LA JUVENTUD REVOLUCIONARIA RESPALDA Y APOYA LA LUCHA FEMINISTA EN LA UNAM

Odette Morales García

Durante el mes de febrero, estudiantes organizadas de la UNAM han parado labores en más de 15 planteles como forma de protesta, lucha y resistencia ante la violencia sistemática que vivimos las mujeres en la Universidad. Algunos de ellos se han mantenido de forma indefinida por varias semanas, e incluso meses; tal es el caso de la Facultad de Filosofía y Letras, que no ha retomado labores desde noviembre 2019. 

Las autoridades de esta institución, lejos de dar respuesta a las exigencias de las estudiantes, han criminalizado y deslegitimado sus protestas; Invalidan las denuncias de las mujeres usando un discurso con el que aparentan tener un compromiso por erradicar la violencia de género. Pero es muy claro que este compromiso no es para la seguridad de las mujeres, sino con encubrir una institución machista, violenta, patriarcal e insegura. 

El miércoles 12 de febrero, el Consejo Universitario sesionó para discutir la aprobación de una propuesta formulada por la Comisión de Legislación Universitaria del mismo. En ésta se modifica el estatuto general universitario en sus artículos 95 y 99, reconociendo como falta grave ejercer violencia de género. Las mujeres organizadas de la Facultad de Filosofía y Letras, a través del Consejo Técnico de esta Facultad, también presentaron una propuesta al Consejo Universitario. En ella, se proponía además la modificación al artículo 98, especificando así las sanciones correspondientes para los casos de violencia de género. Sin embargo, ésta fue mínimamente mencionada en la discusión y la propuesta de la abogacía general fue aprobada sin tomar en cuenta la que surgió de la organización de mujeres en la FFyL. La rectoría insiste en tomar decisiones sin escuchar las necesidades de la comunidad  y prioriza la retoma de actividades y planteles sobre la resolución de una problemática que está matando a las universitarias dentro de sus instalaciones. 

Para el patriarcado y la institución resulta muy incómodo que las mujeres hagamos valer nuestra voz y exhibamos las estructuras violentas en las que está constituida la UNAM, por lo que no solo han buscado la invalidación de la lucha, también la han atacado directamente. Claro ejemplo es lo ocurrido en la FES Aragón, en donde las mujeres del colectivo Violetas recibieron en su espacio separatista una amenaza de bomba por parte de un hombre estudiante de ese mismo plantel; o en el anexo de la Facultad de Ingeniería, donde los alumnos de esa Facultad lanzaron piedras y vidrios a un contingente de mujeres que marchaban en un cacerolazo por Ciudad Universitaria.  

A través de los medios de comunicación también se invisibilizan las problemáticas que se viven en la UNAM y se deslegitima la lucha de las mujeres. Los encabezados con los que se difunden las movilizaciones sólo se centran en los supuestos daños a las instalaciones y a la pérdida de actividades académicas. Poco se menciona sobre las denuncias de abuso, acoso, hostigamiento, violación y feminicidio que son motivo de las movilizaciones.

Este discurso de los medios es muy coincidente con el de la mayoría de los académicos, quienes transmiten a sus alumnos la idea de que las movilizaciones entorpecen el desarrollo académico y científico de la UNAM y la desprestigian. Además de que se refieren a las distintas formas de protesta como actos de vandalismo y violencia que no deben ser tolerados; sobra decir que este discurso nunca lo usan para posicionarse ante la violencia de género que se vive día a día en cada uno de los planteles. La intención que tienen con esto, y que están consiguiendo, es generar una polarización dentro de la comunidad y fomentar que, lejos de empatizar y solidarizarse, los universitarios confronten a las mujeres organizadas. Hemos visto el alcance de ello en redes sociales, donde los alumnos reclaman volver a la ”normalidad”, una normalidad en la que ellos mismos son los más desprotegidos. Pero, más allá de profundizar en los métodos de lucha y discutir si es necesario parar labores para conquistar las exigencias de cada plantel, es necesario discutir las problemáticas y proponer soluciones a las mismas.

Desde la Juventud Revolucionaria reconocemos la vigencia y urgencia de las demandas que han impulsado las mujeres organizadas, quienes luchan por terminar con una problemática estructural que por muchísimas generaciones nos ha obligado a ir a la escuela con miedo, caminar por las instalaciones intranquilas e inseguras, y tomar clases con y de nuestros agresores y abusadores.

La violencia en la universidad ha sido histórica, nosotras no hemos tenido un sólo día de descanso de esta violencia en toda nuestra vida universitaria y las feministas de la UNAM no vamos a descansar hasta saber que todas las mujeres que formen parte de la comunidad universitaria puedan trabajar o estudiar en paz y libres de violencia de cualquier tipo.

La UNAM no nombra la violencia hacia la mujer como una problemática real y existente, mucho menos busca resolverla. La estructura patriarcal bajo la que se rige la universidad no se tumba con unos cuantos maestros y alumnos sancionados, o con el hecho de que el Consejo Universitario apruebe propuestas que siguen sin reflejar las necesidades manifestadas por el sector de mujeres de la universidad. Tampoco sirven de nada estas propuestas si quienes las diseñan e implementan son funcionarios incompetentes e incapacitados de acompañar a las mujeres en sus procesos de denuncia y, al contrario, todo lo que hacen es revictimizarlas. Los protocolos de atención y prevención no nos protegen ni garantizan nuestra tranquilidad e integridad, por lo que las universitarias exigimos que los funcionarios responsables de atender esta necesidad, comiencen a asumir su compromiso y obligación con la comunidad.      

Si la institución no resuelve estas exigencias, las mujeres de la universidad debemos seguir resistiendo y organizándonos, mediante espacios de y para mujeres, con los que logremos conquistar una UNAM segura para esta generación y para las generaciones futuras. Las movilizaciones que están sucediendo actualmente en la UNAM han alterado una cotidianidad violenta e insegura en la que las mujeres ya no estamos dispuestas a seguir viviendo y a la que no regresaremos cuando se retomen clases en todos los planteles. Nuestra tarea como mujeres organizadas es y será impulsar el movimiento feminista en la universidad hasta tumbar las estructuras que nos oprimen de forma académica, profesional, psicológica, sexual y simbólica.   

¡Por una universidad libre de violencia hacia la mujer!

¡Arriba el feminismo en la UNAM! 

¡El patriarcado no se va a caer, lo vamos a tirar! 


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