Yan María
La importancia política del lesbianismo feminista para el proyecto socialista radica en que representa los siguientes grandes aspectos:
– La rebelión histórica de las mujeres, la cual ha provocado su persecución y castigo hasta el punto del exterminio.
– La subversión de la mitad de la humanidad contra la explotación-opresión milenaria del patriarcado sobre las mujeres a través de los hombres.
– La posición política más radical de la lucha social contra el patriarcado (actualmente capitalista) como un sistema económico, político, social y cultural inhumano y depredador.
– La estrategia política más profunda para la eliminación de dicho sistema, a fin de poder edificar una nueva sociedad: el socialismo feminista o mejor dicho, el comunismo feminista.
El lesbianismo no es un asunto sexual, es un asunto político, de ninguna manera se puede reducir a “una práctica sexogenital” como lo conciben las mujeres homosexuales, gays o queer. Por lo tanto, el lesbianismo no puede abordarse desde la llamada diversidad sexual, sino desde la perspectiva de la economía política, particularmente desde la visión marxista de ésta.
Para definir al lesbianismo es indispensable entender previamente el desarrollo histórico de la explotación-opresión de las mujeres por los hombres, situados como agentes del sistema económico político patriarcal. Porque antes que todo, las lesbianas son mujeres y las lesbianas feministas son mujeres conscientes y actuantes políticamente con su profunda capacidad de transformación social.
El papel histórico de la mujer ha estado sometido por casi cinco mil años, reducido en la generalidad a ser madre o esposa, eufemismos que disfrazan los verdaderos roles de esclavas, siervas, vasallas, sirvientas y subordinadas, relaciones de explotación-opresión que se pueden dar gracias a la dependencia económica de las mujeres hacia los hombres, trasladando esa condición desfavorable al ámbito político, social y cultural. En todo este proceso, las instituciones del matrimonio, concubinato, maternidad, heterosexualidad, coito, monogamia, feminidad, familia, prostitución, cuidados, trabajo doméstico, doble jornada de trabajo, etc. tienen un papel importante como perpetradoras del sistema patriarcal-capitalista. En este contexto, el lesbianismo se presenta como una rebelión integral contra la imposición de todas estas instituciones.
Al entender dicha opresión histórica, se puede comprender la razón de la persecución, así como la salvaje represión, de aquellas mujeres rebeldes contra su esclavitud. La forma de llevarlo a cabo se ha dado de diferentes formas: el encerramiento en el hogar, gineceo o harem; el tapamiento del cuerpo con el shador o velo; la feminidad como inhabilitación del desarrollo físico y mental; la reducción de los pies y extirpación del clítoris; el sometimiento al matrimonio arreglado, forzado o de niñas con adultos; la prostitución como única forma de vida y la trata; la violencia, hostigamiento, acoso intra y extra domésticos; la violación sexual dentro y fuera del hogar; el incesto, proxenetismo y pornografía; el botín de guerra; hasta la lapidación, el satí, la matanza de amazonas, la quema de brujas y el femicidio, etc. La manera de luchar por la abolición de dicha esclavitud es a través de “el amor entre mujeres” como alianza política (no del “sexo entre ellas” u homosexualidad femenina).
Cabe mencionar que la lucha de las lesbianas feministas de ninguna manera se dirige en contra de los hombres en particular, sino en contra del sistema patriarcal y sus fusiones con el sistema económico-político, que en conjunto crean relaciones de explotación y sometimiento de las mujeres. También existe el lesbiansmo anarquista separatista; otra corriente que considera como enemigos a los hombres en particular.
En los años 70´s, las feministas radicales hablaron de “amor entre mujeres” o la lesbianización de las mujeres. Esto no se referían a “sexo entre mujeres”, sino a lograr la independencia total de las mujeres respecto a los hombres; no solo económica y política, también social, cultural, emocional, sexual y espiritual. Se advierte que desde los años 2000, el neopatriarcado ha degenerado al feminismo. Asimismo le ha sucedido al propio lesbianismo, el cual se ha visto secuestrado por las mafias mercenarias de la diversidad sexual, por agentes del gobierno y empresas capitalistas.
El objetivo del lesbianismo feminista es colocar a mujeres y hombres en un nivel horizontal, democrático y no subordinado. Sólo así se podrá llegar a una relación de paridad (no de igualdad porque nunca podrán ser iguales) y de colaboración mutua que supere positivamente las relaciones de dependencia, de superioridad machistas/hembristas, de dominio, de explotación en aras de una sociedad justa y equitativa a la que nosotras llamamos socialismo o comunismo feminista antiimperialista, anticlasista, antirracista y antiecocida.
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