Por Lluvia Rocha- Integrante de Rosas Rojas Juárez
10 años en la búsqueda de Esmeralda
Este próximo 28 de enero del 2019 Esmeralda Castillo cumple 24 años de edad y casi 10 años desaparecida. Familiares, amigos y camaradas de lucha le mandamos un fuerte abrazo donde quiera que se encuentre. Queremos decirle que no hemos dejado de buscarla un solo día; y que ella se ha convertido en otro importante símbolo de lucha en esta frontera, como Marisela Escobedo. Celebramos su cumpleaños con la cuarta edición del “Esmeraldatón”; una carrera que se hace cada año para promover las medidas de prevención de la trata de mujeres y el feminicidio en Ciudad Juárez, Chihuahua.
¡Esmeralda Castillo vive! ¡La lucha sigue!
Esmeralda Castillo tenía 14 años de edad cuando desapareció un 19 de mayo del año 2009. Se encontraba estudiando el segundo grado en la Secundaria Técnica #79. Era un martes a medio día cuando tomó la ruta central frente a la puerta de su casa. Ella solía tomar dos camiones para llegar a la escuela donde estudiaba en el turno vespertino, este camión la dejó justo en la esquina de av. Vicente Guerrero y Rafael Velarde en la zona centro de la ciudad: el último lugar donde fue vista.
Desde entonces su familia emprendió una ardua lucha por encontrarla con vida. Recorrieron a pie la ciudad entera pegando pesquisas, caminaron desde Lomas de Poleo hasta el Mezquital en diversas ocasiones. Don José Luis Castillo solía pasar la noche acostado en las banquetas del centro de la ciudad, fingiendo ser un vagabundo, con la esperanza de escuchar alguna información útil. Muchas veces, él y su familia, se vieron orillados a pedir limosna en la calle, para poder seguir sacando copias de la pesquisa; mientras la respuesta de Fiscalía siempre fue “es su hija, búsquela usted”.
Don José Luis nos cuenta cómo tuvo que dejar su empleo para poder dedicarse de tiempo completo a la búsqueda de su hija. Duraba varios días, comiendo solamente una coca-cola y un pan de dulce al día, recorriendo kilómetros bajo el sol, pegando pesquisas. Las autoridades mantuvieron una actitud omisa respecto al caso. Responsabilizaban a la familia Castillo por la desaparición de su propia hija. Les revictimizaban diciendo que eran una familia “disfuncional” y seguro por eso Esmeralda “se había ido por voluntad propia”.
A principios del año 2012, Don José Luis Castillo obtuvo información sobre el paradero de su hija. Había sido vista en el bar Don Beto´s sobre la avenida Juárez. Una mujer, que trabajaba en la barra, había hablado con “la niña del billete”; afirmando que estaba siendo prostituida en este lugar. Un par de años antes, la familia Castillo diseñó el billete-pesquisa de doscientos pesos, para difundir la imagen de su hija desaparecida. Esto como una estrategia para que la gente prestara atención a los rasgos de Esmeralda. Cientos de estos billetes fueron repartidos por toda la ciudad, y a diferencia de la pesquisa en hoja blanca, muchas personas lo conservaban en su cartera.
Tal fue el caso de la mujer que habló con Esmeralda en el Bar Don Beto´s, en la zona centro de la ciudad. El lugar se encontraba cerrado, mientras ella trabajaba en la barra, comentando con sus compañeras sobre aquel “ingenioso billete-pesquisa”. En ese momento, una jovencita se acercó y mantuvieron un intercambio de palabras por algunos segundos:
– Esa niña del billete soy yo…dígale a mi papá que venga a rescatarme, dicen que nos van a llevar a la Merced.
-Dame el número y la dirección de tu papá
-El número de mi papá es…
En ese momento fueron interrumpidas por el dueño del bar; quien rápidamente se llevó a Esmeralda y la metió en la bodega. De ahí salieron con otras tres jovencitas más, a quienes sacaron del Bar.
