Daniel Vázquez
Previo al inicio de la lectura resulta necesario recordar al lector, dadas las recientes declaraciones del presidente de México Andrés Manuel López Obrador respecto de las universidades, reiterar la independencia política que en el Grupo Acción Revolucionaria hemos establecido frente al movimiento nacionalista burgués que encabeza el presidente, reiterando la firme convicción del GAR al afirmar que si bien el gobierno actual representa un cambio frente a los anteriores gobiernos globalistas neoliberales, es necesario profundizar aún más las propuestas establecidas durante los últimos tres años y de forma particular, desde nuestra perspectiva, la alternativa a la educación superior planteada resulta cuanto más ineficaz al tratar de resolver los problemas que en el siguiente artículo se plantean. Por tanto este artículo debe tomarse como una propuesta alternativa construida a partir de lo que consideramos una crítica al modelo planteado por AMLO, desde la izquierda independiente, única oposición con calidad moral para realizar una crítica real a las propuestas planteadas por el movimiento electoral que ostenta hoy el poder político en México, sin que ello represente una negativa al diálogo con LAS BASES de dicho movimiento y, a la cual hemos invitado a los y las trabajadoras de México así como al estudiantado y el movimiento de las mujeres a sumarse, sin más proseguimos como sigue.
En artículos anteriores de acción revolucionaria ya hemos hablado acerca del papel de la educación como instrumento ideológico del capital, véase [https://garmexicoblog.wordpress.com/2019/10/21/las-tareas-de-los-estudiantes-democraticacion-fuera-junta-de-gobierno/]. Dicho análisis se centró en desglosar de una manera más clara la denuncia hacía la privatización de la educación y de manera más honda la importancia que se le da a la misma en cualquier sociedad regida por un determinado sistema ideológico, sin ahondar mucho en los actores políticos que de manera activa mantienen los intereses de los capitales en los centros de enseñanza.
Como en el artículo citado anteriormente, la razón del presente escrito es la reflexión, dado que recientemente la discusión entre reaccionarios y activistas en los centros educativos se ha reducido a los lugares comunes, invocando intereses que juegan a favor de un lado y del otro o haciendo referencias a adjetivos clichés, partiendo de la suposición de que de lo que se habla ya es conocido, que no es necesario explicar las premisas que hacen llegar a argumentos ya armados, tanto de un lado como del otro. Es necesario plantear una pausa en el camino y al igual que antes, recordarnos el ¿Por qué? Porque es necesario, la memoria colectiva es selectiva, los juicios emitidos por los individuos que los formulan contienen, en grandes dosis, sesgos ideológicos o de confirmación, como si fuera evidente para la masa lo que para el individuo lo es y por ello no se molesta en describir o fundamentar.
Es por ello que en este artículo no gastaremos tinta, metafórica porque es digital, en tratar de volver a los lugares comunes, más bien los veremos de afuera buscando sus causas y no los hechos, explicando el por qué, al menos para el Grupo de Acción Revolucionaria, la organización independiente de los estudiantes no es algo plausible, si no necesario en la recuperación de los espacios educativos para los y las hijas de las masas proletarias y porque sin ella la formación de un estado proletario sería insostenible.
Activistas y reaccionarios
Comencemos describiendo la coyuntura más reciente, aquella que se sostuvo de manera virtual por casi tres meses y sobre la cual los medios de comunicación masiva, apenas se dignaron a escribir alguno que otro artículo, hablando sobre el paro de labores educativas en “algunas” escuelas de la institución, pero que como en la mayoría de las coberturas que dan a las manifestaciones populares se centran en las afectaciones de la circulación del transporte, el calendario escolar y a emitir juicios sobre sus actores, describiendo sus actos “vandálicos”, antes que en analizar sus motivos.
Pese a que no se habló mucho acerca de la coyuntura en el discurso público, ora por la pandemia, ora por los temas mediáticos que lo opacaron (elecciones), ora por la falta de una movilización presencial de los estudiantes, nos encontramos ya a más de tres meses (al tiempo en que se publica este artículo) de que finalizaran las protestas estudiantiles y docentes al interior de él centro de educación superior más importante del país, la UNAM, que paralizo a más de 20 escuelas de la institución en su punto más álgido, no solo en la CDMX, por la dignificación del trabajo docente.
En los más de 20 centros educativos de la universidad se levantó un proceso a través del cual surgió una organización entre docentes y estudiantes, como no se veían desde la huelga de 99-2000 por la gratuidad de la universidad, está vez por el trato digno a los propios docentes, quienes en algunos casos carecían del pago de sus labores desde hacía dos semestres.
En dicho movimiento fue innegable el papel fundamental que jugaron las redes sociales durante estas protestas, así como tampoco podemos obviar el papel que juegan estas después de ellas.
Ante las expresiones gráficas, los llamados memes, reflejo satírico de las juventudes acerca de su realidad y el momento histórico que sienten, que plantean un sentido de derrota tras el movimiento estudiantil, ridiculizando sus logros en el peor de los casos y minimizándolos en el mejor de estos, es necesario llevar a cabo un análisis de uno de los principales discursos que entre estudiantes y profesores opositores a la movilización se ha generado, el de los intereses políticos.
