Frida Casas
La trata de personas y la explotación sexual forman parte de un negocio a nivel internacional y ha ido en aumento en el marco de la globalización económica. Esta industrial sexual se alimenta de tres sistemas de poder: el patriarcal, el capitalista neoliberal y el racial cultural, los cuales son el andamio de la violencia hacia las mujeres y niñas sometidas a la explotación sexual. La trata de personas es un delito que tiene sus raíces en un fenómeno antiguamente conocido como trata de blancas, término que procede del francés traite des blanches. Este concepto se refiere al comercio de mujeres de tez blanca, principalmente de nacionalidades europeas, que durante el siglo XIX e inicios del XX, eran trasladas a países africanos, árabes o asiáticos para ser explotadas sexual y laboralmente. En este tiempo, la trata de blancas se refería específicamente a la explotación de mujeres durante la colonización y el inicio del sistema capitalista, cuando los colonizadores, los primeros empresarios y sus empleados blancos que pasaban largo tiempo sin sus esposas o parejas propiciaron la industria del comercio sexual.
La trata es un fenómeno que actualmente ha alcanzado una magnitud sin precedentes como instrumento para nutrir la industria de la prostitución y está definida como la captación, el transporte, traslado, la acogida o la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficio para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación. (Protocolo de Palermo).
Esta explotación se dará en términos de prostitución u otros modos de explotación sexual, como trabajos o servicios forzados, la esclavitud donde se les priva de todos sus derechos, los convierten en objetos en poder de otros, dirigiendo sus acciones y sus vidas, convirtiéndolos en simples mercancías con las cuales negocian y generan increíbles ganancias, o la extracción de órganos; la explotación sexual en mujeres y niñas es la forma más común de este delito. Es importante identificar las principales causas de la trata de personas como son: la pobreza, la desigualdad social y económica, el libre mercado, la facilidad para mover dinero a nivel internacional, el crimen organizado, el sistema de cultura patriarcal, y la gran demanda de la prostitución.
La trata de personas con fines de explotación sexual han cobrado vida dentro del sistema capitalista patriarcal en el que se cosifica y mercantiliza el cuerpo de las mujeres, a su vez, se garantiza el acceso sexual masculino al cuerpo de las mismas; por esta razón se niega el carácter social- cultural del cual surgen estas conductas y son normalizadas y naturalizadas. Basta observar que las mujeres son obligadas a venderse y los hombres son quienes tienen acceso a elegir comprar los cuerpos de las mujeres, ejerciendo una posición de poder. En este tenor es importante reflexionar no solo sobre la clase de sociedades que resultaran de economías cuyo desarrollo se fundamenta en la mercantilización de la sexualidad y de los cuerpos de las mujeres, sino también sobre su devaluación simbólica. La industria del sexo debe analizarse desde la economía política para comprender el grado que ejerce como poder económico, es una pieza fundamental para la economía de los países que han decidido desarrollarse mediante estas prácticas, “tan sólo en América Latina y el Caribe, el 17 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) lo deja la industria del sexo” (Teresa Ulloa, directora de la Coalición Regional contra el Tráfico de Mujeres y Niñas para América Latina y el Caribe). La trata de personas para fines de explotación sexual y laboral genera todos los años 12 mil millones de dólares en beneficios en América Latina y el Caribe, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) además de que México y Estados Unidos son los países de destino que concentran el mayor flujo del tráfico por trata de personas en la zona de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe según la Oficina de las Naciones Unidas de la Droga y el Delito (UNODC). La trata de personas se sitúa como el tercer negocio más lucrativo a nivel mundial, tras el narcotráfico y la venta de armas. Sin duda es un negocio muy rentable para los proxenetas que en la mayoría de los casos son altos funcionarios y empresarios que generan riqueza a costa de las redes de trata de mujeres, niñas y niños. En cuanto al origen nacional de los tratantes, se han registrado 13 nacionalidades distintas. Guatemala encabeza la lista con casi el 50% de los casos, México se ubica en segundo lugar con el 23% y el porcentaje que resta corresponde a países como Honduras, Costa Rica, Nicaragua, Colombia, El Salvador, Argentina, Bélgica, Belice, Ecuador, Hungría y Venezuela. En 2012 operaban por lo menos 47 redes de trata en México y en 2019 México ya rebaza la media internacional de trata de personas marcada por la ONU. En el mundo el 72% de las víctimas de trata son mujeres mayores de 18 años, con un aumento creciente en niñas, e información obtenida por la CNDH resalta que “el número de mujeres víctimas de trata de personas en México es mayor, representando el 85% de las víctimas”.
Es menester realizar un análisis con perspectiva de clase respecto a la trata con fines de explotación sexual, la mayoría de las mujeres que están en situación de prostitución, son mujeres de clases bajas, que no tiene otras opciones de ingresos y se les orilla de alguna u otra manera a tomar esa decisión, empujadas por la precarización del trabajo, y las nulas oportunidades y opciones laborales. Por otro lado, las mujeres que son explotadas sexualmente por los proxenetas sin su consentimiento, son mujeres de clases bajas, en donde los proxenetas y tratantes saben que será más fácil sustraer a una mujer con este perfil, por muchas cuestiones, una de ellas es que saben que las familias no tendrán el poder adquisitivo y ni siquiera en muchos casos el tiempo para reclamar la desaparición de una de sus hijas, hermanas o madres, porque tienen que continuar trabajando ya que siguen siendo el sostén de una familia. Las redes de trata y explotación sexual tienen un trasfondo muy importante en la economía y la política.
Las últimas semanas en la Ciudad de México y en los estados de la república, se han hecho más evidentes los intentos de secuestros con fines de trata y otras violencias hacia las mujeres, es menester tener claridad política para identificar los factores que originan estos contextos y situaciones, los secuestros y la violencia responden a un problema de base sistémico y estructural, capitalista y patriarcal, que como se mencionaba anteriormente, responde a intereses económicos. No se puede continuar con soluciones paliativas que no solucionan el problema medular. Secuestran violentan y matan a las mujeres con fines de trata y explotación sexual, se matan a las mujeres por esta cultura patriarcal que genera el sistema capitalista neoliberal cuando mercantiliza y vende el cuerpo de las mujeres, se violenta a las mujeres por los roles de poder que genera la estructura de masculinidad hegemónica. La trata y explotación de mujeres y niñas es una problemática que se tiene que eliminar desde la raíz.
¡Desmantelemos las redes de trata y explotación sexual, son ellos los que nos secuestran, violentan y matan!
¡Erradiquemos la cultura patriarcal y la masculinidad hegemónica!
¡Eliminemos todas las formas de violencia y explotación hacia las mujeres!
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