Editorial
La carrera rumbo al 2018 comenzó y la casta política pretende abandonar sus responsabilidades levantando la mano para ocupar cargos de elección popular; desde senadurías y diputaciones, plurinominales, gubernaturas hasta la presidencia de México. Ricardo Monreal, Claudia Sheinbaum, José Narro, José Antonio Meade, Rosario Robles, Miguel Ángel Mancera, Avelino Méndez, Aurelio Nuño, Christian von Roehrich, José Murat, Graco Ramírez, José Antonio Gali Fayad, Rafael Moreno Valle; todos ellos se van o tratan de pasar desapercibidos en medio de la contingencia desatada por los sismos del 7 y 19 de septiembre que expusieron nuevamente la pobreza social, la corrupción y la impunidad existente en el país.
Para estos personajes nada ocurrió. Los más astutos tratan de utilizar la desgracia derivada de su corrupción para transformarla en votos a través de un manejo discrecional y populista de los fondos de desastres y los donativos internacionales. Los sismos quebraron la dinámica política que impone el proceso electoral, donde muchos de los anteriores habían estado buscando posicionar su candidatura rumbo al 2018. Por ejemplo, Miguel Ángel Mancera quien pretendía dejar el gobierno de la Ciudad de México desde el mes de septiembre, no ha podido hacerlo y la razón no es porque le interese el proceso de reconstrucción o las familias afectadas, no. No se ha podido ir porque espera minimizar el costo político de dejar el gobierno con una ciudad con varios inmuebles en ruinas y a la espera de ser demolidos, con cientos de personas viviendo en la calle y frente a una desbordada solidaridad popular que sanciona las acciones de la casta gobernante.
El régimen derivado del Pacto por México demuestra una vez más (¡una vez más!) que sus intereses no están con el pueblo trabajador, sino en los proyectos personales que trabajan únicamente para el capital privado y extranjero. Incluso del desastre hacen grandes negocios.
¿Qué significa que dejen los cargos y pidan licencia para postularse rumbo al 2018? Por un lado el sistema electoral en México está corrupto hasta la médula; las instituciones son incapaces de satisfacer los reclamos inmediatos de la población y están diseñadas para que no exista una representación real de los intereses de las mayorías expoliadas por décadas de políticas neoliberales. Como un caso paradigmático en estos momentos en México no hay Procurador General de República, tampoco hay Fiscal General de la Nación y mucho menos hay titular de la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales. En tan sólo este ejemplo se ve la pobreza institucional y a su vez el blindaje de la casta gobernante y de los intereses del capital transnacional.
Entonces que puedan solicitar licencia significaría fomentar su impunidad y otorgarles garantías que eviten ser responsabilizados por lo ocurrido, por lo que evidenciaron los recientes fenómenos naturales.
Desde lo ocurrido en el colegio privado Rébsamen, que cobró la vida de 26 personas entre ellos 18 niños, pasando por los edificios “nuevos” que se desplomaron en la delegación Cuauhtémoc y Benito Juárez, hasta lo ocurrido con la ausencia del Estado en Puebla, Oaxaca y Morelos, la casta política debe dar la cara.
El conjunto del pueblo trabajador tiene que observar que los llamados a acelerar la reconstrucción son un ardid electoral. Que el gobierno de Enrique Peña Nieto realmente no tiene ningún Fondo de Desastres y que el sismo representa la justificación de la exorbitante deuda con la que dejará al país y que se perfila por arriba del 50 del Producto Interno Bruto.
Que en el intento de que todos los amigos hagan negocio de la tragedia, las familias afectadas hipotecarán sus bienes a favor de los inversionistas privados y extranjeros y sus socios financieros; que los bancos y las inmobiliarias involucradas en el desastre social que es México son quienes ganan de la tragedia como lo expone el Presupuesto de Egresos de la Federación del 2018.
El 10 de noviembre Ricardo Monreal espera dejar la Delegación Cuauhtémoc; para entonces espera haber alcanzado un acuerdo en Morena o en el Frente Ciudadano por México (PAN-PRD-MC) para seguir construyendo su proyecto personal en apoyo al capital privado y extranjero. Detrás de él, una cascada de “funcionarios” quienes ya no pueden ser “Candidatos Independientes” debido a que quedaron fuera del margen establecido por el Instituto Nacional Electoral.
Desde el Grupo de Acción Revolucionaria pensamos que debemos agitar una campaña porque se deslinden responsabilidades de todos los funcionarios y exfuncionarios expuestos ante la reciente tragedia, desde Jefaturas delegacionales de la Ciudad de México hasta Gobernadores, Secretarios de Estado y la Presidencia Nacional. Una actividad propagandística que sancione y responsabilice a todos ellos, de todos los partidos.
Sostenemos que la alternativa radica en la organización activa de los explotados y oprimidos, justo como lo evidenciaron las acciones tras los sismos del 7 y 19 de septiembre, donde nuevamente los gobiernos y partidos quedaron rebasados. Transformar estas acciones emergentes en organización política permanente requiere una comprensión de la dimensión de la tragedia y lo que favoreció a que un fenómeno natural se transformara en desastre justo 32 años después de haber vivido un fenómeno similar.
Por ello es que consideramos que debemos agitar la campaña por el no desprendimiento de los cargos públicos, por su juicio y responsabilidad en funciones; que no haya ningún tipo de inmunidad que facilite la recurrente impunidad de la casta gobernante. Esto sin dejar esperanzas en las autoridades, instituciones y poderes descompuestos, sino como una campaña que fortalezca la confianza del pueblo trabajador en sus propias fuerzas.
Una campaña de concientización sobre la base de arrinconar a la escurridiza casta gobernante, desde una perspectiva independiente y teniendo como base los comités populares organizados para el rescate y la reconstrucción, fortalecería una posición organizativa que dé más confianza a los sectores populares y al pueblo trabajador en su conjunto sobre sus propias acciones.
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