Para el bloque “opositor” al paro de labores dentro de la universidad, los activistas, los llamados paristas, son títeres, esclavos sin conciencia propia, que son utilizados como capital político de quienes operan tras reflectores, de aquellos que negocian puestos en lo oscuro, o buscan colocar una agenda política al interior de la institución, de acuerdo a sus pensamientos los “paristas” son seres incapaces de razonar o de pensar por sí mismos, de generar sus propias conclusiones, para ellos estos seres sin conciencia actúan en bola siguiendo consignas armadas, repitiendo los mismos argumentos que el resto, ellos no por supuesto, ellos si son originales no usan argumentos armados no son parte de una bola no, ellos no, ellos si piensan ellos escuchan a sus profesores de los que obtienen información privilegiada para armar sus propios argumentos en contra de sus adversarios no, ellos no, ellos no son parte de una bola, ellos solo quieren continuar estudiando, ellos si quieren ser alguien, no quieren ver afectada su educación por un grupo de revoltosos sin conciencia propia.
Sin darse cuenta, este bloque opositor, también forma parte de una bola, aquella que pronuncia los mismos argumentos gastados que el resto, pero en contra de sus adversarios, de acuerdo a ellos formulan sus argumentos con conocimiento, lo han recibido de profesores con experiencia, profesores que estuvieron en movimientos anteriores como estudiantes que seguramente no repetían los mismos argumentos que ellos ahora, no, ellos sabían desde entonces de estas fuerzas obscuras, maquiavélicas, cuyo fin es entorpecer la educación de los jóvenes para mantener su control.
Pero hemos de darles un punto, así como ellos repiten argumentos heredados de sus profesores que estuvieron en la huelga del 99, que seguramente heredaron de sus profesores del 87 quienes seguramente heredaron sus argumentos del 71 y 68, quienes los heredaron de los congresos de los 40´s y 30´s, las agrupaciones estudiantiles heredan la lucha estudiantil de sus antecesores, así como sus consignas, la diferencia entre ambos grupos radica en que los primeros se creen los originales, carecen de una memoria histórica que los levante de su mezquindad, que los hace pensarse los primeros en decir: “yo si quiero estudiar, mugrosos…”, “ya sálganse del Che, malditos fósiles…”, “creen que pueden con el gobierno, inocentes…”, “bola de manipulados…” y así sucesivamente; por otro lado los activistas tienen consignas como “Respeto a la autonomía..”, “fuera represión…” y “condiciones dignas para estudiantes y docentes…”.
No es ninguna casualidad que los argumentos no cambien, por algo a los “anti paro” se les conoce como reaccionarios, las demandas históricas de los estudiantes se encuentran sustentadas en condiciones estructurales que esencialmente no han cambiado desde la primera vez que fueron elaboradas, las coyunturas cambian, sí, pero las condiciones permanecen iguales, es decir, los activistas y miembros de las agrupaciones buscan un cambio, los reaccionarios no, ellos buscan perpetuar el statu quo, aquel que les permitió a sus profesores ser profesores cuando se pegaron a uno más viejo que ellos o que le ha permitido a consejeros y consejeras estudiantiles cooptados, por los funcionarios otorgándoles beneficios especiales, convertirse en funcionarios y después los hace pensar que fue gracias a sus méritos y no gracias a una estructura perpetuada desde los años 40´s que un grupo de revoltosos mantienen en su imaginación.
Y es en este punto, precisamente, donde se enmarca la reciente coyuntura, porque las razones detrás de la organización más reciente de estudiantes y docentes, no fueron solo los salarios, fue la inequitativa relación que la mayoría de los docentes mantiene con sus superiores, porque mientras los primeros se deben mantener sin salario por dos semestres, los segundos se gastan el presupuesto en viáticos, que en la mayoría de los casos se gastan en comidas lujosas que sirven en sesiones de consejo técnico o universitario, en galletas para sus simposios o en pasajes aéreos a reuniones opulentas con funcionarios de otras instituciones con galletas y comidas lujosas patrocinadas por sus respectivos presupuestos, porque de acuerdo a ellos el salario de un funcionario no alcanza para satisfacer sus necesidades, pero en cambio, el de un docente si debe hacerlo o en su defecto debe conseguirse un segundo empleo, porque la docencia es una vocación no un medio para subsistir, habría que decirles que la siguiente vez que reserven un catering para sus reuniones le digan al dueño que no le pague a sus cocineros, porque la cocina es una vocación no un medio para subsistir y así podrían ahorrarse un poco del presupuesto.
¿Intereses mayores?
Anteriormente en acción revolucionaria se estableció la relación que existe entre la educación, el sistema económico social que impere y la clase que ostente el poder en el mismo, por lo que es evidente que para perpetuar el poder y mantener una hegemonía ideológica, resulta indispensable mantener el control de los centros de pensamiento de una nación, no ahondaremos en ello porque esto se encuentra explicado en el artículo indicado al inicio de este texto. Basta con recordar este hecho, para establecer la relación que guarda el mismo con la premisa usada por la reacción en los centros educativos, es decir, evidentemente existen grupos antagónicos al interior de la UNAM que guardan con recelo las cotas de poder que han logrado obtener y mantener al interior de la misma y que no conformes con ellas buscan establecer un dominio sobre las demás, a veces los problemas o roces que existan entre ellas se manifiestan a través de problemas que afectan de forma directa e indirecta la “normalidad” de la vida académica al interior de la universidad.
