ELECCIONES EN COLOMBIA, LA MONEDA SIGUE EN EL AIRE

El pasado 29 de mayo se realizó la primera vuelta de elecciones presidenciales en Colombia. Un proceso sumamente esperado en la nación sudamericana ya que su resultado podría ser la conclusión de una era de gobiernos conservadores, belicistas y de corte neoliberal, poniendo fin al mismo tiempo, a la era Uribista que por más de 20 años ha controlado el poder en Colombia.

Aunque en la primera vuelta el porcentaje de votos para Gustavo Petro (centro-izquierda) fue del 40% y, para su más cercano competidor Rodolfo Hernández (populista) fue del 28%, las actuales encuestas para la segunda vuelta marcan un margen de diferencia más estrecho al darse la declinación de los demás candidatos a la posición política más cercana, de donde Hernández a resultado mayormente beneficiado, ya que las actuales encuestas lo colocan por un margen muy estrecho frente a Petro o incluso lo posicionan como triunfador.

Ambos candidatos enarbolan discursivamente una separación del Uribismo, aunque esto es cuestionable ya que Hernández es visto como un sutil aliado de la política Uribista, lo que en cierta medida expresaría su continuidad indirecta, pese a ello, es innegable la gran derrota en estas elecciones de Uribe Vélez y su corriente política conservadora, que por más de 20 años se impuso con violencia, represión, intransigencia y empobrecimiento del pueblo colombiano.

La historia de Colombia ha sido la de un país convulso por largas décadas, sus estructuras políticas y económicas han estado dominadas por grupos de terratenientes y oligarcas que a sangre y fuego se han impuesto en la realidad colombiana, situación que ha derivado en una población volcada a la lucha social a través de múltiples expresiones, buscando un alto a la violencia política, económica y social impuesta desde el poder.

Aunado a lo anterior, Colombia ha sido uno de los países que en América Latina, ha seguido puntualmente los dictados impuestos desde Washington, e incluso, han asumido el papel de operadores de la política intervencionista e injerencista del gobierno nortemaericano en la región, teniendo incluso intervenciones militares en sus países vecinos so pretexto de la lucha contrainsurgente.

Sin duda alguna la moneda aún está en el aire, no hay nada seguro frente a un posible recambio en la orientación política en la presidencia de Colombia, el resultado final se dará el próximo 19 de junio cuando ocurra la segunda vuelta y los distintos actores políticos cierren filas, como ya ocurrió con Federico Gutiérrez, candidato del Centro Democrático (partido Uribista) quien quedó en tercer lugar en la primera vuelta y quien declaró su apoyo a Hernández con tal de evitar el arribo de Petro al poder, ya que éste es la síntesis de todo aquello por lo que el proyecto conservador en Colombia ha combatido indiscriminadamente por largos años, es decir, la posibilidad que un ex-guerrillero desmovilizado tome el poder, siendo ésto el centro de los ataques políticos contra Petro al ser un ex-militante de la guerrilla urbana del M-19.

Para Washington, no será fácil establecer una nueva estrategia de coordinación con el gobierno colombiano, acostumbrado a la obediencia absoluta, aunque es real, no podemos apostar a un cambio radical en la dirección política y la relación con el imperialismo dados los perfiles nacionalistas burgueses, progresistas y populistas de ambos candidatos.

Es importante destacar que las multitudinarias movilizaciones populares en Colombia, desde las manifestaciones del 2021 contra las medidas restrictivas económicas de Duque, las Caravanas indígenas y campesinas, las luchas estudiantiles y obreras en las calles, la organización de defensores de derechos humanos para combatir la impunidad y los miles de crímenes de lesa humanidad que pesan contra aquellos que se consideran intocables, han sido elementos de gran peso en el actual resultado electoral; el pueblo colombiano ha mostrado su hartazgo en las urnas, pero aún dista mucho esto de la construcción de un gobierno de las y los trabajadores, con un programa que vele por sus derechos y que pueda caracterizarse como revolucionario.

Frente a la segunda vuelta electoral en Colombia aún no hay nada escrito, la moneda sigue en el aire; el hartazgo de un pueblo sumido en la pobreza, la represión y la violencia sistemática de Estado, es la pauta que marcará el resultado electoral, más no un proyecto que emane de las luchas populares y de la organización política de las masas, lo que nos demuestra una vez más que la lucha va más allá de las urnas.


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