la burguesía imperialista, representada por el Partido socialdemócrata y otras podredumbres de la misma especie y menor peso. La coalición se extiende al terreno parlamentario. Los dirigentes burgueses del frente popular que conservan toda su libertad de acción, limitan brutalmente la libertad de acción del proletariado -León Trotsky, “Frente popular y comités de parlamento y acción”, 1936-”    

MORENA como Frente Popular representa un gobierno de contención al avance revolucionario de la clase trabajadora; la colaboración con este significa una traición a nuestra clase. Sheinbaum pese a las presiones de Trump no plantea alternativas para revertir la dependencia económica de México con Estados Unidos; la política exterior es la extensión de la política interior. La socialdemocracia no pretende levantar posiciones antiimperialistas o avanzar hacia conquistas reales de soberanía nacional, no afectarán el sagrado principio capitalista de la propiedad privada. Aunque MORENA ha propuesto políticas por la creación de empresas públicas del estado, su tarea histórica es extender por el mayor tiempo posible una alianza entre la burguesía, la clase trabajadora, el ejército y el imperialismo para salvaguardar el régimen capitalista: ¡continuar con la explotación y opresión de la clase trabajadora!

La política del Frente Único, contrario al Frente Popular, es asegurar la unidad de acción en la mayoría de las organizaciones de la clase trabajadora sin mantener una política de colaboración de clases, en principio, para conquistar nuestras demandas, aunque, lo fundamental es asegurar la capacidad de vanguardia del partido revolucionario en la mayoría de las masas no comunistas. Lamentablemente en el caso mexicano no existe aún el partido comunista que representa una fracción significativa de la clase trabajadora. El Frente Único no es una consigna para levantar en un periodo medio o corto, similar en la construcción del partido comunista; tanto Frente Único como el Partido Comunista son perspectivas estratégicas y de necesidad histórica. Ambas posiciones deben orientar nuestras tácticas para aumentar nuestra influencia en todos los espacios de las masas no comunistas, sumarlos a nuestra organización y preparar cuadros para enfrentar las tareas históricas del movimiento socialista.

En el caso de alianzas tácticas con organizaciones pequeñoburguesas deben limitarse en perspectiva parlamentaria y orientar la ruptura con sus representaciones tradicionales. Otro acuerdo práctico es ingresar propaganda revolucionaria en las filas de las masas que están adheridas en las organizaciones no comunistas. Estas dos situaciones en particular por absolutamente ningún motivo debe traducirse en crear programas comunes, ni organizaciones permanentes, ni renuncia a criticar a los aliados circunstanciales. Este tipo de acuerdos y de compromisos episódicos están estrictamente limitados a objetivos precisos.

El pronóstico del Frente Popular tiene tres hipótesis: 1) perder el favoritismo de la burguesía y ser superados por la ultraderecha; 2) la ruptura del propio frente ante sus contradicciones internas; 3) la consolidación de una burocracia que se sostenga por varios periodos. En cualquiera de los tres casos, inevitablemente existirá un proceso de alejamiento de las masas: un retroceso a los derechos conquistados, una mayor precarización a nuestra clase, un aumento en las movilizaciones de masas. Es fundamental que el Grupo de Acción Revolucionaria prepare a los mejores cuadros comunistas para influir de manera significativa en la clase trabajadora cuando no pueda ser contenida en el Frente Popular.

La izquierda revolucionaria tiene un programa anticapitalista pero no tiene hegemonía en la dirección del Frente Popular. La relevancia de nuestro programa es diferenciarnos del reformismo y combatir a la ultraderecha. Tenemos que señalar el modelo de Estado que buscamos: un Estado Obrero y antipatriarcal  para sentar las bases del socialismo internacional, con organismos de la democracia directa de las masas trabajadoras y el control de la economía por la clase trabajadora. Empezamos por la perspectiva estratégica, pues la militancia revolucionaria tiene que entender y asumir su tarea histórica para dar empuje a su política.