¿Quiere decir esto que la reacción tiene razón? No, ni lo activistas son seres inertes carentes de cualquier pensamiento propio, ni los grupos de poder, de quienes hablaremos más adelante, los usan como capital político en la universidad, pero si guardan una estrecha relación.
Mientras los grupos de poder se pelean por asegurar sus bastiones al interior de la universidad y gastan recursos y favores políticos para asegurar el avance de tal o cual personaje que los posicione una escala más arriba de la burocracia en la universidad y garantice el ascenso político de sus demás integrantes, las decisiones, puestos y acciones que emprenden estos personajes, que no siempre son los más capaces ni los más brillantes, al interior de sus institutos, escuelas o dependencias, tienen repercusiones significativas para el alma de las mismas dependencias donde ejercen sus actividades políticas, porque el nombramiento del compadre, que no está ni remotamente familiarizado con los protocolos de dicha dependencia o sus integrantes, tiene un efecto sobre las actividades de los docentes e investigadores, porque un cambio de los protocolos, un cambio en la firma, ubicación o certificación que se le haga buena idea al compadre implementar, significa retraso para los investigadores, papeleo para los profesores, retraso en los trámites para los estudiantes.
Pero el compadre no se limita a hacer cambios en la estructura burocrática, el compadre está allí porque comulga con la visión social-empresarial que tienen estos grupos de poder para esa institución porque el compadre asegura los intereses económicos de la familia y de los patrocinadores, a quienes no les parece que la educación que reciben sus futuros empleados comulgue con los objetivos que tienen en sus empresas para hacerlas ganar más, ni con su forma de trabajar y si estos patrocinadores, que lo mismos sobornan funcionarios educativos que diputados, senadores y hasta presidentes, buscan un trabajador que haya sido educado bajo tal o cual certificación ISO en el laboratorio o que haya sido entrenado en el manejo de tal o cual sistema de computadora ¿Quiénes son ellos para negarle la oportunidad a los futuros trabajadores de acceder a las grandes oportunidades que ofrece el mercado laboral actual?
Para lograr ajustar las demandas laborales de las empresas que patrocinan a estos grupos de poder, para ajustar a las instituciones educativas a “los requerimientos del mercado laboral actual”, no basta un cambio de protocolo o una sencilla orden al cuerpo docente, no, para lograrlo se necesitan reformar los planes de estudio, canalizar el presupuesto que se tiene hacía las áreas que garanticen las inversiones en el país de las empresas que otorgan becas a sus estudiantes, patrocinan sus concursos, equipan laboratorios y crean programas de intercambio que prepararán a sus futuros empleados o al menos crearan un creciente ejercito laboral inserto en un mercado de profesionistas, de personas, saturado de egresados, que necesitan de trabajo para subsistir y, a cambio de la promesa de “crecimiento profesional”, aceptan plazas mal pagadas, producto de ser considerados como mercancía por la ley de la oferta y la demanda cuyos salarios no hacen más que bajar a medida que las tasas de egresados aumentan, sin contrato, sin prestaciones, sin descansos, con horas extras que serán pagadas con pizzas y excelentes ambientes laborales, exentos de estrés, de presión, de depresión, que ha hecho disminuir las tasas de suicidio en todo el mundo y, con un fuerte sentido de trabajo colaborativo, porque el compañero de trabajo de su futuro empleado no será su competencia en el contrato que espera tras sus meses de “capacitación” ni su jefe un tirano, todos serán una familia cuando terminen su carrera y laboren en esa empresa.
Este cambio de políticas, canalización de presupuesto, cambio de planes de estudio afecta a estudiantes y docentes por igual, los más consientes, aquellos que serán acusados de no serlo por los reaccionarios, saltarán a anunciarlo intentarán organizarse, sabedores de la constante y creciente intrusión de los capitales privados en la educación y su relación con los grupos de poder, conscientes de que el problema es tan antaño como las típicas frases de los reaccionarios, esas que sus profesores igual de reaccionarios aprendieron de sus predecesores y ahora enseñan a sus sucesores, porque no, los manipulados son ellos.
Los estudiantes que leyendo lecturas que se encuentran fuera de los planes de estudio, porque no son necesarias para los futuros empleados, se dieron cuenta de las relaciones sociales propias del sistema en el que viven y que se expresan tanto fuera de su universidad como dentro de ella, si, esos estudiantes que se atreven a vestirse distinto al resto, que ven a la universidad como un reflejo de la sociedad, que cometen la osadía de interferir con la educación de los reaccionarios, esos que le agradecen a quienes pauperizaron su educación, degradaron su salario futuro y elevaron el costo de la vida porque al menos les permitirán ser parte de su “mercado laboral”con la esperanza de “crecer profesionalmente” y, pese a que las estadísticas les digan lo contrario, aspirar, si, tan solo aspirar, a tener los bienes que les ofrecen para aparentar la vida de quienes los condenaron, esos son los manipulados, no los que defienden al sistema a capa y espada no, ellos no.