Después de este acontecimiento, la mujer trató de comunicarse con la familia Castillo, por medio de un canal de televisión local. Finalmente lograron ponerse en contacto y conocer la historia de su breve encuentro con Esmeralda. Estaban ante la posibilidad de localizarla con vida a casi dos mil kilómetros de aquí. La familia Castillo informó a las autoridades sobre lo sucedido y pidió el apoyo para trasladarse a la Ciudad de México. Tras una serie de ineptitudes por parte de Fiscalía, resuelven con un simple: “es su hija, búsquela usted…nosotros no somos beneficencia pública”.
Entonces Doña Martha y Don José Luis se dispusieron para gestionar su propio viaje vendiendo hamburguesas y paletas de chocolate en la Plaza de Armas. Pidieron ayuda de la comunidad para recuperar a su hija, recibiendo el apoyo solidario de activistas, medios de comunicación y otros familiares de víctimas. Con esto, nuevamente lograron llamar la atención y mucha gente se unió a la causa comprando sus productos.
Al llegar a la Ciudad de México, no conocían a nadie y no sabían exactamente por dónde comenzar su búsqueda. Decidieron repartir los billetes en diferentes lugares públicos, y fueron localizados por varios medios de comunicación a nivel nacional e internacional. Uno de ellos el programa de Rocío Sánchez Azuara, dónde fueron entrevistados y pudieron exponer su caso. Gracias a su denuncia pública, lograron participar en un operativo en el cual se rescató a cuatro niñas víctimas de trata. Desgraciadamente, ninguna de ellas era Esmeralda.
La familia Castillo recorrió la zona centro, Tepito, la Merced y otras áreas de la Ciudad de México. En este caso, los medios de comunicación fueron un arma de doble filo. Por un lado, ayudaron bastante para dar a conocer el problema por el que atravesaban; sin embargo, generaron una gran controversia a nivel internacional, siendo muy probable que hayan alertado a quienes tenían a su hija en ese momento. Después de quince días, regresaron a Ciudad Juárez sin Esmeralda, pero con toda una red de contactos para continuar su lucha.
Al volver a ciudad Juárez, acudieron a la inauguración de la Fiscalía de Género y se enfrentaron al entonces gobernador del estado, César Duarte. Le reclamaron la falta de apoyo del gobierno hacia las familias, haciendo ironía de los 120 millones de pesos gastados en una Fiscalía de género, que ni siquiera podía apoyar en la búsqueda de las jóvenes desaparecidas. Tres días después de este evento, en abril del 2012, recibieron una visita de la policía ministerial en su propia casa. Don José Luis nos relata lo sucedido durante ese día:
“Mi hijo venía llegando cuando se encontró a los ministeriales afuera de la casa. Le preguntaron por José Luis Castillo…les dijo que él era José Luis Castillo, a lo que ellos cuestionaron: ¿Tú tienes una hija de 14 años? – “Ah no, es mi papá”- les dijo. Le respondieron que ambos debíamos acompañarlos porque habían encontrado a Esmeralda y teníamos que reconocerla. Nos pareció muy extraño, pero decidimos ir, al llegar a Fiscalía nos interrogaron a cada uno por separado; luego nos juntaron y nos hicieron esperar dos horas. Después regresaron para decirnos lo que procedería…”
Después de tres años apareciendo continuamente en los medios de comunicación, Don José Luis y su hijo fueron acusados de 45 asaltos a mano armada con un uzi 9mm y un revólver calibre 45. El fiscal encargado de la investigación por el caso de la desaparición de Esmeralda, había sido cambiado de departamento recientemente. En esta ocasión, había podido resolver de manera eficiente, el caso de la acusación contra dos miembros de la familia Castillo.
Pasaron los primeros tres meses sin derecho a visitas en el Centro de Readaptación Social (CERESO). Transcurrida la primera semana, los mandaron al área de acusados por feminicidio y desaparición de mujeres. Ahí constantemente los amenazaban de muerte. Los intimidaban y cuestionaban sobre su intención de promover penas más duras para los acusados por esos delitos. Don José Luis trataba de explicarles, en qué sentido de manera indirecta, él apoyaba a quienes eran inocentes y estaban siendo utilizados como “chivos expiatorios” para dar carpetazo al asunto.
