POR DEFENDER LA VIDA…

Alejandra BM

¿Quién era Eugui Roy? Apenas lo conocí hace unos días debido a que su fotografía se difundió rápidamente por redes sociales, la cual estaba acompañada de la frase: “No creí que por defender la vida me iban a quitar la mía”. Hasta ese momento conocimos su nombre, su rostro y su historia, a pesar de que a sus 21 años ya había realizado registros importantes de reptiles y anfibios originarios de su estado natal, Oaxaca. Pertenecía al equipo de divulgación de la ciencia, Biologgers, en donde sus compañeras y compañeros lo describen como un joven alegre, entusiasta, humilde y apasionado, cuyo sueño era hacer un cambio en este mundo en pro de la conservación.

Según datos del Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMA), 83 activistas ambientales han sido asesinados en México desde el 2012 hasta el año pasado y en lo que va del año son 4 los defensores ambientales asesinados: Homero Gómez González, Isaac Medardo Herrera Avilés, Adán Vez y Eugui Roy. Estos son sólo los nombres que se conocen, hay que tener en claro que muchos quedan en el anonimato porque no hay voz que resuene por ellos, y otras veces no se denuncian o no se hacen públicas por miedo, pero también, porque estos asesinatos se han normalizado y se piensa que es precio que hay que pagar por ser defensora o defensor del ambiente.  De igual manera debemos visibilizar la violencia de las que son víctimas no sólo a nivel personal, sino también colectivo; recibiendo amenazas, intimidaciones, criminalización y hostigamiento. Aun así, estas personas no se quedaron calladas, porque tuvieron siempre la conciencia de que ni todo el dinero del mundo se compara con el valor intrínseco de la vida, pero no de la propia, sino la de miles de especies que viven en ecosistemas constantemente amenazados.

¿Por qué las y los defensores ambientales son asesinados? 

El incremento de las agresiones y asesinatos contra las personas defensoras del ambiente se registró durante el sexenio de Enrique Peña Nieto (2012-2018) y después de que entrara en vigor la “Reforma Energética”, la cual consiguió un alza de megaproyectos en todo el país, desde gasoductos, explotaciones petroleras, así como parques para la producción de energía eólica y solar. Según datos de la CEMA el año 2017 fue el año más letal, ya que México ocupó el cuarto lugar en asesinatos de defensores ambientales, siendo Oaxaca de las primeras entidades con mayores ataques registrados, destacando el municipio de Juchitán de Zaragoza, donde se han opuesto a la construcción de proyectos para la generación de energía eólica.

El tráfico de especies, por otra parte, es un negocio millonario que se encuentra inmediatamente después del tráfico de drogas y armas, y que también es causa del asesinato de los defensores ambientales.

Podría mencionar más ejemplos, pero todos ellos tienen algo en común: generan riqueza para unos cuantos, específicamente para aquellos que son dueños de los medios de producción, mientras que las personas que se verán afectadas de alguna manera, son silenciadas.

La respuesta a la pregunta anterior creo que se sabe, pero pocos voltean a mirar el verdadero problema al que nos enfrentamos, tal vez por miedo, ya que es un problema realmente enorme: el capitalismo. Este sistema económico en el que vivimos actualmente, que en pocas palabras se traduce como la acumulación de la riqueza a manos de aquellos que son dueños de los medios de producción, y por lo tanto tienen el poder, ha provocado la extinción de especies e incluso de ecosistemas enteros y si esto no le interesa con tal de generar dinero, mucho menos les importa acabar con la vida de una persona. El problema es tan grande que los perpetuadores de estos crímenes no son los empresarios, ellos sólo son quienes orquestan, sino son las mismas personas oprimidas por este sistema quienes jalan el gatillo y terminan con la vida de mujeres y hombres que se opusieron al beneficio de unos cuántos y decidieron luchar por el bien colectivo y de las futuras generaciones.  Con lo anterior no pretendo criminalizar a los oprimidos, sino darnos cuenta de que es necesario un cambio profundo y que todo es parte de un problema mayor.

No todo está perdido, lo que demuestra es que este sistema le teme a la organización, a que personas como Eugui abran los ojos y se den cuenta que divulgar el conocimiento es esencial, ya que el conocimiento en manos de los pueblos es peligroso para el capitalismo, porque es un arma que permite generar conciencia y unirlas a la lucha por el ambiente, el territorio, nuestro patrimonio y derechos.

La solución no es sencilla, exige salirnos de nuestra zona de confort, renunciar a nuestros privilegios y vernos como lo que en realidad somos: un habitante más de este mundo. No somos ni más ni menos que cada uno de los seres vivos con el que compartimos este planeta, por eso debemos replantear nuestro papel en la sociedad, romper el individualismo con el que hemos crecido y pensar en el bien colectivo. Participar y dar propuestas, no sólo quejarnos o criticar sin aportar.

No podemos reparar el dolor de la pérdida que han dejado en sus familias, amigos y compañeros, pero si hacer que la muerte de Egui Roy y de todas las personas que han sido asesinadas por defender el ambiente no sea en vano. No guardemos ni un minuto de silencio porque eso es lo que quieren, que callemos. Que nuestras voces sirvan para que la voz de Eugui no se apague. Organicémonos y sigamos la lucha para que un día, defender la vida no signifique sacrificar la nuestra.

¡Exigimos justicia para Eugui Roy Martínez Sánchez y todas las personas defensoras del ambiente!

“La bala muere al detonarse…
La palabra vive al replicarse”. -Berta Cáceres-


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