¿De dónde vienen esos intereses? La eliminación del pase automático de la prepa a la universidad, no es un política con la que los activistas del 87 estuvieran de acuerdo, entonces ¿A quién le conviene que los estudiantes que entren a la universidad estén más “calificados”?, ¿A quién le interesa elitizar la educación mediante el establecimiento de cuotas semestrales en la universidad?, ¿A quiénes les conviene tener grupos porriles dispuestos a amedrentar estudiantes? Cuando se habla de intereses hay que tener en cuenta estas preguntas, enmarcadas en el contexto descrito, pues resulta fácil ver a una institución tan grande como la UNAM y pensar en los intereses que existen dentro de ella, pero ese no es ningún análisis, es apenas una premisa propia de cualquier institución.
La estructura
Durante la coyuntura más reciente, las diferencias entre funcionarios y docentes fueron más evidentes, producto del desgaste de una estructura elaborada en los años 40´s de la cuál apenas hemos hecho mención durante este texto con anterioridad, los privilegios que han acumulado los grupos de poder no han hecho otra cosa más que incrementar la brecha de desigualdad salarial entre funcionarios y si bien no provocan la movilización estudiantil, en algunos casos las alargan, considerando sus posibles ascensos, fruto de su adecuado desempeño y manejo de crisis.
La estructura está dispuesta a tolerar cierto grado de rebeldía, de subversión, en tanto estás dejen intactas sus estructuras o no afecten las aspiraciones políticas de sus burócratas, porque cuando un movimiento pone en riesgo sus intereses, o los de sus patrocinadores, la propia estructura tiene mecanismos para sofocarlos, se han vuelto expertos en ese arte, 80 años de experiencia, fruto de su perpetua permanencia, los han vuelto diestros en el arte del cantinfleo, de la “negociación”, del “diálogo abierto” y cuando todo eso falla, saben cuándo liberar a los perros, los porros.
Pero hablemos de cómo se conformó, ¿Cómo un grupo de burócratas han logrado perpetuar sus apellidos en la historia de la UNAM? ¿Cómo es posible, que un centro de pensamiento carezca del mismo para reconocer los nombres que dan vuelta una y otra vez a través de los años ocupando puestos similares en diferentes direcciones y dependencias?
Regresemos al pasado, al decreto de la autonomía, cuando Portes Gil reformaba la ley Orgánica de la UNAM para otorgarle la autonomía luego de que los ideólogos de la revolución y los liberales, que seguían manteniéndose en una institución porfiriana como la universidad, no lograran ponerse de acuerdo en el corte de la educación impartida en la universidad y el gobierno decidiera librarse de ese problema.
Para 1933 los debates entre Lombardo Toledano y Antonio Caso, entorno al corte liberal o socialista de la educación superior en la UNAM habían ocasionado que se decretara el principio de libertad de catedra, que para quien no lo sepa, no hace referencia al tipo de exámenes que los profesores aplicarán a sus alumnos o el porcentaje que le dará a determinado rubro de su evaluación, sino a la perspectiva con que impartirán sus conocimientos es decir con un corte individualista, liberal, o colectivista, socialista. La libertad de catedra del 33 fue un esfuerzo de la reacción a la revolución y sus ideas por perpetuar, mediante la simulación, el corte porfiriano con el que fue fundada la universidad, y para 1934 cuando el gobierno de Cárdenas implementó la reforma educativa, que implantaba la educación socialista en el país, la universidad se negó a asumir dicho modelo.
Luego de que se negaran a aceptar la educación socialista, como la rectora en la institución, Cárdenas le retiraría el carácter de nacional a la universidad junto con su presupuesto y fundaría el IPN, junto con otras instituciones de educación superior que consolidarían su proyecto educativo en el país. Aquí, en la premura financiera con la que operó la UNAM desde 1933 y hasta 1937, es donde encontramos las raíces burocráticas de la universidad.
Después de que se implantara el servicio social como forma de mediar las diferencias con el gobierno, viéndose en él un instrumento necesario para el proyecto de renacionalización energética e industrial emprendido por Múgica y Cárdenas, después que se nombrara a Gustavo Baz como rector en 37, la universidad entró en un proceso que la llevaría a rebatirse en la forma en que se establecerían sus órganos de gobierno, diversas crisis en su forma de gobernarse, la llevaría a tener dos rectores en el 44, máxima expresión de los dos polos de pensamiento que han existido en la universidad, uno, José Aguilar Álvarez, representante del pensamiento liberal y el otro Manuel Gual Vidal, representante del pensamiento socialista, que desde entonces deseaba establecer órganos democráticos al interior de la Universidad, al final, la disputa fue resuelta desde el gobierno, estableciendo los nuevos órganos rectores de la vida en la universidad.
