Clara Rojas
En los últimos años el movimiento de mujeres ha estado en ascenso y es sin duda el movimiento social más dinámico que en los últimos años ha empujado movilizaciones en todo el mundo. Desde el 2015 con las movilizaciones de “Ni Una Menos” en Argentina que tuvieron eco en varios países de Latinoamérica; el 2016 con el paro internacional de mujeres en el marco de la jornada del día internacional de la mujer trabajadora, que este 2019 cumplió 3 ediciones; y en el 2018 la marea verde Argentina contagió las mentes y corazones de mujeres del mundo entero por el reclamo del aborto legal, seguro y gratuito, la que se ha mantenido con fuerza en varios países de Latinoamérica.
A estas movilizaciones también hay que sumarle las masivas movilizaciones protagonizadas por mujeres en contra del arribo de los gobiernos de derecha, de Trump en Estados Unidos en el 2017 y de Bolsonaro en Brasil en 2018, principales exponentes de una política reaccionaria que han impulsado medidas conservadoras en detrimento de los derechos de las mujeres y toda la clase trabajadora.
Así como las movilizaciones que están ocurriendo en estos momentos en Ecuador contra las medidas de ajuste impuestas por el FMI y BM, que atentan contra los derechos de miles de trabajadoras y trabajadores en ese país, en el que las mujeres y sobre todo las mujeres indígenas están teniendo un papel preponderante.
Estas movilizaciones, varias de ellas de carácter internacional, son prueba también de la solidaridad internacional de lucha que está retomando el movimiento de mujeres, muchas veces irrumpiendo en claros momentos de reflujo del movimiento social con reclamos que de inicio tienen esencias anticapitalistas y por su puesto antipatriarcales.
Pero es importante destacar que a nivel internacional sólo ha habido procesos de movilizaciones coordinadas y unificadas por demandas que son compartidas por la mayoría de las mujeres del mundo, pero que hasta el momento no se ha gestado un proceso de organización internacional y representativo del movimiento de mujeres.
A 4 años de masivas movilizaciones protagonizadas por las mujeres, se ha colocado sobre la mesa el debate y el imperativo político de avanzar de una condición de resistencia y denuncia a una condición de ofensiva. Fue el pasado 8 de marzo, en el marco del tercer paro internacional de mujeres que feministas intelectuales principalmente de Estados Unidos y creadoras del manifiesto del “Feminismo para el 99”, pusieron sobre la mesa la necesidad de avanzar hacia la construcción de una internacional feminista para impulsar un movimiento internacional de mujeres coordinado y organizado internacionalmente para conquistar nuestros derechos.
Desafíos rumbo a la internacional de mujeres
Con esta perspectiva por delante, es importante discutir los alcances, conquistas, tropiezos y desafíos que ha tenido a nivel internacional o nacional las grandes movilizaciones de mujeres. Es aquí cuando el balance del movimiento de mujeres se pone más complicado, en primera instancia porque no todos los países han tenido la misma fuerza de movilización, lo que no quita, ni reduce el gran logro que significa que haya una respuesta de apoyo y solidaridad aunque sea mínima de mujeres de todos los países hacia una demanda en concreto como el paro internacional de mujeres, la conquista del aborto legal, o que dejen de matarnos con el Ni Una Menos.
En países como Argentina, Chile, España, por mencionar algunos se han logrado consolidar movimientos amplios y heterogéneos de mujeres que luchan por su emancipación, por arrancarle al Estado capitalista derechos históricamente negados; son un primer ejemplo para América Latina y el mundo que demuestra que las conquistas de las mujeres se ganan movilizadas en las calles, universidades, centros de trabajo y no a partir de cabalgar las crisis ni de la “buena voluntad” de los gobiernos.
En este marco también es posible observar que la decadencia capitalista y sus crisis cada vez más intensas no pueden ser capitalizadas en forma sostenida por los explotados en movimientos amplios. Existe una crisis de dirección que se expresa en todas las luchas sociales, incluido el movimiento de mujeres, que manifiesta la contradicción entre el agotamiento y decadencia del capitalismo, la pérdida por lo tanto de su iniciativa histórica y la inadecuada comprensión de esta situación por parte de las masas movilizadas.
El factor fundamental de la crisis de dirección es la ruptura de la continuidad histórica de las luchas de clase obrera. Las masas enfrentan un vicio histórico que culmina en movilizaciones emergentes, que no profundizan y no tienen perspectivas a futuro.
Desde nuestra posición, lograr la continuidad, claridad política y perspectiva estratégica en el terreno nacional, como lo han demostrado las compañeras de Argentina, se tiene que resolver con impulsar asambleas masivas de mujeres como las del Ni Una Menos, que sean espacios de discusión política amplios en los que de manera democrática se discuten las demandas, métodos, un programa político y un plan de lucha a corto, mediano y largo plazo del movimiento de mujeres.
Tener constancia y perspectiva estratégica para lograr una condición de ofensiva es uno de los desafíos que el movimiento de mujeres tiene por delante junto a seguir masificando el movimiento para que en países donde aún no se logran paros masivos con participación de las grandes centrales sindicales se logren, o donde la movilización aún es muy incipiente se masifique y en los países donde ya existe se mantenga.
