LA LUCHA DEL PUEBLO ECUATORIANO DEBE TRASCENDER A UNA LUCHA ANTICAPITALISTA

La fuerza y magnitud de las movilizaciones ocurridas en Ecuador desde el 2 de octubre pasado ocuparon la atención de América Latina y el mundo. El pueblo ecuatoriano, principalmente las comunidades indígenas y campesinas irrumpieron con fuerza ante el llamado al Paro Nacional que culminó tras 12 días en repudio al llamado paquetazo impuesto por el presidente Lenin Moreno y el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Organizaciones de transportistas, indígenas, sindicales, campesinas y estudiantiles se movilizaron en las calles llamando a echar atrás las medidas neoliberales de austeridad impuestas a la clase trabajadora y, tras jornadas de protestas intensas y fuertes enfrentamientos el gobierno ecuatoriano decidió echar atrás el Decreto 883 que dio origen al descontento popular. Una vez más queda claro que las movilizaciones en las calles logran conquistar las demandas del pueblo, la fuerza de las organizaciones sociales logró echar abajo la imposición del FMI, pero más allá de este gran avance del pueblo ecuatoriano es necesario vislumbrar que el horizonte debe ser una lucha anticapitalista hasta lograr la salida de Moreno y su gabinete y poner fin a la injerencia del FMI en Ecuador.

DETONANTE DEL CONFLICTO

El gobierno de Lenin Moreno entabló acuerdos con el FMI al solicitar créditos por 4,200 millones de dólares, a cambio, el gobierno ecuatoriano se comprometió a reducir el déficit fiscal, por lo que optó por un plan de austeridad imponiendo, entre otras medidas, ajustes a los trabajadores del sector público con una baja salarial de hasta un 20% en la firma de nuevos contratos temporales, la reducción de vacaciones a la mitad y la donación obligada de un día de salario al mes. Estas medidas no son las primeras anunciadas por Moreno desde su arribo al poder; en agosto de 2017 a tan sólo 2 meses de haber asumido el poder implementó una serie de acciones de austeridad argumentando que recibió un país fuertemente endeudado, un año después en 2018 anunció de nueva cuenta medidas de austeridad y aumento de la recaudación fiscal que incluían un incremento de hasta 25% en el precios de los combustibles.

Para 2019 lanzó una serie de medidas más agresivas lo que generó el inmediato descontento de amplios sectores de la población, siendo la eliminación del subsidio a los combustibles, que se había mantenido por más de 4 décadas, lo que provocó un rechazo inmediato del sector de los transportistas y taxistas, ya que de un día para otro se incrementó en un 120% el precio de la gasolina y el diésel con el subsecuente aumento desmedido de los precios de los productos. Las protestas y convocatoria al Paro Nacional iniciaron dentro del sector de los transportistas y taxistas a quienes se les fueron sumando diversos sindicatos, organizaciones indígenas, campesinas y estudiantiles. La fuerza de las movilizaciones y la cerrazón de Moreno lo llevan a decretar el Estado de excepción por 60 días, que implicaba entre otras cosas, establecer zonas de seguridad, desplegar a las fuerzas armadas, a la policía nacional y censurar a la prensa.

EL PUEBLO ORGANIZADO TOMÓ EL CONTROL DE QUITO

Las movilizaciones tomaron mayor fuerza ante un gobierno negado a escuchar las demandas de su pueblo y que optó por recrudecer la violencia y represión imponiendo un toque de queda con lo que buscaba evitar las grandes concentraciones y movilizaciones en las calles, acción que no fue acatada por el pueblo que continúo en las calles hasta lograr echar atrás el decreto. En los días subsecuentes la fuerza del movimiento indígena y campesino irrumpió en la escena y tomó prácticamente el control de la ciudad de Quito, decenas de organizaciones indígenas y campesinas como la CONAIE, Confederación de Nacionalidades Indígenas, emprendieron su avance desde diferentes provincias hacia la capital para tomar la vanguardia del Paro Nacional provocando la huida de Moreno quien trasladó los poderes a la ciudad de Guayaquil. Los sucesos en Ecuador no son otra cosa más que el resultado de la imposición de las políticas neoliberales que han mostrado su reiterado fracaso en todos los países en donde se han impuesto. Las clases trabajadoras están cansadas de ser ellas las que terminan pagando el elevado costo de las privatizaciones y la reducción de sus derechos sociales y laborales, para que los únicos beneficiados terminen siendo los grandes capitales y las empresas trasnacionales.