Hasta el día de hoy, Don José Luis está convencido de que los querían matar. Aun recuerda con lágrimas en los ojos cómo su hijo lo abrazaba llorando y le decía “Ni modo jefe, con usted hasta la muerte”. En una ocasión, González Nicolás, el Fiscal General de entonces, le ofreció su libertad inmediata, a cambio de aceptar haber cometido los 45 asaltos a mano armada. Don José Luis lo rechazó de manera tajante, mientras su hijo le reprochaba y reclamaba volver a ver de nuevo a su pequeña recién nacida.
Don José Luis Castillo está muy agradecido con sus abogados Karla Micheel Salas y David Peña por todo el apoyo, que, de manera incondicional, le han proporcionado para salir adelante en la búsqueda de Esmeralda. Ellos se encargaron de su familia durante los ocho meses que permaneció preso. “Le ayudaban a Martha con el mandado y los recibos de la casa…también me dieron dos cursos de derechos humanos durante seis meses y me dijeron que lo único que les debía era seguir asesorando familias en su lucha por la justicia…siempre estaré orgulloso de pertenecer al Grupo de Acción por los Derechos Humanos y la Justicia Social”.
Pasaron los primeros tres meses viendo cómo a todos los presos los visitaban, menos a ellos. Se endeudaban con facilidad por los servicios de limpieza y lavandería del CERESO. Desconocían todo sobre como se manejaban las cosas en un lugar como ese. No sabían porque de pronto les decían que ellos eran los “wampa” solamente por no tener dinero para pagar los servicios. No faltó quien públicamente los culpara por la desaparición de Esmeralda. Nunca quisieron responder a provocaciones para no entorpecer su proceso legal.
Algunos presos los defendían encarando a sus compañeros: “tú estás aquí porque hiciste algo malo, ellos están aquí porque al gobierno le conviene que se callen”. Otros los ayudaron a pagar sus deudas; les expresaban su apoyo y reconocimiento. Una de esas noches, José Luis le dijo a su papá que tenía muchas ganas de desayunar unos “hot cakes”. Esa misma noche Don José Luis pidió prestada una tarjeta de teléfono para hacer una llamada a Doña Martha:
-Vieja, no tengo mucho saldo, te llamo rápido para decirte que mañana nos traigas dinero para unos hot cakes.
-No, no voy a ir mañana
– ¿Por qué no?
– ¿Qué no sabes?
– ¡No! ¿Qué pasó?
– Ya están libres ¿No te han dicho nada?
-No…
Dice Don José Luis que hay fechas que no se olvidan. Ese 11 de diciembre del 2012, salieron del CERESO a las 2:00am, después de haber pasado ocho meses en prisión. Tiempo durante el cual varias veces pensaron que no saldrían vivos. Finalmente, la navidad del 2012, se reunían con su familia. José Luis con su pequeña de meses. Pero ni el hambre, el frío, la cárcel o el miedo a la muerte, los harían desistir de su lucha por encontrar a Esmeralda.
Casi un mes y medio después llevaron a cabo “La Caminata por la Vida” en enero del 2013. Varias madres de familia decidieron emprender esta acción después de descubrir que Fiscalía había vaciado la basura de las papeleras en el ataúd de una de las víctimas a quien velaban en un domicilio particular. A un año del hallazgo de los cuerpos en el Arroyo del Navajo, esta marcha se hacía para exigir avances en los casos de desapariciones de jovencitas. Las madres caminaron más de 360 kilómetros a la ciudad de Chihuahua para hablar con el gobernador. Don José Luis nos platicaba que ese día partieron con dos galones de agua, cinco chocolates, dos rollos de papel de baño y veinte pesos en la cartera
La caminata inició en el Panteón San Rafael. Durante el trayecto otras madres se fueron uniendo y atravesaron el desierto con temperaturas bajo cero. Doña Bertha nos platicó que una noche el frío se sintió tan intenso que tuvieron que darse calor cuerpo a cuerpo. El objetivo se logró por relevos, mientras unos descansaban en los vehículos, otros avanzaban. En esa caminata participaron varios compañeros de lucha.
