La relación entre la ENAH y el INAH es la misma relación simbólica entre una maqueta del Templo Mayor que se levanta sobre las ruinas del verdadero Templo Mayor. Una que glorifica la visión del “buen salvaje” y la otra que se pierde en el olvido presupuestal. Atracción para lo de fuera, omisión para el interior. Experimenté esta contradicción el 1 de enero a las 12:53 de la tarde. Recibí un mensaje de una compañera, antropóloga social, en un grupo de estudiantes de la ENAH.
<<Compañeros, ¿ya leyeron el comunicado? Todo lo relacionado a la escuela se detiene; las becas, el seguro facultativo, y no habrá quien apruebe los proyectos para la tesis.>>
Sus siguientes mensajes fueron:
<<Tenemos que organizarnos y hacerlo en grande. Tenemos que pedir apoyo de otras instituciones.>>
En solidaridad, ese mismo día los comunicados comenzaron a salir. Los estudiantes organizados, sumamente alarmados, nos reunimos en una asamblea estudiantil (virtual) esa misma tarde. En esta primera asamblea hubieron al menos 100 alumnos quienes no tomarían a la ligera lo que estaba ocurriendo, pues la lucha de años pasados era un antecedente para impulsar los cambios que buscamos. Más que una coyuntura, lo que estaba ocurriendo no era nuevo, había sido paulatino, brusco y cada vez más destructivo.
Al siguiente día, el 2 de enero, se estaba celebrando una asamblea general. La tensión se hizo notar entre el personal docente, administrativo y estudiantil. Esta asamblea también se llevó a cabo de forma virtual, y la impresión del comunicado fue tal, que se reunieron hasta un total de mil espectadores. Lo que significa que la incertidumbre era generalizada. Las propuestas fueron tomar acciones concretas. <<”Este miércoles 5 de enero Todxs en las oficinas del INAH”>>, una movilización de estudiantes, trabajadores y profesores en contra de quienes han aplastado a nuestra escuela por décadas.
Reivindicando la consigna de la escuela: “Revolución, insurgencia, y rebeldía”. El día 5 de enero frente a las oficinas del INAH, la comunidad de base (estudiantes, docentes y trabajadores) de la ENAH se hizo oír, en una movilización exitosa donde estudiantes en busca de dignidad, protestaron masivamente por transformar la estructura de la escuela, sin darse cuenta que se encontraron algo más bello y grande; nuestros amigos y amigas; entre canciones, bailes, consignas, pliegos petitorios, los estudiantes por fin se afirmaron, unidos, por la más noble de las causas: ir en contra de una desaparición impuesta. Mientras el megáfono de una estudiante, desde abajo y al izquierda, vociferaba un nombre: Diego Prieto, director del INAH. Un hombre que le dice a las cámaras que ama la cultura, mientras ignora a quienes la defienden. Aquella tarde, nos dio la espalda y la puerta nunca se abrió. Ese día, recordamos que la resistencia no implica soportar quietos todo lo que se viene encima, la resistencia es una espera activa en donde se tejen redes de apoyo para que en comunidad la lucha continúe.

Fue así como el viernes 6 de enero se reunió una asamblea presencial en la escuela. Para algunos estudiantes era la primera vez que entrábamos en la ENAH y nos encontramos una perspectiva muy diferente a los ánimos de la primera protesta, con unas instalaciones acordonadas y bloqueadas por policías que nos impidieron, hostilmente, adentrarnos en ese espacio. Impidiendo el acceso a los compañeros que no tenían su credencial a la mano. La asamblea de aquel día, entre el Piña Chan y el lagartijero, fue complicada. Entre lo presencial y lo virtual las voces se ajetrearon y las propuestas se estancaron. Sin embargo, la siguiente acción fue votada: Cacerolazo en la ‘mañanera’.

En la mañana del 12 de enero un grupo de compañeros y compañeras con mantas, hicieron ecos que retumbaron en Palacio Nacional dejando claro que nos encontramos en disposición para dialogar e instaurar mesas interinstitucionales. Muy parecida a la puerta cerrada en el INAH, la respuesta de presidencia no manifestaba un interés real por atender nuestras demandas. No obstante, los ánimos no se disolvieron, continuando con el ímpetu fervoroso de las asambleas y con las movilizaciones, la siguiente propuesta fue ir a las instalaciones de la secretaría de gobernación, sin perder la esperanza.
El 19 de enero frente a gobernación, nuevamente, se dejó claro nuestro interés y la necesidad de un diálogo resolutivo con la instauración de mesas interinstitucionales. Su respuesta, que es a grandes rasgos, la apertura para un buzón de quejas, pero sin los canales de representatividad estudiantil dentro de la jerarquía del instituto. Es decir; libertad de expresión sin acción. Esto, nuevamente, nos remite a un sentimiento de incertidumbre. Sin diálogo, sin solución, sin interés y subestimados. La comunidad ENAH en su ánimo combativo propuso continuar las movilizaciones mostrando nuestro anhelo ferviente de ser escuchados y de solucionar las antiguas problemáticas de nuestra escuela. La siguiente actividad organizada por la Asamblea General sería un evento Político-Cultural, frente al Templo Mayor, que con la ENAH compartían un rezago similar; recortes presupuestales.
El 5 de febrero el evento político cultural comenzó a celebrarse con el ánimo de hacernos visibles y de señalar que la Presidencia, secretaría de gobernación, secretaría de cultura y las otras instancias a las que hemos acudido no atendieron nuestras demandas. Las voces fuertes volvieron a sonar, compartiendo los posicionamientos de los y las estudiantes y profesores. La comunidad envuelta en canciones balcánicas, unidos y firmes ante la adversidad, estábamos esperando la siguiente respuesta sentados sobre las ruinas de un imperio olvidado. Pero no es la ENAH la que olvida, es la institución la que nos da la espalda. La analogía del principio no es gratuita, si la ENAH arde, ¿en qué creerá el INAH que no sea en actos simbólicos? ¿A quién representan realmente? ¿A los totonacos que bailan “Latinoamérica” de calle 13 con Lila Down en el zócalo o en los triquis siendo reprimidos por la policía por vender sus artesanías en Paseo de la Reforma? Un Templo Mayor cerrado, una ENAH al borde del colapso, es el principio de contradicción del INAH, y seguimos esperando…
Ruth Serrano estudiante de A. Social
Irving Galicia estudiante de A. Social
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