LA LUCHA DEBE TRASCENDER A UN PROGRAMA ANTICAPITALISTA

La fuerza de las movilizaciones con cientos de organizaciones en sus filas y tras 11 días en las calles enfrentando una brutal represión logró que Moreno convocara a un diálogo y para este 13 de octubre determinar echar atrás el Decreto 883. Las muestras de júbilo llenaron las calles y las redes sociales se inundaron con la victoria del movimiento ecuatoriano, ante lo cual es necesario reflexionar los siguientes elementos:

1.- El echar atrás el Decreto 883 no puede entenderse sin la lucha en las calles, sin la participación de cientos de organizaciones de transportistas, estudiantiles, campesinas, indígenas, sindicales y el pueblo en general que se movilizaron decididamente contra las imposiciones neoliberales.

2.- Pese a la complejidad y diferencias de las organizaciones volcadas en el Paro Nacional, la mayor parte de ellas visualizaban la construcción de una Asamblea Popular tomando incluso la sede de la Asamblea Nacional ante la huida de Moreno y su gabinete hacia Guayaquil.

3.- Pese a derrotar el Decreto impuesto por Moreno-FMI la insurrección ecuatoriana debe trascender a un programa anticapitalista donde se dé fin a gobiernos entreguistas y que sea la fuerza de las clases explotadas y oprimidas quienes asuman el control de un gobierno de los trabajadores.

4.- Lenin Moreno es insostenible ya al frente del gobierno y debe renunciar junto con todo su gabinete ya que este no puede dar continuidad a un fracasado modelo neoliberal. La salida de Moreno y su gabinete debe ser una demanda impostergable frente a un movimiento social que demostró tener una amplia capacidad de convocatoria, de movilización y de derrotar los intentos imperialistas del FMI. El echar atrás el decreto no significa que en un futuro el capitalismo busque imponer esas medidas de nueva cuenta o que opten por avances paulatinos, es decir, avanzar poco a poco en la subordinación de Ecuador y su clase trabajadora.

5.- El gran avance que ha logrado la insurrección en las calles de Ecuador no puede detenerse, la historia de los pueblos no puede detenerse y es momento de lograr conquistar un gobierno de la clase explotada y oprimida, es momento que se vayan todos los que empobrecen al pueblo trabajador.

6.- Las acciones represivas de Moreno, su gabinete y el FMI no pueden quedar impunes, los asesinados, los heridos, la violencia impuesta no puede quedar en el olvido, las clases en el poder deben pagar, la impunidad no puede ser ahora bandera de negociación con el pueblo en lucha.

Ecuador, al igual que múltiples países de la región, posee valiosos recursos y riquezas naturales que se convierten en la ambición del gran capital y de las empresas trasnacionales. Asimismo, Ecuador es uno de los países de la región cuya agenda neoliberal lleva un retraso ya que el anterior gobierno progresista de Rafael Correa trabajó bajo una visión nacionalista, sin que esto necesariamente haya significado un gobierno en favor de las clases más empobrecidas, al contrario, durante el Correismo se abrieron la puerta a múltiples megaproyectos capitalistas, principalmente en las comunidades indígenas. La ambición del gran capital no se detendrá, por ello la lucha del pueblo no debe detenerse, debe trascender a un programa anticapitalista y que abra la puerta para un gobierno de los explotados y los oprimidos.

¡Que la crisis la paguen los capitalistas!

¡Por un gobierno de los explotados y oprimidos!

¡Que se vayan todos!

SECTOR TRABAJADORES-GRUPO DE ACCIÓN REVOLUCIONAR


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