La lucha por el avance en la democratización debe ser una consigna permanente pues sólo es posible dentro del socialismo, sin embargo, hay que enfatizar esta contradicción del régimen socialdemócrata y por ende debemos levantarla como una consigna táctica. Democratizar todos los centros de estudio y fiscalías, conseguir una soberanía energética y económica del país, son programas que el Frente Popular no puede concederle a las masas. Avanzar en tácticas precisas, levantar consignas de transición, atacar a la ultraderecha y diferenciarnos del Frente Popular mostrando nuestro programa interpelando a las masas durante la crisis capitalista es el programa para la Acción Revolucionaria.

La caracterización de nuestra economía es la dependencia frente al imperialismo. El papel del reformismo mexicano es continuar una fallida integración norteamericana; generar políticas de concesión que aminoren el malestar de nuestra clase, sin trastocar el capital internacional. La pretensión de un sistema de bienestar de MORENA no plantea una alternativa. La “redistribución de la riqueza nacional” por medio de los programas sociales y políticas de austeridad sólo tocan la maquinaria estatal pero no trastocan de manera significativa al capital. La “redistribución de la riqueza” sólo es la redistribución mínima de un Estado heredado del neoliberalismo (enflaquecido) que obtiene su financiación de la clase trabajadora y no de la clase burguesa, es decir, el dinero que se distribuye es dinero de nuestra clase. El papel del reformismo mexicano es continuar una fallida integración norteamericana.

Nuestra postura sobre las cuestiones nacionales de México las desarrollamos bajo el principio internacionalista de la clase trabajadora. Las dinámicas de explotación y opresión por parte del capitalismo son a nivel global. El avance de un movimiento obrero, la construcción del Partido Comunista, levantar el Frente Único, la conquista del poder para la fundación de un Estado Obrero, son parte de una estrategía global por la abolición del capital y la instauración de un sistema comunista internacional. Estas posiciones no son una exposición idealista, al contrario, son los fundamentos que nos permiten elaborar nuestro análisis, formular nuestra caracterización de la lucha de clases actual, realizar perspectivas, creación de nuestro programa, desarrollo de nuestras estrategias y tácticas. 

Para el caso mexicano tenemos la tarea histórica de explicar la necesidad de construir el Partido Comunista, levantar el Frente Único y romper los cimientos del Frente Popular. Para avanzar hacia nuestras grandes tareas debemos emplear las mejores tácticas que nos permiten influir en todas las organizaciones y el movimiento de masas no comunistas, explicar pacientemente las necesidades históricas de nuestra clase y refutar uno a uno todas las falacias de la burguesía y la pequeña burguesía que exponen todos los días en sus medios de propaganda.

Todo espacio, organización o movimiento donde esté la clase trabajadora necesariamente debe llegar la propaganda comunista, influir en las ideas y orientar la acción. Ciertamente es ingenuo pensar que la clase trabajadora aceptara en un primer momento todas las ideas comunistas; esto solo es posible estando en contacto, manteniendo comunicación y participando directamente en las luchas de la clase trabajadora. La agitación y propaganda de nuestra organización tiene que perfeccionarse, elaborar un lenguaje particular en cada sector de la clase trabajadora, generando consignas de transición que permitan entender la lucha por las reivindicaciones mínimas hacia la lucha estratégica.

El Grupo de Acción Revolucionaria convoca a la clase trabajadora a combatir en todas las trincheras existentes para organizarnos en camino de crear nuestra propia alternativa como clase, sin concesiones ni pactos con la burguesía. Entender que cada derecho que conquistemos puede ser perdido si no tiramos el régimen del capital en su totalidad. Que el régimen democratico actual es una falacia, no es más que una dictadura de la burguesía. Que la única alternativa para conquistar una democracia real para la mayoría es mediante la dictadura del proletariado:  

¡LUCHAR VENCER, OBREROS AL PODER!

*Resumen del Balance Nacional del IV Congreso del Grupo de Acción Revolucionaria


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