Violencia hacia las mujeres en el transporte público

“Son las 10 de la noche mientras llego a la estación de metro Rosario. Subo las escaleras y compro rápido mi boleto en la única taquilla abierta. Paso los torniquetes y busco el tren con dirección a Tacubaya. Me apresuro al escuchar que pronto llegará. Llego a la sección para mujeres, hay otras 2 mujeres, me siento un poco más tranquila. El tren llega y subo atenta de las pasajeras. Busco un lugar, me siento del lado de la ventana y me recargo en ella para descansar un poco. Es la estación de Tacuba, sube un hombre, alrededor de unos 40 años. Se sienta en el lugar del pasillo y me mira a mí y a otra joven que viene en frente de él. Incorporo mi cuerpo, me pongo alerta y mis manos sudan un poco. Pasan unas cuantas estaciones, volteo a ver al hombre y miro cómo debajo de su chamarra mueve su mano asquerosamente para masturbarse mientras me mira a mí y a la joven que está sentada enfrente de él”.

¿Cuáles son las cifras de violencia en la Ciudad de México?

México es uno de los países más inseguros para que las mujeres viajemos en el transporte público. En noviembre de 2018, ONU Mujeres reveló en un estudio realizado en la Ciudad de México, que 96.3% de las mujeres usuarias del transporte y de los espacios públicos de la CDMX han vivido, por lo menos en alguna ocasión, algún acto de violencia sexual en la vida; el 85% de ellas expresó que les ocurrió en el último año.

Estas formas de violencia que a diario se multiplican contra las mujeres en el transporte y en los espacios públicos necesitan dejar de ser normalizadas para visibilizarse. Desde recibir miradas morbosas, piropos obscenos u ofensivos de carácter sexual, susurrarnos cosas obscenas al oído, tocamientos, tomar fotos o videos a nuestro cuerpo, que nos muestren los genitales, que se toquen o masturben frente a nosotras, que nos persigan o intimiden, recibir propuestas sexuales no deseadas, eyacular en frente de nosotras, hasta la violación, son formas de violencia sexual que se ejercen contra nosotras en el transporte y espacio público y nosotras seguimos y seguiremos gritando ¡YA BASTA!

El estudio revela que las mujeres más jóvenes somos quienes sufrimos más violencia sexual en el transporte y espacio público. De hecho, el grupo de usuarias que hace mayor uso del transporte público somos las mujeres estudiantes y las mujeres trabajadoras. Somos nosotras quienes, para llegar a nuestro espacio de trabajo y a nuestro espacio de estudio, necesitamos hacer uso todos los días de uno o más transportes como el metro, microbús, combi, taxi o camión, los que, dependiendo la lejanía y los horarios que tenemos, usamos desde el horario más temprano en el que salimos de nuestras casas hasta la noche para tomar el último transporte de regreso.

En cuanto a los espacios y transportes más inseguros, el metro y la calle son los lugares con mayor incidencia de actos violentos contra las mujeres, seguido de los microbuses y paraderos. Los recorridos que hacemos a diario las mujeres, en su mayoría los hacemos solas, y esto se refleja en que más del 70% de los actos de violencia contra las mujeres en transporte público son realizados cuando vamos solas.

En el mismo estudio, se reveló que 8 de cada 10 mujeres han recibido piropos obscenos u ofensivos y de carácter sexual en algún lugar o transporte público, a 2 de cada 10 mujeres les han susurrado ofensas sexuales y 8 de cada 10 mujeres afirman que han mirado su cuerpo de forma morbosa en el espacio y transporte público. De hecho, los actos violentos que más de la mitad de las mujeres hemos vivido en espacios y transportes públicos son tocamientos, manoseo, acoso verbal e intimidación.

Estas son algunas estadísticas que reflejan la realidad de lo que vivimos las mujeres todos los días mientras realizamos nuestros recorridos en el transporte público. Son formas de violentarnos y de ejercer poder contra nosotras, porque la educación patriarcal y machista ha mostrado a la mujer como objeto de placer sexual. Las miradas y comentarios no consentidos no tienen otro fin más que el de intentar intimidarnos y reforzar el poder masculino al que esa misma educación les ha inventado derechos sobre nosotras. Es necesario visibilizar que el acoso en los espacios públicos es una forma de invadir nuestros cuerpos, de intimidarnos. Es el poder y privilegio del patriarcado que cada vez escala con mayor voracidad hasta los tocamientos, amenazas, persecuciones, y como sucedió a inicios de este año, de intentos de secuestro en el transporte público. Sin embargo, parece ser que aunque estas cifras cada vez son más alarmantes, no es tema urgente para el actual gobierno frente a las medidas que está implementando.

Entre las instancias a las que las mujeres, víctimas de alguno de estos actos de violencia, acuden a solicitar apoyo o denunciar son directamente con policías, Módulos de atención a Mujeres que Viajan y al Ministerio Público. Sin embargo, entre las razones por las cuales la mayoría no lo hace es porque afirma no sentir confianza en las autoridades. La impunidad que se vive en el sistema de justicia en México es un elemento fundamental para entender el bajo índice de denuncias de mujeres.

Por ello, el llamado a la organización de las mujeres es una acción urgente que seguiremos sosteniendo para exigir un sistema de justicia que responda a la alarmante ola de violencia en México.

