El pasado 11 y 12 de diciembre se llevó a cabo el Cuarto Encuentro Nacional de Rosas Rojas, sector de mujeres del Grupo de Acción Revolucionaria, éste se llevó a cabo luego de casi dos años de confinamiento derivado de la pandemia causada por el coronavirus, el cual tuvo el objetivo de discutir sobre los debates actuales en el movimiento de mujeres, así como sentar las bases organizativas para la lucha durante el 2022.
En el balance discutimos sobre los cambios económicos y sociales derivados de la pandemia del Covid 19. Destacamos que miles de trabajadoras y trabajadores hemos enfrentado los estragos de esta pandemia, poniendo a las y los muertos, los despidos y la fuerza de trabajo para sostener la economía de los países y nuestras familias.
En este marco las trabajadoras nos hemos llevado la peor parte, de acuerdo con datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) 13 millones de mujeres perdieron su empleo en América Latina y el Caribe, número que se suma a las 12 millones que no tenían un trabajo, dando como resultado que alrededor de 25 millones de desempleadas en esta región.
Tras las políticas de confinamiento seguidas en la mayoría de países, se duplicó o triplicó el trabajo no remunerado que las mujeres realizamos día con día en nuestros hogares, pues tuvimos que cargar con las labores de limpieza y cuidados del hogar, así como de la educación de las niñas y niños tras las clases virtuales, el cierre de escuelas y guarderías, lo que aumentó la violencia en el hogar contra las mujeres, perpetrada principalmente por sus parejas y normalizada por el resto de la sociedad y las instituciones de justicia.
Las mujeres tras la pandemia estamos lejos de tener opciones de trabajo dignas, de acuerdo con la OIT esta crisis sí ha exacerbado las brechas de género en los mercados de trabajo de la región, sacando la fuerza de trabajo de millones de mujeres y anulando avances anteriores, retrocedido más de una década en cuanto este tema durante sólo un año.
En México, este 1 de diciembre se cumplieron tres años del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, quien a pesar de mantener un gran respaldo popular, e implementar avances en algunos temas, la política de transformación de la 4T no ha alcanzado para las mujeres, si bien se han realizado cambios respecto a otros gobiernos como en temas de paridad de género en el gabinete o en el poder legislativo, la creación de la Fiscalía de Feminicidio en la Ciudad de México, o la aprobación de la despenalización del aborto en cinco estados de la república; estos logros fueron arrancados con movilización, y sin embargo estos hechos constituyen esfuerzos mínimos, respecto a lo que un gobierno bajo el control del Estado y algunas gubernaturas podría hacer.
Por otro lado, sectores interesados en retomar el poder político del país, pertenecientes a la derecha y personajes conservadores han aprovechado el vacío político de la 4T en este tema y han instrumentalizado las demandas legítimas del movimiento de mujeres y feminista para golpear al gobierno en turno, por eso es sumamente necesario que las mujeres nos diferenciemos de la derecha y denunciemos su oportunismo político, pues fueron estos mismos personajes y partidos los que contribuyeron a construir el escenario de violencia que vivimos las mujeres a diario.
En el último 25 de noviembre pudimos constatar la utilización de las demandas del movimiento de mujeres tanto por la 4T y por la derecha para sus fines políticos, mientras que la realidad social de las mujeres queda diluida o en segundo plano frente a una lucha por el poder político que se está viviendo en nuestro país constantemente y que seguirá incrementándose de cara a las elecciones del 2022, 2023 y la sucesión presidencial en el 2024.
En ese panorama las mujeres de la izquierda independiente y las organizaciones de mujeres y feministas independientes no hemos podido generar un espacio amplio y democrático de organización que nos permita impulsar una opción política distinta y dejar de ser el botín político del mejor postor.
El movimiento de mujeres se está enfrentando a una individualización de la lucha, en la que se deja en segundo plano la lucha colectiva y la discusión entre sectores de oprimidas y explotadas (os/es) dejando de lado la perspectiva sistémica, de poder y de lucha contra los sistemas de dominación (reproducción de la violencia, opresión y explotación que vivimos las mujeres trabajadoras y el conjunto de la clase explotada) como lo es el patriarcado, el régimen heterosexual, el colonialismo y el capitalismo.
Lo anterior, deja ver que es indispensable que el movimiento amplio de mujeres construya espacios de discusión democrática, sin burocracia en el movimiento, que tenga el objetivo de tomar decisiones y la construcción de un plan de lucha común, porque a pesar de las diferencias teóricas, tácticas y de perspectiva entre las oprimidas, es claro que sólo las mujeres organizadas en las calles conquistaremos nuestros derechos y transformaremos la realidad que vivimos en estos momentos.
Las Rosas Rojas este próximo 2022 tenemos el desafío político y organizativo de luchar por aborto legal, seguro y gratuito, por nuestros derechos reproductivos, por el alto a la violencia contra las mujeres y los femicidios, por derechos laborales para todas las mujeres, por el alto a la precariedad laboral y por la socialización del trabajo reproductivo.
¡Súmate a luchar con nosotras!
¡Por una alternativa feminista, de las trabajadoras y socialista!
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