China y Estados Unidos en la disputa imperialista reaccionaria

La crisis inmobiliaria de 2008 y la emergencia por la pandemia del COVID (2020 a 2022) son dos crisis económicas que han marcado las pautas de los sucesos políticos en este siglo XXI. Nuestros tiempos son de disputa entre dos imperialismos por el control del capital internacional, una época por la lucha de dominación mundial. La explosión de los antagonismos capitalistas, de catástrofes ecológicas y de conflictos militares que tienen como víctimas a las clases oprimidas y explotadas. El centro de la confrontación es el imperialismo estadounidense en declive y agresivo frente a China, emergido como gran potencia capitalista.

Estos enfrentamientos militares se están desarrollando con riesgo real de extenderse a otras partes del planeta. La tendencia a una potencial  guerra mundial imperialista está plenamente arraigada en la situación internacional. Trump impulsa una política de Estado: preparar la guerra contra China. El escenario de enfrentamientos incluye el choque con las potencias europeas y sus aliados occidentales. La guerra imperialista es una consecuencia directa de la crisis histórica del sistema capitalista. Rusia y China no representan un bando homogéneo, y mucho menos progresista o antiimperialista. Son grandes potencias capitalistas que actúan para asegurar sus propios intereses reaccionarios y sostener sus regímenes de explotación y opresión

Guerras imperialistas en el siglo XXI

La invasión rusa en Ucrania y el genocidio cometido por Israel contra el pueblo palestino son expresiones imperialistas; preservar el control sobre Medio Oriente y evitar la realización de los mega proyectos de la Ruta de la Seda de China y el Corredor Norte-Sur que conecta India con Rusia, los cuales comprendren tramos que atraviesan el territorio iraní; la disputa por Ucrania, la incrucijada por integrarla a la OTAN o anexar varias de sus provincias al imperialismo ruso, expandir las fronteras (Letonia, Estonia, Lituania) de la OTAN contra Rusia y la disputa por los mercados energéticos para el abastecimiento de gas a Europa. Estos proyectos de interconexión comercial de Asia y Europa, de realizarse, significarán para Washington perder la carrera económica ante China e India. El impedimento para estos avances económicos del imperialismo chino los detiene Estados Unidos mediante la guerra.

La crisis europea

Los partidos de ultraderecha capitalizan el malestar en Europa ante el desgaste social derivado en parte por la guerra en Ucrania. Lo que inició con los fascistas de Vox en España, se expande por el continente como una epidemia con los partidos neofascistas y sus políticas contra la inmigración, promoviendo agendas anti derechos contra minorías, disidencias sexuales y la clase trabajadora. La ultraderecha ha tomado fuerza en los últimos años en Suecia, Finlandia, Italia, Austria, Letonia y Hungría. Además, la extrema derecha se impuso también en los dos países que más diputados aporta al Parlamento Europeo; Alemania y Francia.

África

En África el imperialismo francés se ha debilitado desde hace un par de años ante los golpes de Estado iniciados por oficiales militares al oeste y centro del continente que pretenden cortar los lazos de dependencia que todavía los atan a la antigua metrópoli y que piden apoyo de fuerzas mercenarias de países como Rusia. En los últimos meses se ha presenciado una retirada de las tropas francesas en países tales como Mali y Burkina Faso tras el explícito rechazo de las fuerzas francesas por parte de los gobiernos de estos países. Francia perderá sus principales bases militares en el continente cuando se vea obligada a salir próximamente de otras naciones como Senegal y Côte d’Ivoire. La presencia francesa estacionaba sus fuerzas con el supuesto objetivo de librar la zona del yihadismo: el resultado de una década de intervención directa es la efervescencia de las campañas militares de los grupos islámicos. A pesar de la alianza que se ha creado entre los países del Sahel y aquellos del África Subsahariana, los ejércitos nacionales han sido incapaces de contener las avanzadas yihadistas.

Ártico

En esta nueva fase del conflicto interimperialista la primera víctima ha sido la lucha contra el cambio climático. Si anteriormente la farsa del combate hacia este evento catastrófico se hacía sin perder de vista la lógica del mercado, bajo el esquema de un capitalismo reformado con miras a un cambio gradual hacia una economía verde, en estos momentos el imperio estadounidense ve su poder contestado por China y decide tirar por la borda todas estas limitantes de la transición hacia la sustentabilidad que había adoptado. Ésto se ve en las órdenes del nuevo gobierno de Trump con miras a explotar los recursos que yacen en las costas de Alaska, entre ellos petróleo, así como la presión que empieza a ejercer sobre Canadá y Groenlandia, con territorios en el Ártico y minerales raros por explotar. Mientras el calentamiento global ya ha causado estragos en esa parte del mundo, derritiendo parte del hielo cubriendo las superficies terrestres y marítimas, más que ser un hecho alarmante, Estados Unidos lo ve como una oportunidad para expandir su área de influencia y acaparar recursos. Rusia por su parte también ha visto en esta creación de nuevas fronteras una oportunidad para hacer lo mismo que Estados Unidos pero dentro de su propio territorio, exhibiendo de nuevo la lucha por el trofeo que representa el Ártico

América Latina y el imperialismo estadounidense 

El nuevo gobierno de Trump y su trato abiertamente hostil e intervencionista hacia Latinoamérica expone su declive. Ante la creciente competencia con China y la pérdida de su hegemonía, Estados Unidos no es capaz de forjar narrativas favorables a sus intereses y debe recurrir a amenazas involucrando el uso de fuerza desmedida. Esto incrementa su desprestigio en las naciones latinoamericanas, donde las élites ya no pueden hacer uso de estas narrativas para mantener a las poblaciones subyugadas al imperio, promoviendo la realineación regional con China. Finalmente, la introducción de políticas proteccionistas por parte del gobierno estadounidense al por mayor, inauguran un posible fin del periodo neoliberal, al ya no serle favorable a las debilitadas empresas estadounidenses.

¡El socialismo es la salida de la crisis del capitalismo internacional!

Es fundamental construir una alternativa que responda a los intereses de nuestra clase, que no realice concesiones a la burguesía y que expliqué pacientemente al proletariado el momento histórico que vivimos. La lucha por el socialismo también es contra la reacción capitalista internacional y se debe luchar por una política internacionalista como una estrategía de combate ya que no puede existir el socialismo en un solo país, territorio o comunidad, sino que debe darse la liberación del proletariado a nivel global.

El ascenso de Trump al gobierno norteamericano preanuncia una ofensiva derechista reaccionaria  a nivel internacional. La lucha contra la represión y la política tendiente al fascismo de Trump, no debe estar subordinada a ningún tipo de frente de colaboración de clases de la burguesía. Tenemos que estructurar una organización y movilización política independiente de la clase trabajadora sin concesiones ni pactos con las organizaciones burguesas. Los Frentes Populares muestran sistemáticamente su incapacidad para enfrentar a estas fuerzas de ultraderecha, con sus políticas de desmovilización y adaptación.

Los internacionalistas luchamos contra la guerra imperialista y proponemos, si se manifiesta con nuevas batallas parciales y/o abiertamente, transformarla en una guerra de clases contra el imperialismo capitalista: «Guerra a la guerra», «el enemigo de los trabajadores es la burguesía de nuestros propios países». Luchamos por la confraternización entre obreros y soldados ucranianos y rusos, por derrocar a los gobiernos del hambre, la represión y la guerra, por gobiernos obreros. Apoyamos plenamente las luchas de los pueblos oprimidos de Asia/África/América Latina contra todas las potencias imperialistas.

*Resumen del Balance Internacional del IV Congreso del Grupo de Acción Revolucionaria


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