La unidad económico-política de Latinoamérica es clave para la sobrevivencia y prosperidad de nuestros pueblos. Sin unidad política y económica de Latinoamérica no hay futuro para nuestros pueblos, sólo la continuidad de la desigualdad, la pobreza y la violencia. Sólo la cooperación estratégica, económica, energética, alimentaria y política de los pueblos latinoamericanos y caribeños garantiza una correlación de fuerzas favorable para que se lleven a cabo los proyectos nacionales necesarios para eliminar la pobreza de la región y procurar el bienestar de la población, frente a la dominación que ejercen los Estados Unidos y la irrupción de China en el escenario geopolítico. El discurso de AMLO con motivo del aniversario luctuoso de Simón Bolívar ha tocado muchas fibras sensibles. La manifestación hacia el no intervencionismo de EEUU en la vida política de los países latinoamericanos refleja el sentimiento general de los habitantes de México, Centro, Sudamérica y el Caribe. La idea de crear una alianza económico-política como la Unión Europea, donde exista reconocimiento a las diversas identidades nacionales y el libre tránsito de personas puede traer un mejor panorama para nuestros pueblos en el siglo XXI. El T-MEC, antes TLCAN, es un acuerdo en el que Canadá, EEUU y México forman una región de libre comercio y de organización conjunta de la producción de mercancías que busca competir con otras regiones como Asia y la Unión Europea (UE). El T-MEC no permite el libre tránsito de personas (que sí se permite entre los países de la UE) en específico de mexicanos. Existen otros ejemplos de cómo la política de EEUU y Canadá hacia México, busca apropiarse de recursos naturales como el petróleo, los recursos mineros, los centros turísticos, la industria eléctrica, los ferrocarriles, y un largo etcétera. Esto se explica porque las relaciones en el T-MEC son asimétricas, donde el país más fuerte (EEUU) impone sus condiciones a los países más débiles (México y Canadá). Es decir, son relaciones bilaterales entre EEUU y sus dos vecinos, con reglas que benefician al país más fuerte. Esto es la llamada competitividad capitalista, donde se elige a un competidor débil (México) al cual se pueda someter fácilmente, vendiéndole la idea de que la libre competencia con rivales mucho más fuertes, altamente industrializados y poseedores de la más avanzada tecnología en todos los campos, va a traer precios bajos para los consumidores y prosperidad para la población del país menos aventajado. Toda esta situación ha traído consecuencias en cuanto a lo que México debería hacer y no hacer, como la dependencia estratégica de México respecto a EEUU, ya que importamos el 50% de los alimentos que consumimos, el 70% del gas natural que es la base de la generación eléctrica y no tenemos ninguna empresa de alta tecnología que produzca equipos de computo y menos semiconductores y chips, por lo que todo eso lo importamos de EEUU en mayor medida. Es decir, la ilusión de la libertad de comprar cosas baratas importadas y del bienestar que pueden dar. Pero hemos perdido la capacidad de alimentar a nuestra población con nuestros recursos y de generar la energía para mover nuestra economía. Esto se debe a la apertura excesiva que los gobiernos neoliberales permitieron a los productos más baratos del exterior, sin importar que significara la pérdida de la capacidad de México de satisfacer sus propias necesidades y cediendo a los extranjeros nuestro mercado interno. Si EEUU llega a estar en desacuerdo con México respecto a la política energética, de seguridad, económica o exterior, tiene medios para presionar a México y nuestro país no tiene mucho con qué defenderse, por que ha sido desmantelado sistemáticamente por los neoliberales desde los años 80s.
El caso de Cuba ejemplifica lo que puede llegar a hacer el gobierno de EEUU para garantizar sus intereses en su espacio vital, que abarca todo el continente americano, la UE y Medio Oriente. El bloqueo económico en Cuba ha impedido que este país pueda tener relaciones comerciales normales con cualquier país, inclusive en medio de la pandemia de COVID 19, que ha llevado a niveles intolerables el sufrimiento de los cubanos que habitan en la isla, EEUU implementó nuevas sanciones que impiden el libre tráfico aéreo en los aeropuertos de Cuba, por lo que la isla quedó aislada y sin posibilidad de adquirir insumos necesarios para enfrentar la pandemia y alimentos para la supervivencia de sus habitantes, ya que también enfrentan una sequía sin precedentes que ha mermado la producción agrícola. Por estas razones, el bloqueo a Cuba nos afecta de manera real ya que significa una amenaza para los países de la región que quisieran optar de manera soberana por un régimen distinto al que determine el país hegemónico, según sus propios intereses.