A Maclovio le tocó aventarse el último tramo de Sacramento a Chihuahua. Al llegar a la ciudad de Chihuahua se toparon con la noticia de que el gobernador, César Duarte, se encontraba en “una cruzada contra el hambre” en el estado de Chiapas, y no podía atenderlas. Los familiares se negaron rotundamente a firmar acuerdos de manera privada, comienzan a exigir una reunión en la plaza pública.
Después de confrontar al gobernador, una de las madres fue amenazada de muerte. Elementos de la policía federal se dedicaron a vigilar su comportamiento, a rodear su casa e intentar meterse. Un día en la mañana recibió una llamada, era una persona diciéndole que se saliera de su casa porque la iban a secuestrar. Ella agarra a sus hijos, se va con una vecina y desde ahí mira lo que sucede. Sujetos armados entraron a su casa y empezaron a revisar todo, sacaron los muebles y artículos personales. Ella no entendía que era lo que buscaban, pero a partir de aquel momento decide pedir asilo político en Estados Unidos. Logra llegar a San Francisco con apoyo de distintas organizaciones (Ibarra, 2013).
Ese mismo año nace el proyecto “Los Rostros del Feminicidio” con el rostro de Marisela Escobedo. El primero que pintó Maclovio sobre la calle Montebello en el fraccionamiento “Las Misiones”. Un año después, en octubre del 2014, pintó el rostro de Idaly Juache Laguna, quien era modelo y cuyos restos fueron encontrados en el Arroyo del Navajo en el año 2011. Aunque en el 2012 ya se había pintado el rostro de la señora Sara Salazar. Como un tributo a la familia de activistas que fueron exiliados y desaparecidos en el Valle de Juárez durante los años de lucha contra la militarización.
En febrero del 2015 comenzó formalmente el proyecto de “Luchando hasta encontrarlas” y “Los rostros del feminicidio”. Por un lado, expresábamos la incansable lucha por encontrar a las jovencitas con vida y por otro llevábamos a cabo un ejercicio de memoria. La historia que ha marcado a esta frontera como el epicentro de la lucha contra el feminicidio a nivel mundial. Nuestro objetivo principal siempre fue denunciar el feminicidio y la desaparición de mujeres como lo que nosotros consideramos que son: crímenes de Estado. Entre febrero y marzo del 2015 pintamos los rostros de Esmeralda Castillo Rincón, Lilia Alejandra García Andrade, la señora Bertha García y Mónica Janeth Alanís Esparza.
Don José Luis nos dio la idea de intercambiar latas de pintura en aerosol por tacos de barbacoa en el monumento de la ciudad. Así fue como empezamos a recolectar más material para seguir pintando rostros. Durante esta acción conocimos a la señora Paula Flores y su familia. Nosotros no sabíamos que su hija Guillermina había sido quien diseñó el símbolo de la cruz rosa con el fondo negro que vemos pintada en casi todos los postes de la luz en el centro de la ciudad. De alguna manera nos sentíamos conectados a esta historia. Tal como ellas empezaron, la pinta de cruces y de murales nos permitió posicionar públicamente un discurso que señalaba directamente al Estado como el primer responsable por estos crímenes de lesa humanidad.
Otras organizaciones civiles y particulares se unieron a la causa donándonos más latas de pintura en aerosol; por ejemplo, Marisela Ortiz de Nuestras Hijas de Regreso a Casa, la Asociación Civil “Compañeros, y algunos familiares de víctimas. También conseguimos 18 cubetas de pintura acrílica que había sido donada a la asamblea universitaria a finales del año 2014. Todo este material lo utilizamos prácticamente durante los dos años siguientes.
