ECOFEMINISMO

Frida Casas y Carolina García Sevilla
Desde Rosas Rojas asumimos que nos encontramos frente a una crisis ambiental a nivel global, la cual es resultado del mantenimiento de la estructura ideológica, económica, política y social capitalista. Al ser la raíz, dicha ultraestructura es el elemento medular que hay que transformar, partiendo de que dicha transformación tiene necesariamente que ser radical, pues se encuentra internalizada hasta las relaciones intra e interpersonales existentes en la sociedad. Tanto la crisis ambiental como la opresión de las mujeres, son producto de una lógica que ha posicionado al ambiente y a la mujer, como objetos que pueden ser poseídos, explotados y sometidos, partiendo directamente bajo la lógica de los sistemas de dominación. La identificación de conexiones entre ambos sistemas de dominación, ha sido una razón para la necesaria creación de un diálogo entre el feminismo y el ambientalismo, es decir entre la lucha de las mujeres por su emancipación y la lucha por la defensa de la naturaleza.

Los procesos de neoextractivismo emprendidos por empresas trasnacionales y aceptados por cada uno de los países de gobiernos de corte imperial y desarrollista, que son dirigidos con el objetivo final de acumulación de capital, son el principal detonador de los procesos de contaminación, deterioro, saqueo y destrucción ambiental. La dinámica por la que son desarrollados, está basada en la extracción, de forma rápida y sin control alguno, de los recursos naturales del planeta, pese a las consecuencias que esto conlleva, llegando a afectar a miles de territorios que en este momento enfrentan consecuencias ambientales bastante severas. Hablamos de la exposición a contaminantes en ríos, lagos, tierras y aire; los procesos de despojo de la tierra; la precarización del trabajo; los procesos de saqueo de recursos naturales, entre otras más. Dichos procesos implican que las condiciones de vida para las personas y los demás organismos vivos se vuelven deplorables.

Frente a este contexto, a nivel mundial, mujeres organizadas están respondiendo ante dichas agresiones con la conformación de frentes en diferentes países. Un ejemplo de ello fue la V Asamblea de Mujeres, en el marco de la VII Conferencia Internacional de la Vía Campesina, en la que representantes de más de 70 países declaran de forma contundente la situación, no sólo que viven millones de campesinas a nivel mundial, sino la violencia a la que están expuestas las miles de millones de mujeres en el mundo.

En América latina los asesinatos de las y los luchadores de movimientos en defensa de la Tierra han tomado una posición importante en los debates, sin embargo hasta el momento no se ha desarrollado una organización de carácter internacional que haga un llamado a las ecofeministas para asumir una agenda común.

En México, la situación en la que se encuentran las mujeres y el ambiente, se caracteriza por la explotación, dominación, despojo y precarización. Esto ha empeorado a partir de la entrega de las grandes industrias energéticas nacionales a empresas trasnacionales extranjeras, la construcción de mercados artificiales y la cesión de nuestros recursos naturales. Con esto, el Estado mexicano nos demuestra que para el futuro del país, sigue construyendo una colonia dependiente, sin soberanía en ninguno de los aspectos básicos para su desarrollo.

Paralela a la situación ambiental, para las mujeres se continúa dibujando un contexto en donde la violencia aumenta a niveles exacerbados, pudiendolo notar desde la violencia doméstica, laboral, sexual, obstétrica de la que millones de mujeres en el país son víctimas, y que además, se conforma por violencia que aún sigue sin ser aceptada en el ámbito de las relaciones interpersonales en todos y cada uno de los espacios en donde se desenvuelven, sus trabajos, escuelas, centros de reunión y esparcimiento, las calles e incluso dentro de sus propias casas.

La respuesta que se tendría que estar gestando ante dicho panorama, aún no tiene la fuerza que nos demanda una lucha contra los sistemas de dominación y subordinación ante los que nos enfrentamos como sociedad, sin embargo, a través del ecofeminismo podemos reconocer que existe una propuesta seria para enfrentar de forma unificada estos procesos que amenazan tanto la vida de la mujer, como el mantenimiento de la integridad ambiental.

Antecedentes
Las primeras conexiones entre el feminismo y la ecología que dieron origen al ecofeminismo, se encuentran en las utopías literarias de las feministas de la década de 1970. Una primera voz fue la de Rachel Carson (1962), quien alertó al público e incitó a la gente a reaccionar en contra del abuso de los pesticidas químicos. Fue hasta 1974 que Françoise d’Eaubonne adoptó por primera vez el término de ecofeminismo, haciéndolo para evidenciar el potencial que tenían las mujeres para encabezar una revolución ecológica que conllevaría nuevas relaciones de género entre hombres y mujeres y una relación distinta entre los seres humanos y la naturaleza (Mellor, 2000).

La relación entre el feminismo y el ecologismo se ha construído a partir del planteamiento de que ambos, tanto como movimientos sociales y posturas ideológicas, comparten objetivos en común, los cuales no pueden ser abordados y resueltos de forma separada puesto que la raíz de la que nacen es la misma, los sistemas de dominación (Warren, 1996). Es por ello que la propuesta política es asumir la necesidad de la transformación radical de las relaciones básicas, desde las económicas y sociales y personales que se dan entre los humanos y el ambiente.