Todos los días levantamos la consigna de vivir sin miedo, pero la realidad machista y misógina nos rebasa. La percepción de inseguridad de las mujeres en el transporte público es alarmante. 54.4% de las mujeres se sienten inseguras en el transporte público, más del 70% de las mujeres tienen miedo a ser agredidas sexualmente en el transporte público. La percepción de inseguridad de las mujeres no se queda en el imaginario, es una realidad que necesita urgentemente ser atendida.

Medidas de Seguridad

En cuanto a las medidas a las que las mujeres nos vemos obligadas a incorporar son procurar andar acompañadas en el transporte, no salir de noche o muy temprano, traer gas pimienta, alfileres, procurar no caminar sola en la calle, circular por lugares alumbrados, usar ropa holgada o muy cubierta.

Sin embargo, estas medidas a las que nos vemos orilladas a implementar, también transgreden nuestra autonomía, movilidad y libertad. La violencia estructural contra las mujeres modifica nuestras formas de interactuar y el libre derecho de caminar seguras por las calles. Estas formas de violencia transgreden nuestros derechos al impedirnos y obstaculizar nuestra movilidad en los espacios y transportes públicos, así como nuestra autonomía respecto a nuestros cuerpos. No queremos vivir con miedo, pero frente al contexto terriblemente violento, muchas mujeres viven con miedo.

¡Nosotras queremos caminar de forma libre y segura!

Intentos de Secuestro

El estudio también revela que 2 de cada 10 mujeres han sido perseguidas por lo menos una vez en su vida para ser atacadas sexualmente.

A estas cifras se han sumado los intentos de secuestro que se suscitaron en el mes de febrero cerca de algunas estaciones del metro o al interior de estas que, de acuerdo a un mapeo realizado en las mismas redes, las estaciones en las que frecuentemente se realizaron estos ataques fueron Bellas Artes, Zapata, Constitución de 1917, Tasqueña y San Juan de Letrán, y algunas otras estaciones donde se dio más de una ocasión fueron Barranca del Muerto, Coyoacán, Ermita y Martín Carrera. Tras las denuncias realizadas en redes sociales, se llegaron a registrar más de 100 casos de intento de secuestro que les han sucedido a usuarias del metro en los últimos años.

Es evidente que estos intentos de secuestro no son solamente un acto más que violenta a las mujeres. Es necesario que se dé seguimiento en este tema y se investigue y dé a conocer el trasfondo de quiénes y cómo operan estos delitos, en donde participan más de una persona en diferentes zonas de la ciudad de México. Lo que nos lleva a preguntarnos su vínculo con redes de trata o narcotráfico, tema de emergencia nacional que todos los días explota y mata a mujeres.

Por ello consideramos que estos casos de intentos de secuestro no pueden ser olvidados ni minimizados por las autoridades, y por el contrario, deben seguir siendo un tema primordial a resolver por parte del actual gobierno.

¿Cómo responden las autoridades frente a la violencia hacia las mujeres?

En respuesta a este escenario de violencia contra las mujeres, el gobierno ha expresado que implementará medidas de seguridad y apoyo a las mujeres, como el cuerpo de abogadas que se dedicarán a atender específicamente los temas de acoso en cada uno de los Ministerios Públicos, agencias del MP móviles, módulos de atención en el metro, cámaras de seguridad al interior y exterior, entre otras acciones.

Sin embargo, tras estos anuncios y acciones del gobierno, solamente se ha evidenciado el grave problema de impunidad y corrupción que fortalece la violencia dentro de los transportes públicos. Muchas denuncias son ignoradas por los cuerpos de policías porque es evidente que estas conductas de acoso están normalizadas, e incluso reproducidas también por los mismos cuerpos de seguridad. También la revictimización y la filtración de datos personales juegan un papel importante para que las mujeres no se sientan seguras de hacer y dar continuidad a sus denuncias, pues las instancias no garantizan su seguridad, así como la privacidad de los datos que se proporcionan en las denuncias. Además, muchas de las denuncias que se llevan a cabo no se tipifican dentro de delitos de violencia de género, sino como delitos menores, lo que minimiza la gravedad de estas conductas y obstaculiza también el seguimiento de estos.

Si bien el actual gobierno ha hecho público los programas y acciones que incursionará en este sexenio, aún no se han visibilizado de forma concreta, y mientras tanto, la violencia machista sigue violentando a las mujeres.

Es necesario visibilizar que estas propuestas que ha presentado el gobierno solo son resultado de la organización y presión por parte del movimiento de mujeres que ha orillado al gobierno a responder nuestras demandas de seguridad como una emergencia nacional. Es evidente que el movimiento de mujeres se ha encargado de visibilizar los actos de violencia contra las mujeres para que estos dejen de ser normalizados y no queden impunes en ningún espacio. Somo las mujeres quienes estamos proponiendo medidas de seguridad y medidas de autocuidado que, en vista de la violencia exponencial contra las mujeres, nos vemos obligadas a implementar en nuestro día a día.

Somos las mujeres organizadas las que seguiremos levantando consignas que coloquen la violencia contra las mujeres como una urgencia que atender en nuestro país.

Desde Rosas Rojas llamamos a seguir fortaleciendo la unidad de las mujeres y demandar respuesta por parte de las autoridades para que cese la violencia contra nosotras.

¡Alto a la violencia sexual contra las mujeres en el transporte público!

¡Queremos caminar libres y seguras!

¡Alto al acoso en el transporte público!

¡Ni una menos!


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