En febrero del 2015 Don José Luis Castillo impulsó otro proyecto que revolucionó gráficamente la denuncia de los feminicidios y las desapariciones de mujeres. Este fue la instalación de mamparas de dos metros de alto con la fotografía de la chica y una breve historia de lo sucedido. Hasta ahorita se han instalado tres memoriales de este tipo: dos con casos de feminicidio (Lilia Alejandra García Andrade y Silvia Rivera) y una víctima de desaparición forzada (Esmeralda Castillo).
A la fecha hemos pintado 21 murales con 26 rostros de mujeres desaparecidas o víctimas del feminicidio. A raíz de nuestra iniciativa, otro grupo de madres se organizó de manera independiente para pintar a sus hijas. En total suman aproximadamente 50 rostros esparcidos por toda la ciudad. Desde Lomas de Poleo hasta el Mezquital; desde donde Don José Luis solía hacer sus primeros recorridos pegando pesquisas de Esmeralda.
En enero del 2015 Don José Luis se manifestó durante la visita del entonces presidente Enrique Peña Nieto. Él y otros familiares de víctimas buscaban que los recibiera en una audiencia pública. Don José Luis fue reprimido por las fuerzas de seguridad que le impidieron llegar hasta el lugar dónde el acto se llevaba a cabo. Casualmente, un día después de este evento, la familia Castillo fue notificada del hallazgo de los restos de Esmeralda. Un pedazo de tibia había sido encontrado en “El Arroyo del Navajo” casi dos años antes y según ellos ya habían mandado realizar dos exámenes de ADN que probaban la muerte de Esmeralda Castillo. Muchas preguntas quedaban en el aire ¿Solamente un fragmento de tibia? ¿Cuántos huesos tiene el esqueleto humano? ¿Una persona puede vivir sin una pierna?
La familia Castillo se negó a aceptar el pedazo de tibia que Fiscalía les pidió aceptar para poder pasar el caso a “feminicidios”. En esta ocasión, como en otras, les ofrecieron el “apoyo económico” que otras familias ya recibían por aceptar dicha situación. Fue entonces que Don José Luis le dijo al jefe de periciales que si aceptaría el dinero que le ofrecían. A lo cual ellos reaccionaron muy positivamente preguntándole que si cuánto quería. Don José Luis le respondió al jefe de periciales:
-Quiero lo que vale tu hija
– ¡Mi hija no tiene precio!
– ¡La mía tampoco!
A partir de entonces, Fiscalía no tuvo más remedio que expedir el documento oficial correspondiente afirmando lo que era la verdad. Con el pedazo de tibia encontrado en El Arroyo del Navajo, no se podía determinar que Esmeralda Castillo estaba muerta. El viernes 16 de septiembre del 2016 fue el primer rastreo ciudadano en El Arroyo del Navajo. Este lugar es conocido como el cementerio clandestino más grande del Estado de Chihuahua.
Restos pertenecientes a 21 mujeres han sido identificados en ese lugar durante los últimos años. La mayor parte de ellas reportadas como desaparecidas en el centro de la ciudad. A la fecha cinco hombres han sido sentenciados por estos crímenes. Después de esto se organizaron cuatro rastreos más. Muchas organizaciones participamos en esta búsqueda. Nosotros mismos, sin ayuda del gobierno, encontramos huesos humanos, balas, ropa de hombre, ropa interior femenina, zapatos, monedas etc.
Otra actividad que Don José Luis ha realizado desde el año 2015 han sido los talleres de prevención de la trata de personas y el feminicidio en escuelas secundarias y preparatorias. De hecho, nuestra finalidad es conjuntar el proyecto de los murales con el de los talleres de prevención en las escuelas. En septiembre del año pasado llevamos a cabo la primera prueba piloto de este nuevo proyecto que busca unir ambos tipos de intervención.
Desde el 2015 estuvimos trabajando con Don José Luis Castillo investigando el caso de Esmeralda con dos reporteras que venían de Los Ángeles, California. En febrero del 2016 tuvimos la visita del Papa en Ciudad Juárez. Un día antes, César Duarte organizó un evento con la prensa internacional para dar a conocer el modelo que había generado “grandes avances” en materia de seguridad en el estado de Chihuahua. Creo que pocas veces nos habíamos sentido tan enojados e indignados como ese día.