El conflicto de gobierno en el 44 al interior de la universidad llevó a la división de funciones, que no de poderes, se estableció la junta de gobierno, que se instauro previamente como una junta de Ex-rectores para resolver el problema ideológico entre ambos bandos y nombrar a un único rector. La junta de gobierno balancearía los conflictos entre estas fuerzas, en los hechos ejercería el poder político al interior de la universidad junto con la rectoría y los directores, representantes de sus respectivas fuerzas ideológicas y políticas; la rectoría técnica, es decir, la educativa, sería mediada por los consejos universitarios y técnicos de la escuelas y finalmente la función administrativa de la Universidad sería ejercida por el propio patronato de la universidad.
Con la instauración de este modelo en la última reforma que se le ha dado a la organización de la UNAM en el 45 se había inaugurado, sin saberlo, el origen de los conflictos ideológicos y políticos de la universidad que permanecen hasta nuestros días, los órganos de gobierno, que los reaccionarios tanto alaban como ejemplo de modelo de gobierno, no son más que una estructura política diseñada para balancear las fuerzas que confluyen en la universidad. La estructura meritocrática de la que se habían regodeado en los 30´s los universitarios, que sí nombraban como funcionarios a miembros destacados de la comunidad, fue pervertida o tal vez nunca funcionó, porque desde entonces se estableció que los puestos no se le darían a los más preparados o los más inteligentes, si no a los mediadores, a los representantes antagónicos de las fuerzas que operan en la UNAM.
Los directores, los coordinadores, los rectores, no son reconocidos por la comunidad como miembros destacados de la misma, solo son reconocidos entre ellos mismos, los autonombrados miembros reconocidos de la comunidad, porque no son elegidos, son nombrados, existen ternas que los grupos de poder utilizan para colocar a sus candidatos, que luego deberán convencer a otros representantes de los mismos grupos, ahora en la junta de gobierno, no con sus capacidades intelectuales o administrativas, si no por sus capacidades políticas de mediar entre las fuerzas de su propio grupo o de otro que intente arrebatarle un bastión a los dominantes. Una escuela, un instituto, una coordinación, no son sino feudos desde donde se ejerce el poder de estos grupos, grupos de poder, al interior de la UNAM perpetuados por ellos mismos, que simulan democracia a través de consejeros “electos” cooptados, con la esperanza de algún día pertenecer a algún grupo de poder.
¿Por qué debemos recordarnos todo esto? Porque la gente olvida, la memoria a corto plazo de las masas se hace presente cuando velan por el interés individual de sus miembros, porque la historia se vuelve mito y la autonomía ahora no fue decretada, se conquistó, los órganos de gobierno no son fruto de conflictos políticos, sino de un arduo ejercicio de pensamiento entre las personas más sabias de nuestro país de quienes no se puede dudar, porque Antonio Caso no fue un liberal, sino un defensor de la autonomía y Justo Sierra no fue un porfirista, sino un educador. Finalmente, debemos de recordárnoslo porque ahora, se piensa, los padres de los actuales funcionarios de la universidad no son o fueron burócratas, ni tampoco representantes de grupos de poder, son pensadores que tal vez pensaban más que sus hijos y por alguna curiosidad genética que desconocemos heredaron sus capacidades administrativas y políticas a sus hijos, los Graue, los Caso, los Alcocer, los Icaza, los Lomelí, los Sierra, los Narro, los de La Fuente, los Carpizo y un largo etcétera, aparentemente poseen un rasgo genético único que los distingue de los demás y los hace merecedores de los puestos a los que, en algunos casos, sus padres ocuparon y en muchos más tan solo aspiraron a tener, a pesar de que a veces, aunque cada vez más frecuentemente, ni siquiera hayan estudiado en la UNAM.
Los grupos de poder
Si bien es cierto que los órganos de la universidad fueron concebidos, en un inicio, como forma de balancear las influencias de cada grupo a su interior, dejó de lado un hecho fundamental, la participación de la comunidad, porque hasta antes de su instauración las protestas académicas al interior de la universidad eran masivas, los grupos representantes de su respectiva ala ideológica se batían en debates abiertos en congresos convocados por la propia comunidad, pese a que desde ese entonces se usara la toma de instalaciones como forma de exhibir la fuerza de cada corriente.
Muchos de los acuerdos que resolvieron una parte de los problemas que se gestaban durante los primeros años de la universidad, fueron instaurados a partir de congresos universitarios amplios y abiertos, así se instauró la libertad de catedra, el servicio social e incluso los consejos técnicos y universitario, sin embargo, al establecer un marco jurídico que extinguía los debates de ideas por una concurso de influencias, el sentido en la toma de decisiones cambió, porque ahora no era necesario contrastar las ideas con la de los rivales para convencer a las mayorías, ahora solo hacía falta colocar a algún representante de su respectivo grupo para tomar el control de una escuela, de un instituto o la universidad, porque en los hechos, los consejos nunca han funcionado como congresos, porque siguen conformándose, en gran medida, por directores, secretarios y coordinadores nombrados, porque el rector y los directores tienen poder de veto sobre ellos y si surge alguna controversia, esta será solucionada por un grupo de personajes anónimos pero notables, nombrados a propuesta del rector, la junta de gobierno.
Es así, en este marco que se delegaron las responsabilidades del pensamiento “plural” de la universidad a un grupo de representantes de cada grupo, es así, que se relegó a docentes y estudiantes por igual a meros capitales políticos y se formaron los llamados grupos de poder.