Pero ¿cómo se puede enfrentar a semejante bestia? Servicios de inteligencia efectivos: son el gran acierto de los cubanos que han resistido el bloqueo de EEUU por más de 60 años. Ningún país en Latinoamérica puede hacer hoy algo así. Educación: los cubanos son un pueblo educado, no hay analfabetas y la población es consciente de la realidad política que viven y los peligros que enfrentan. En México la educación es muy limitada y sirve para reproducir el modelo capitalista neoliberal, no para que las personas puedan crear nuevas realidades, no conocemos nuestra propia historia y menos la historia que nos une con los pueblos latinoamericanos. Desarrollo tecnológico propio: Estamos en la cuarta revolución industrial y el mundo está cambiando. El dominio de la tecnología en los campos de las energías renovables, la energía nuclear, la eficiencia energética, la inteligencia artificial, la electromovilidad, la salud, la educación y la defensa son áreas que redefinirán las relaciones entre las naciones en el siglo XXI. Es la oportunidad de nuestros pueblos de desarrollar tecnologías apropiadas a la realidad latinoamericana, complementando nuestras capacidades y dejar de depender de tecnologías extranjeras. Usar la demografía a nuestro favor: Los pueblos latinoamericanos son fuertes porque tienen una población joven y creciente, mientras que, en países como EEUU, la población anglosajona tiende a envejecer y tienen tasas de crecimiento muy bajas. Los latinos tenemos el potencial de vencer el sometimiento de EEUU y los países europeos si nos unimos. La Unión Europea tiene 500 millones de habitantes, Latinoamérica tiene casi 700 millones, que bien organizados, y sabiendo complementar mutuamente nuestras capacidades, recursos naturales y ventajas geográficas, los pueblos latinoamericanos podríamos ser una potencia capaz de satisfacer las necesidades de toda nuestra población y poder exigir un trato de iguales con cualquier otra potencia en el planeta, incluido EEUU. La cultura: Tanto Rusia, Cuba, China e inclusive Irán, han sufrido sanciones por parte de los EEUU, que desea dominarlos al imponer su cultura y sus ideales de libertad de mercado y de democracia electoral (como a México y toda Latinoamérica), que son verdaderas armas de invasión cultural y colonización mental de la población. Pero la clave de la resistencia exitosa de estos países es una férrea defensa contra esos conceptos culturales y políticos, y han mantenido todavía por encima su propia cultura, sus valores y sus formas de organización, no sin luchar, por cierto. En Latinoamérica, Chile es el ejemplo perfecto de la invasión cultural de los EEUU, desplazando a la población indígena por completo de la escena política, marginados de la economía, con una privatización de todos los sectores de la economía y con uno de los más altos niveles de violencia hacia la disidencia política que se conocen en la historia de la humanidad. Esa es la libertad y la democracia liberal de los estadounidenses y sus aliados europeos. Humanismo: La alianza de los pueblos latinoamericanos debe poner en el centro de la política pública a las personas, por sobre cualquier otro interés como intereses financieros y de acumulación capitalista. Se trata de priorizar a las personas y su desarrollo humano integral, supeditando a ello el mercado y no al revés.
Nuestra América no debe ser el patio trasero de EEUU, nuestros recursos naturales son para el sustento de nuestra gente y para su conservación. No somos mano de obra barata, ni se nos puede reducir a meros consumidores de mercancías importadas. Por eso el bloqueo criminal al pueblo cubano debe terminar, así como todo tipo de intervencionismo de los EEUU en nuestros países. Eso se debe decir, pero también se debe construir. De la unidad política hay que transitar a concretar la colaboración entre los pueblos y crear nuevas instituciones regionales que sí funcionen para el bienestar de nuestra gente, respondiendo al interés latinoamericano sin que esté sesgado hacia EE,UU., tal como lo hace ahora la OEA. Así como Simón Bolívar dijo “Yo deseo más que otro alguno ver formar en América la más grande Nación del Mundo, menos por su extensión y riquezas que por su libertad y gloria”, así vemos a nuestra América quienes hoy luchamos por una transformación y tenemos que conquistar su libertad por medio del socialismo y la unidad socialista del continente.
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