Con la ayuda de las reporteras, decidimos entrar como parte de la prensa que había sido invitada al evento. Don José Luis tenía un micrófono oculto en su camisa. Llevábamos la lona de Esmeralda escondida en una mochila. Entramos y escuchamos todas las participaciones de los ponentes. Ahí estaba César Duarte, la familia Cabada, los Fuentes, los De la Vega, el fiscal general del estado de Chihuahua y todos quienes cuatro años antes habían metido preso a Don José Luis Castillo.
Justo después de que César Duarte terminó su discurso, Don José Luis ya se encontraba frente a la audiencia. Con dos movimientos se subió al estrado y tomó la tribuna antes de que apagaran el sonido. Decenas de medios a nivel internacional se acercaron para grabarlo. Comenzó desmintiendo lo que habían dicho todos los demás. Denunció la invisibilización de los feminicidios y las desapariciones de mujeres en el “discurso oficial”. Apagaron el sonido y Don José Luis bajó para seguir dando entrevistas a los medios de comunicación. Los guardaespaldas de César Duarte nos miraban fijamente con toda la intención de impedirnos salir del lugar.
Salimos de ahí antes que él y seguíamos escuchando todo lo que pasaba por el micrófono de su camisa. Nos estacionamos en una plaza comercial a unos metros del salón Cibeles. Hasta ahí llegó caminando Don José Luis minutos después. Después de ese día la familia Castillo recibió amenazas de muerte que, según la policía federal, fueron hechas desde el conmutador de gobierno del Estado en la Ciudad de Chihuahua.
En mayo del año pasado la familia Castillo organizó “La Caravana de la Realidad del Norte”. Esta caravana se organizó con el objetivo principal de dar a conocer muchas de las problemáticas por las que atravesamos en esta frontera y también denunciar un año más de impunidad en los casos de desaparición y feminicidio de cientos de mujeres y niñas. Entre ellos el caso de Esmeralda Castillo.
Desafortunadamente, el 90% de las organizaciones progresistas en el estado de Chihuahua han dado un claro giro hacia la derecha con el “nuevo amanecer” de Javier Corral. Otros dos casos que buscó visibilizar la caravana es el de Ana María Gardea Villalobos, quien tenía 10 años de edad cuando fue víctima de feminicidio en 1997. Hasta el día de hoy este feminicidio infantil continúa impune; sólo 3 de los 7 asesinos fueron consignados ante las autoridades.De la misma manera, Flor Fabiola Rivera quien fue víctima de un feminicidio la segunda semana de diciembre del año 2004; era muy joven y sus asesinos dejaron huérfano a un niño de dos años. Fabiola fue asesinada en su propia casa y hasta el día de hoy no hay ningún culpable en la cárcel, un caso más de ciudad Juárez que se encuentra en la total impunidad.
La caravana de la Realidad del Norte atravesó las ciudades de Chihuahua, Jiménez, Saucillo, Torreón, Zacatecas, San Luis, Querétaro y la Ciudad de México. Diversas organizaciones apoyaron en esta acción; entre ellas los maestros normalistas, los compañeros de Veterania, el Grupo de Acción por los Derechos Humanos y la Justicia Social y el Grupo de Acción Revolucionaria/Rosas Rojas.
Después de casi 10 años, la familia Castillo continúa en la lucha por encontrar a su hija con vida. Con fuertes indicios de que Esmeralda fue o ha sido víctima de trata, en este décimo aniversario hacemos honor al mensaje que este padre nos comparte en el marco del 24 aniversario de su hija Esmeralda:
“Ya basta de que los hombres sigamos diciéndoles a las mujeres cómo deben vestirse, cuando deben casarse, cuando deben embarazarse o abortar. Nadie más que ellas son quienes deben decidir sobre sus propios cuerpos”
Deja un comentario