Un llamado a la organización estudiantil, ¿Queremos? Sí, queremos seguir estudiando

Natalia Duarte y Isael García

Siendo estudiantes universitarios nacidos en la Ciudad de México durante los años 2000, entender la gravedad de la deserción escolar es algo que fuimos conscientes hasta hace apenas unos años. Anteriormente, normalizamos si algún compañero o compañera dejaba de asistir al salón de clases, quizá, sabíamos que se debía a una mala situación económica o a una situación de violencia pero no lo veíamos como consecuencia de la opresión que a la fecha padece la clase trabajadora, obrera y campesina del país.

En México, la educación es un derecho a nivel nacional, sin embargo, no está al alcance de todas y todos. Desafortunadamente la oportunidad de estudiar se ve alterada por diversas condiciones individuales, familiares, sociales o escolares, son esas mismas condiciones que obligan a que una parte de estudiantes comience a alejarse paulatinamente de los espacios educativos, dando como resultado el abandono total. Algunos factores que intervienen en la deserción escolar son la pobreza (ej. bajos ingresos familiares o el trabajo a temprana edad), aspectos psicológicos (ej. la falta motivacional), el desempeño académico (ej. reprobación de asignaturas, grados o semestres), la presencia de violencia familiar, de género, escolar o social (discriminación o exclusión), embarazo precoz, el consumo de drogas, la negligencia institucional, inseguridad y delincuencia, y un largo etcétera. 

Algunos abandonan los estudios antes de haber iniciado, otros desde la primaria o secundaria, y quienes logran llegar a la preparatoria o la universidad también caen en lo que conocemos como “baja temporal” o definitivamente la deserción total; según un informe presentado por la SEP en Principales Cifras del Sistema Nacional Educativo 2021-2022, los porcentajes de abandono escolar en la República Mexicana son los siguientes: la educación primaria un 0.4%; la educación secundaria un 2.5%, la educación media superior un 9.2% y la educación superior un 8.5%. Debe ser responsabilidad del gobierno e instituciones educativas atender primordialmente las demandas estudiantiles de todos los niveles educativos y modalidades, así, ningún estudiante debería decidir si estudia o no.

Como estudiantes no deberíamos preocuparnos por los gastos de transporte, comida o materiales escolares, eso debería ser un derecho amparado al momento de inscribirnos. Todas los centros educativos a nivel nacional deben contar con comedores gratuitos; deben administrar transportes directos o descuentos en todo tipo de transporte públicos; deben otorgar becas para estudiantes en diferentes modalidades y grados; deben ofrecer espacios de internet y cómputo para que sus estudiantes elaboren múltiples proyectos académicos; deben garantizar áreas recreativas (ej. canchas, albercas, auditorios, bibliotecas, etc.); deben asegurar atención médica digna con igual importancia a la atención psicológica; deben velar y proteger la vida de las y los estudiantes tanto de externos (ej, grupos porriles) como de aquellas personas que están presentes en los planteles (ej. acosadores); deberán atender de manera inmediata las demandas de violencia que las y los  estudiantes denuncien a la par de recibir acompañamiento psicológico y legal.

Desde la Juventud Revolucionaria (JR) creemos que exigir y conquistar las demandas en el párrafo anterior, son necesarias y justas para nosotras y nosotros como hijos de la clase trabajadora. En la nota CONTRA LA PRECARIZACIÓN LABORAL HACÍA LA JUVENTUD, del 2 de julio del 2020 publicada en la página del Grupo Acción Revolucionaria (GAR), se caracterizó a la juventud en México, concluyendo que es el sector más precarizado en el país y que la única manera de superar esa precariedad está definida por tu nivel socioeconómico, la edad y por último tu escolaridad.

Ciertamente la educación va impulsar o permitir que él o la estudiante al concluir el nivel básico o superior tenga la oportunidad de conseguir un trabajo digno y pueda mantenerse de ello en un futuro pero no es enteramente la realidad. Nos preparamos académicamente porque queremos que nuestras condiciones de vida sean mejores que las actuales, nos han dicho que para lograrlo necesitamos de un brutal esfuerzo personal, ojalá fuera tan fácil, así como cuando un grupo selecto y minoritario cómodamente nos orienta y vende la idea de “con esfuerzo se logra todo”, la meritocracia.

Es importante apoyar al sector estudiantil para que puedan terminar sus estudios y permitir que los sectores más segregados puedan acceder a una formación profesionista, es necesario implementar políticas laborales en favor de la juventud trabajadora fortaleciendo la industria nacional que permita a un joven egresado alcanzar un empleo formal, con seguridad social y un sueldo que le permita desarrollarse. 

Ahora nos dirigimos a ustedes, estudiantes: no podemos permitir que lo ganado por nuestras madres y padres, y generaciones pasadas de estudiantes que pusieron el cuerpo y la mente en la lucha estudiantil nos sea arrebatado. Llamamos a la organización, a la autonomía e independencia de nuestra lucha, reunámonos para discutir nuestras inquietudes y proponer planes de acción en nuestro favor, sin olvidar la interseccionalidad de las luchas sociales a nuestro alrededor (las labores, las ambientales, la feminista, la educativa, etc.). De nada sirve formarnos académicamente si nos cegamos ante las consecuencias de la crisis del capitalismo, que marca principalmente a la clase trabajadora del país, y fuera de él. 

¡Por comedores subsidiados bajo control de trabajadores sindicalizados!

¡Por una boleta estudiantil!

¡Casa de estudiantes!

¡Becas irrestrictas a las y los estudiantes!

¡Apoyo a madres solteras que estudien, trabajen o se encuentren en situación de desempleo!

¡Por una industria nacional bajo control obrero!

¡Conquistemos una alternativa socialista, feminista, campesina, obrera!


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