Un ambiente sano no. El diseño constitucional y legal que trajo la Reforma Energética de Enrique Peña Nieto, en el marco del conjunto de Reformas Estructurales y el llamado Pacto por México suscrito por el PRI, PAN y PRD, estuvo enfocado para la disminución del Poder Nacional.
En este marco, el Estado debe dar las garantías para que ningún gobierno, de ningún estilo y ninguna condición, vulnere la condición colonial de la nación subordinada a los poderes extranjeros.
Para ello el diseño constitucional y legal de las Reformas Estructurales dieron a conocer instituciones “constitucionalmente autónomas”, para ser la conexión de dichos poderes extranjeros con los tres órdenes de gobierno y el conjunto de instituciones del Estado, para que nadie se salga del marco colonial en ningún momento histórico.
Eso es precisamente lo que está haciendo hoy la Comisión Federal de Competencia Económica (COFECE), con la Controversia Constitucional presentada ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación, luchando por mantener las condiciones derivadas de las Reformas Estructurales.
Las Reformas Estructurales abrieron mercados, flujos de capitales y amplias ganancias a favor de las empresas extranjeras que en muchos de sus países de origen ya tenían saturados los mercados y minimizadas las utilidades.
Según los diarios de circulación nacional, el 95% de los demandantes contra el gobierno de AMLO en materia de energía, son empresas privadas extranjeras, principalmente europeas; mientras que el resto son ONG como Greenpeace, Defensa Colectiva (donde varios integrantes fueron promotores de la reforma del 2013) o personajes de poca monta como Fernando Belaunzarán.
Eso es el fondo: las ganancias, los mercados, las utilidades; no les importa el ambiente sano. Lo que hay de fondo es las necesidades de desarrollo del gran capital para que, frente a poderes colonialistas, se instauren naciones débiles para desarrollar mercados y utilidades con cargo a dichas colonias.
Los grandes capitalistas quienes en todos lados dicen que llevarán sendas carretadas de dinero para invertir, casi siempre colocan una inversión inicial de no más del 20% de lo que dicen que invierten. Lo otro lo sacan de la banca de desarrollo y de las afores de los trabajadores.
Esos países piensan en décadas, por ejemplo, no es coincidencia que sean los gobernadores de las zonas de mayor potencial solar y eólico como Jalisco, Chihuahua, Yucatán, los que están protestando más y curiosamente sus partidos fueron los signantes del Pacto por México. Los gobernadores son peones de las potencias extranjeras y es muy probable que hayan financiado sus campañas; pues estas empresas se metieron en esas regiones desde hace más de una década.
La gran conclusión de esto es que estamos en una histórica batalla que requiere una definición clara desde una política antiimperialista y anti colonial; por supuesto, anticapitalista. Que tenga en perspectiva un programa estratégico enmarcado en la libre autodeterminación de nuestro pueblo.
NO se tarta de “contaminar libremente” como dice la derecha pro europea; no, sino para conducir nuestra propia transición energética de forma libre y soberana, sin ataduras a los proyectos de dependencia estratégica, mercados y ganancias del gran capital. Aquí no se disputa “las energías limpias”, porque en ello al CFE es el mayor participante aunque digan que no. Está en disputa un un control geoestratégico y nuestro futuro como nación libre, soberana e independiente.
El conjunto de la izquierda independiente no quiere entrarle a este tema, porque recién entró en vigor el TMEC; ese es otro mecanismo de subordinación del que es muy difícil desligarse y no por ello no debería de cuestionarse. Pero todo de conjunto debe combatirse y no hacer de esto cosas mutuamente excluyentes que por no estar dispuestas de la manera que mejor acomoda, debemos abstraernos.
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