La lucha comenzó, primero entre dos y luego, a medida que surgían diferencias a su interior, entre tres, cuatro, cinco, diez, que a su vez contienen diferentes corrientes de “pensamiento” que en su mayoría, actualmente, tienen por objetivo seguir escalando en la aristocracia de la UNAM para tener acceso a sus recursos y colocar la agenda de sus patrocinadores en las escuelas e institutos donde se desenvuelven, más que el de imponer la visión de educación que cada uno de ellos simulan tener.
Con la expulsión de la mayoría universitaria y el surgimiento de la aristocracia, los estudiantes y gran parte del profesorado quedaron relegados a un segundo plano y con ello sus inconformidades respecto al rumbo de la universidad, ya no eran valiosos. Antes de la reforma del 45 al rector se le elegía a votación directa, pero eso daba conflictos porque no había que convencer a una junta de notables desconocidos, como ahora, había que convencer a la comunidad pero como ahora no era necesario, ¿Para qué involucrar a las mayorías en las decisiones de la universidad? Los erigidos funcionarios de la UNAM resuelven hoy en día sus conflictos a puertas cerradas, sin cabida a la crítica, ellos son los sabios, los ungidos, los que llevan el gen de la experiencia y la administración para tomar las decisiones por los demás.
Así, las ideologías se convirtieron en influencias y comenzaron a tomar forma los grupos de poder que toman su nombre no por la facultad donde anidan sino por la profesión que tienen la mayoría de sus miembros de entre los cuales podemos destacar: El grupo de los médicos, el de los ingenieros, el de los abogados, el de los científicos, el de los Químicos y el del CEU. Todos ellos se disputan el poder al interior de la UNAM y de ellos podemos destacar algunos de los nombres que le pueden sonar a la comunidad universitaria: José Narro, Juan Ramón de la Fuente, Jorge Carpizo, Sergio Alcocer, Gonzalo Guerrero, Rosaura Ruiz, Enrique Graue, Leonardo Lomelí, Leoba Castañeda, Raúl Contreras, Bertha Rodríguez, Gonzalo Bolívar, German Fajardo, Salvador Landeros, Claudia Sheinbaum, Alfredo Sánchez, Agustín Álvarez Icaza y la junta de patronos y de gobierno que se cuecen aparte.
Si el lector desea conocer una lista más amplia de los nombres que integran estos grupos de poder, puede remitirse a los siguientes reportajes, donde se encuentra una lista de no menos de 600 personas que forman parte de la A.C que mantiene privatizado al equipo supuestamente representativo de football de la Universidad, al estadio Olímpico Universitario, la cantera universitaria y sus campos de entrenamiento que forman parte del patrimonio de la universidad pero a las que ningún estudiante o profesor tiene derecho a entrar. Entre estos nombres se pueden encontrar el nombre de ex-rectores, directores, integrantes de la junta de gobierno, del patronato, funcionarios y ex-funcionarios de la torre de rectoría, así como sus familiares, empresarios, periodistas y hasta investigadores, a quienes la investigación no solo los señala como integrantes de la A.C, sino como una cofradía que ha desviado recursos de la universidad al equipo de football y que reparte los recursos generados por patrocinio y venta de jugadores a sus cuentas personales [ https://aristeguinoticias.com/0607/mexico/pumas-no-es-de-la-unam-pertenece-a-una-asociacion-civil-lista-de-asociados-reportaje/ ; https://aristeguinoticias.com/3008/mexico/la-cara-desconocida-de-pumas-privatizacion-de-recursos-de-la-unam-y-subsidio-permanente-reportaje/ ]
Ante estas situaciones no es difícil imaginar los vínculos que a través de los años los grupos de poder y por ende sus integrantes, han consolidado con estructuras de gobierno y empresas fuera de la universidad, ya sea porque la profesión de alguno los ha llevado a ocupar cargos públicos o porque son pertenecientes, de nuevo, a familias cuya profesión heredada es la de ser políticos, por ello, cuando alguno de los vínculos militantes que sostienen con algún partido político ganen alguna elección ocasionalmente veremos algunos de esos nombres ostentando un cargo fuera de la UNAM, como el de secretarios de educación, ciencia, tecnología e innovación, secretarios de salud, secretarios de educación, diputados y senadores, plurinominales por supuesto, los más viajeros, representantes ante la ONU, y los más discretos, cargos menores en dependencias como CONAGUA, CONACyT, SENER, etc., desde donde también ejercen sus influencias para beneficio propio como recientemente ha expuesto la investigación a 31 investigadores del Sistema Nacional de Investigadores, los llamados SIN´s, de la FGR, que no es más que la punta del iceberg del problema de asignación de recursos a investigadores.
A lo largo de la historia algunos grupos de estudiantes y docentes, se han dado cuenta del cambio realizado por la reforma del 45 y han emprendido movimientos en pro de la democratización de los espacios educativos al interior de la universidad, una parte del movimiento del 68 se centraba en ello. Pero el poder debe consolidarse para poder ser heredado, por ello fueron creadas otro tipo de organizaciones estudiantiles, las porriles, que en sus tiempos más violentos no solo golpeaban estudiantes, los asesinaban, como es el caso del presunto extinto MURO, los grupos de poder no solo pueden mover influencias para avanzar en la escalera política en la UNAM, también son capaces de borrar del mapa a aquellos que los obstaculicen.