Los encuentros nacionales de mujeres son también una herramienta que nos debe servir para impulsar nuestra lucha en todo el país. Pero deben ser encuentros en los que realmente tengan el objetivo de discutir un programa y plan de lucha a nivel nacional, y no sólo ser encuentros de simulación que sólo buscan consenso sin una discusión democrática y de fondo de las demandas que tiene por delante el movimiento de mujeres.
En el terreno de la internacional de mujeres o internacional feminista, las delegadas de cada país deberán de salir de los procesos de discusión de asambleas amplias o encuentros de mujeres, es decir que sea votadas por el conjunto del movimiento de mujeres, y no que sean auto- propuestas o personas que se autoproclaman representantes del movimiento de mujeres de tal o cual país, sin un proceso de discusión de fondo; por lo tanto tenemos por delante denunciar y evitar el oportunismo y la creación de figuras o estructuras de control del movimiento de mujeres y que sólo sean estructuras de simulación, y de “representación” que no tiene un proceso de discusión democrático y de fondo.
En esta perspectiva de construcción de la internacional de mujeres o feminista, también es importante poner por delante los límites de alianza que tenemos las mujeres por nuestra pertenencia de clase y no dejar de lado que si bien podemos compartir la demanda del aborto legal, mejores derechos laborales para las mujeres o que dejen de matarnos, es bien importante tener claro los límites de las alianzas en los procesos de lucha pluriclasistas, así como los límites de las salidas en las instituciones y de las conquistas de nuestros derechos democráticos en el marco de las elecciones o gobiernos progresistas dentro del capitalismo.
Vamos por una internacional de mujeres socialistas
Por los límites de avance de los procesos de lucha pluriclasistas no sólo en el movimiento de mujeres que nos ha demostrado la historia. Las mujeres socialistas, anticapitalistas, indígenas, desempleadas y pertenecientes a la clase explotada, desposeída y pobre tenemos que construir procesos de lucha independientes de los espacios de construcción pluriclasistas por los límites de éstos y la concesión hacia los procesos electorales y reformistas que históricamente han puesto por delante.
Tendencias responsables de proponer que el movimiento de mujeres regrese a sus casas o que vuelque todas sus esperanzas de cambio a las elecciones, un claro ejemplo de lo anterior es el de Argentina que después de movilizar a 2 millones de mujeres afuera del congreso el pasado 8A y 28S sólo un puñado de mujeres fueron las que se movilizaron, ya que muchas están volcando todas sus fuerzas a los procesos de elección que se darán en las próximas dos semanas, en los que se avecina el triunfo del Frente de Todos (PJ, Patria Grande, PCR y el kirchnerismo) quienes no han parado de decir que su movimiento busca la confluencia de pañuelos verdes y azules.
En conclusión frente a la propuesta de construir una internacional feminista, las mujeres de la clase trabajadora debemos de seguir impulsando la construcción de un movimiento amplio de mujeres con independencia política de los partidos del régimen, de izquierda que retome los métodos de la movilización y la organización independiente de las mujeres, para que desde las movilizaciones en las calles nos convirtamos en poder político y avancemos en la construcción de un gobierno de las y los trabajadores.
Frente a la crisis capitalista actual y para ponernos a la altura de la lucha de clases y del movimiento internacional de mujeres, es urgente que levantemos un Movimiento Amplio de Mujeres en México para frenar la ola de violencias, explotación, feminicidios; necesitamos revolucionar este mundo violento, explotador y opresivo, nuestra participación y dirección de carácter independiente es esencial para lograrlo.
En nuestro país estamos en una fase del desarrollo del movimiento de mujeres, en el que muchas mujeres jóvenes se están comenzando a insertar en la lucha por nuestra emancipación, y que se identifican con una idea general de “feminismo” y nombrarse feministas, y es que al menos en nuestro país el nombrarse feministas en estos momentos representa una salida a la violencia que vivimos a diario, ya que ésto de manera inicial representa un cambio y rebelión de los estereotipos impuestos a las mujeres por este sistema capitalista y patriarcal y una salida a la violencia e impunidad que vivimos a diario, un grito desesperado por sobrevivir y por una vida digna, libre de violencia, ya que el machismo, violencia e impunidad es tan grande en nuestro país, que hemos llegado al grado de tener miedo al salir a las calle y no regresar a nuestras casas.
Frente a la incorporación de mujeres jóvenes a nuestra lucha, las organizaciones de mujeres tenemos por delante la tarea de impulsar procesos de politización de las nuevas generaciones para convencerlas de que es urgente y necesario concretar un programa de lucha a nivel nacional, que sirva como base para levantar y sostener el movimiento en todo México con perspectiva internacionalista y colocar la agenda de movilización que dé paso a fortalecer nuestras luchas en la perspectiva de derrotar al capitalismo patriarcal.
Para aportar decisivamente a la lucha de las mujeres en el marco de la crisis capitalista mundial es necesario golpear al capital. Desde nuestra otra óptica seguiremos contribuyendo para no condenar los mejores esfuerzos del movimiento de mujeres al fracaso, a la oenegización y a su sometimiento tras direcciones que no buscan un cambio radical de las condiciones de explotación, opresión y violencia.
Desde Rosas Rojas, organización de mujeres feministas socialistas, te llamamos a agruparnos bajo esta perspectiva.
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