Principales posturas dentro del ecofeminismo
Diversas mujeres y pensadoras explican que así como no existe una sola postura feminista, en el ecofeminismo se han desarrollado muy diversas concepciones, entre las cuales destacan:

El ecofeminismo esencialista, en dónde una de las principales expositoras es Vandana Shiva. Ella considera que las diferencias tienen sus raíces en la propia naturaleza diferencial de hombres y mujeres, lo que sitúa a las mujeres más próximas a la naturaleza y, por lo tanto, más proclives a solucionar los problemas medioambientales. La corriente radical/cultural/espiritual destaca las conexiones históricas, biológicas y sociales entre la naturaleza y las mujeres, por lo cual considera que el dominio del orden patriarcal es el causante de la explotación y opresión tanto de la mujer como de la naturaleza.

Ecofeminismo socialista, en donde una de las mujeres que lo reivindica es Ariel Salleh. Esta orientación considera que el origen de las diferencias de relación que hombres y mujeres mantienen con el entorno, está en las funciones socialmente asignadas a cada uno de los géneros: la reproducción social y el cuidado del grupo familiar condicionan que sean las mujeres las que tienen un contacto más directo con los recursos naturales; especialmente en sistemas económicos de subsistencia. Las ecofeministas socialistas proponen la construcción de una sociedad basada en una nueva relación entre los géneros y una relación distinta con la naturaleza.

El feminismo liberal es coherente con los objetivos de la reforma ambientalista para alterar las relaciones humanas con la naturaleza desde dentro de las estructuras existentes de gobierno a través de la aprobación de nuevas leyes y reglamentos.

El ecofeminismo cultural ha analizado los problemas ambientales desde su crítica del patriarcado, a la vez que ha ofrecido alternativas que podrían liberar tanto a la mujer como a la naturaleza.

Con el objetivo de desarrollar los elementos esenciales que componen la base ideológica del ecofeminismo, se ha seguido desarrollando la filosofía del ecofeminismo, Karen Warren ha sido una de las principales expositoras. Ella sostiene que existe una necesidad urgente de unir las luchas feministas y ecologistas a través de la identificación de las conexiones existentes entre ambos. Sus aportes se han dedicado a examinar las conexiones entre las mujeres y el ambiente.

Avances del ecofeminismo
Respecto a los avances en el terreno legal, organizativo y político, como mencionamos anteriormente, la Vía Campesina, ha sido una de las organizaciones que a nivel internacional ha logrado levantar un espacio importante para las mujeres. Este año fue que a través de su V Asamblea de Mujeres de La Vía Campesina, participaron cerca de 150 mujeres de todos los continentes representando a 164 organizaciones de 79 países, lo que implica un mensaje importante a nivel nacional ya que ellas sostienen una defensa que además de reivindicarse como feminista, es también por el ambientes, por los territorios, por la soberanía alimentaria.

A nivel teórico podemos decir que el ecofeminismo ha tenido un gran desarrollo, sin embargo gran parte de la literatura se ha centrado en dejar a un lado el compromiso con asumir una vinculación entre la teoría y la práctica. Sin embargo, orientaciones como la de Warren (1996), sostienen la necesidad de vincularlas

“Necesitamos de filosofías como el ecofeminismo porque han roto la barrera de la inacción y la contemplación para llegar a la acción, a la participación política y a la expresión de intenciones […]”

Postura política de Rosas Rojas en el ecofeminismo
Hoy en día, existen distintas vertientes sobre el concepto de ecofeminismo, resultado de las polarizaciones actuales entre quienes participan en el debate de sus planteamientos esenciales. En esta mesa se construye un primer acercamiento al posicionamiento que el sector de Rosas Rojas reivindica.

En principio argumentamos que para poder definir una postura desde el ecofeminismo, en primera instancia, es necesario que se asuma qué postura política se reivindica dentro del feminismo y dentro del ecologismo, ya que de esta forma se delimitan los principios y las formas en las se basan los principios ético-políticos que direccionan un plan que tenga la capacidad de abordar los objetivos de ambos, hasta el punto de llegar a establecer un diálogo de construcción entre ellos.

Nuestra organización reivindica al feminismo y ecologismo, socialista, por lo que necesariamente parte de entender que el origen del sistema de dominación patriarcal capitalista está sustentado en las relaciones económicas y sociopolíticas de la sociedad moderna industrial, lo que nos ha conducido a la crisis ambiental y al mantenimiento de la opresión de las mujeres y otros grupos sociales que históricamente han sido discriminados y sometidos. De esta forma nuestro análisis rebasa el enfoque meramente esencialista que tienen gran parte de las corrientes ecofeministas, pues sostenemos la necesidad de reconocer los vínculos reales existentes entre la división de clases y las múltiples opresiones sociales que parten de una lógica de dominación.

De esta manera vemos la necesidad de movilizarnos desde una perspectiva de luchas de clases, por la reconstrucción de la lógica de las relaciones sociales, y por la reconfiguración de la relación entre sociedad-naturaleza. Decimos no a la sobrexplotación patriarcal, capitalista, neoliberal y depredadora de la mujer y la naturaleza, condenamos el androcentrismo histórico y demandamos la necesidad de la reconstrucción de la lógica por la que es guiado el desarrollo de las personas, de la reproducción de la vida, porque ambas estén fuera de la lógica de los sistemas de dominación y control.

¡Contra los sistemas de dominación y subordinación patriarcales!
¡Contra la feminización de la naturaleza y la naturalización de la mujer para mutuo perjuicio!
¡Contra la naturalización de la subordinación de las mujeres y la naturaleza!
¡Por un feminismo anti-imperialista, anti- clasista, anti-racista, anti- sexista y anti- ecocida!


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