Y aquí es donde se caen las afirmaciones de los grupos de jóvenes reaccionarios, los grupos de poder no crean coyunturas al interior de la universidad, las aprovechan que es diferente, el conflicto entre las partes persiste aun cuando las actividades de la UNAM se realizan con normalidad y de esa forma, así como cooptan a algunas de las llamadas “sociedades estudiantiles” cooptan también a los sindicatos o pseudosindicatos para librar sus batallas en paz.
Los reaccionarios son tan miopes que lo mismo catalogan a activistas de manipulados que a los trabajadores y culpan a los sindicatos como el STUNAM de perpetuar la mediocridad, sin entender ninguno de los procesos históricos aquí descritos, porque así como se corporativizó la estructura de la UNAM, lo hizo también la del STUNAM y aunque no profundicemos en ello sí podemos afirmar que así llegan personajes como Agustín Rodríguez a ser secretarios generales, secretaria general que pacta a conveniencia con los grupos de poder en turno, dejando de lado a la mayoría de los trabajadores.
Para cerrar este apartado recordaremos que en repetidas ocasiones personajes aquí nombrados y que en 1989 formaron parte del congreso estudiantil universitario (CEU), que han sido vinculados desde la huelga del 99 al PRD y que actualmente han ocupado diversos puestos como funcionarios de la UNAM, han sido denunciadas como las provocadoras, patrocinadoras e ideólogas de conspiraciones maquiavélicas que tienen por objeto “desestabilizar la UNAM para alcanzar algún puesto de poder” sin saber que son en realidad los reaccionarios, aquellos que defienden el sistema, los que juegan a favor de los intereses de estos grupos, porque ellos no desean un cambio, desean que las cosas permanezcan tal y como están, para heredarle a sus hijos los puestos que ellos no alcanzaron.
La salida
Todo lo anterior nos lleva, de nuevo, a lo que originó la coyuntura que dejó a la UNAM sin clases durante casi tres meses, la cada vez más creciente desigualdad entre los funcionarios y el cuerpo docente.
Mientras los grupos de poder crecían, hambrientos de poder e influencia, mientras dejaban de lado la opinión de estudiantes y docentes por igual, mientras aumentaban sus salarios, sus prestaciones y sus viáticos, se olvidaban de la parte de la universidad que le da vida, aquella sin la cual serían incapaces de seguir mamando de la institución para subsistir, hasta que las diferencias entre una élite acostumbrada al lujo que les otorga pertenecer a algún grupo de poder y el vulgo popular que debe tomar clases en bancas maltrechas, salones pequeños y equipo anticuado, se hicieron evidentes.
No somos pocos quienes reconocemos a los grupos de poder y los denunciamos constantemente cuando los intereses de estos se mueven para azuzar tanto a estudiantes como profesores reaccionarios a jugar a favor de quienes no quieren cambiar la estructura, tan conveniente para ellos, sin embargo, la mayor parte de las veces somos señalados como provocadores o hasta porros, rumores que se encargan de esparcir los propios funcionarios, quienes se valen de los antecedentes perredistas de ex-integrantes del CEU, quienes por cierto ahora son funcionarios, para establecer supuestas relaciones económicas entre los integrantes de los llamados cubos y partidos políticos, de esta manera una buena parte de la comunidad ha caído ante los intereses de los grupos de poder para atacar a quienes a lo largo de la historia de la universidad hemos intentado reformarla.
Ya reconocimos que muchos de los pleitos entre los grupos de poder, se expresan en las coyunturas, que si bien no las generan, si las aprovechan para ganar puntos ante sus superiores, “recuperar” un plantel, por los medios que sean necesarios, “dialogar” con los activistas, implementar paliativos, son cartas de referencia que pueden mover a un funcionario de nivel medio a un cargo superior dentro de la estructura de la UNAM, por lo que señalarlos es tarea constante no solo de los estudiantes, sino de los profesores por igual.
Los esfuerzos que hacemos organizaciones y estudiantes siempre han tenido por objeto el echarlos a través de la organización estudiantil independiente, es decir desmarcándonos de los grupos poder y proponiendo una organización estudiantil permanente, la única vía hacía una reforma profunda de la universidad, que la refunde en favor de su propósito fundador.
Resulta complicado empoderar a los estudiantes, pues para ello deben de abandonar los intereses individualistas que los llevan a asumir el papel de defensores del statu quo, se les debe de educar e informar acerca del rol que juegan los grupos de poder, se les debe de concientizar acerca del papel histórico que deben asumir como integrantes de la universidad nacional y sobre todo se les debe de dotar de conciencia acerca de cómo afecta a su educación que los planes de estudio sean reformados en favor de los intereses económicos patrocinadores de los propios grupos de poder.
Estas son las condiciones en las cuales los grupos políticos dentro de la universidad realizamos nuestro trabajo, porque ser un grupo político, no significa ser financiado por un partido si no asumir una posición frente al contexto actual y preparar las condiciones para llevar a cabo un cambio profundo en la universidad. La resignificación de la política al interior de la universidad es una tarea a levantar de forma constante también, porque la formación política de la gran mayoría de los compañeros es poca y porque el discurso lo dominan las estructuras de poder.
La posición del Grupo Acción Revolucionaría, su sector estudiantil la Juventud Revolucionaria y su sector feminista Rosas Rojas ha permanecido igual desde su fundación, levantamiento de un congreso universitario tripartita, alumnos, docentes y trabajadores deberán de discutir el rumbo futuro de la universidad y entender que la reforma a la Ley Orgánica de la Universidad, así como la de su estatuto, debe de salir de este y no depende de la voluntad del congreso de la unión o la burocracia de la universidad si no de ellos, la organización tripartita rumbo a la organización de este congreso debe de ser la consigna a tratar en cada coyuntura.
Por lo anterior, la comunidad tripartita deberá de posicionarse frente a los grupos impulsivos, voluntariosos, con buenas intenciones pero sin una propuesta de fondo que vaya más allá de supuestamente impedir el funcionamiento del sistema mediante la “acción directa”, pues estas acciones favorecen el discurso reaccionario en la medida en que enfocan su discurso en medidas democratizantes, distintas a las democráticas, que empoderan al individuo en lugar de a las masas, favoreciendo así el discurso individualista que desde la sociedad capitalista se reproduce e impiden la afinidad de los estudiantes con el movimiento estudiantil, cada quien es responsable de sus métodos organizativos y de ninguna manera se les debe de criminalizar, pero si se debe de diferenciar entre la falta de perspectiva de estos grupos y la verdadera radicalidad que representa la organización articulada y permanente de los tres sectores con la perspectiva de realizar el congreso universitario que proponemos en este artículo.
Los problemas de la universidad no se resolverán en una coyuntura sino a través de la fuerza que cada una de ellas aporte al movimiento estudiantil dentro de las instituciones de educación superior, trascender el inmediatismo político buscando la “radicalización” de las masas en cada coyuntura no es la vía que desde el GAR observamos para realizar los cambios que proponemos, la organización constante, la perspectiva política, el fortalecimiento a través de las coyunturas, esa es la vía, la construcción de una organización estudiantil que no dependa del momento contingente para alcanzar sus objetivos.
Finalmente y para dejarlo claro, la salida no la proporcionaran los grupos autollamados anarquistas, porque sencillamente carecen de la perspectiva ideológica y táctica para llevar a cabo una propuesta, ni tampoco la llevarán a cabo los grupos más institucionalistas al interior de la UNAM, quienes proponen una reforma a partir de los mecanismos “legales” existentes, porque siguen confiando en que una estructura diseñada para dejarlos fuera atienda dichas demandas, como si la cofradía y los burócratas estuvieran dispuestos a renunciar a sus privilegios apelando a su intachable calidad moral; AMLO tampoco plantea una salida, pues no está dispuesto a confrontar a los grupos de poder dentro de la UNAM, con quienes pactó al inició de su sexenio. La salida debe de ser discutida por la comunidad, la renovación de las instituciones de educación superior la realizarán las masas de forma organizada mediante el centralismo democrático y no un grupo selecto de personas, porque la construcción de un estado proletario no se logrará sin la conquista de sus centros de estudio.
Frente al contexto actual, frente a la burocracia universitaria y la disparidad de salarios esta es la propuesta a la que invitamos desde el GAR a sumarse a estudiantes, docentes y trabajadores por igual, no importa si forman parte de la comunidad universitaria o no porque la Autonomía de la universidad no le quita su carácter de Nacional y por ende es competencia de toda la nación el rediscutirla, porque las tareas son grandes, porque el nacionalismo burgués de AMLO no lo resolverá y porque las instituciones no cambian por voluntad propia y menos cuando su élite burocrática ostenta tantos privilegios que no está dispuesta a perder, amparándose en una mal entendida autonomía.
“Pobres diablos manipulados” repiten tanto estudiantes como docentes reaccionarios cuando algún movimiento, algún paro, algún altercado, les impide seguir escalando en su propia escalera social, sin ver que en la mayoría de las ocasiones las organizaciones estudiantiles como la JR-GAR se han alzado para denunciarlos. A ellos, quienes pretenden culpar a los mismos estudiantes de tener intereses políticos en la UNAM, les decimos: Volteen la vista a la derecha y reconozcan a favor de quien juegan estos intereses. Porque los movimientos estudiantiles, han surgido para tirar la estructura que ha perpetuado en sus puestos a una élite burocrática, porque la demanda del 87 y del 99 fue la instauración de un nuevo congreso universitario que reforme la estructura y porque en los últimos años la demanda ha sido y deberá seguir siendo:
¡Fuera la junta de gobierno!
¡Fuera los grupos de poder!
¡Reforma a la Ley orgánica de la UNAM y su estatuto!
¡Instauración de un congreso universitario tripartita ya!
¡Por una universidad de los trabajadores!
¡Luchar, Vencer!
Grupo Acción Revolucionaria, Juventud Revolucionaria
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