EL FRAUDE ELECTORAL DEL 2018

NECESITAMOS UN POLO DE LOS TRABAJADORES MÁS ALLÁ DE LAS ELECCIONES

Como un país semicolonial, los distintos gobiernos neoliberales en México han transformado la ley y la constitución, restringiendo y arrebatando conquistas, para beneficiar al capital trasnacional. Las impopulares reformas de Peña Nieto se convirtieron en el mecanismo de sujeción político, social, económico y hasta cultural hacia los Estados Unidos.
Con herramientas como la reforma energética, donde gracias a las rondas de licitación, se ha permitido por parte del gobierno de EPN y de los partidos del Pacto Por México, que las empresas privadas y extranjeras, principalmente de Estados Unidos, se apoderen de los yacimientos de hidrocarburos, de las inversiones públicas y del territorio nacional; profundizando la dependencia energética al vecino del norte.
La industria energética que podría ser un motor de desarrollo importante para nuestro país, es abandonada y quebrada; reemplazada por la industria de transformación estadounidense y delegada a un simple administrador de contratos para terminar de morir.
La disputa electoral de este año se enmarca en un escenario de falta de alternativas para el desarrollo de un proyecto de nación libre, soberana e independiente. La contienda se encuentra flanqueada por disputas cosméticas entre distintos candidatos; escándalos de corrupción y constantes ataques mediáticos; por falta de claridad estratégica y, sobre todo, imposibilidad de un modelo de independencia de Washington. Todo lo contrario.
Actualmente Ricardo Anaya y José Antonio Meade disputan el apoyo de la oligarquía. El PRI se lanza con todas sus baterías contra un Anaya que quebró el Pacto PRI-PAN que selló Enrique Peña Nieto al condecorar a Felipe Calderón en el Itam meses atrás; validando así la estrategia conjunta para colocar a Margarita Zavala como candidata única del régimen, y que también validaría el PRD, como siempre. La desesperación es clara pues por su parte Meade, es el candidato que no gusta ni enamora, y que representa el más alto escalón de la corrupción del gobierno y de ese partido.
El puntero del proceso electoral, que incluso se ha dado a la tarea de marcar la agenda política y hasta ahora una parte del desarrollo del proceso político, es incuestionablemente Andrés Manuel López Obrador. Con una plataforma moderada, de centro derecha, AMLO ha cambiado su discurso para hacer una plataforma programática con mayor simpatía para el empresariado nacional y extranjero. Se trata de un programa encabezado por personajes reciclados de todos los partidos o provenientes de experiencias de cuestionada calidad moral; algunos miembros de sectores empresariales y ligados a poderosas transnacionales depredadoras del territorio como Monsanto o ExxonMobil. Meses atrás, sepultada en el acuerdo y en un mecanismo para el acceso al poder, quedó la militancia que hizo posible que AMLO estuviese hoy en la boleta electoral.
Así el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) se convirtió en un movimiento de acceso a la silla presidencial, diferente a un partido con identidad y principios, forjado en los intereses inmediatos e históricos del pueblo trabajador, como originalmente algunos sectores desde la base pretendieron crear. Incluso hoy Morena disputa las decisiones estratégicas con la estructura paralela y dirigente encabezada por los empresarios Alfonso Romo y Esteban Moctezuma. Ambos grupos Morena y Empresarios, dirigidos por Andrés Manuel.
Pese a que aún el PRI tiene los elementos para la construcción de un descarado fraude electoral, nosotros decimos que el fraude ya ocurrió y se trata ni más ni menos que del gobierno que pretende poner de pie AMLO; un fraude anunciado para sus millones de seguidores quienes se conformarán con la alternancia política del proceso.
Por su parte, los partidos del Pacto Por México, jugarán a estrechar la diferencia porcentual que los separa del puntero, con el fin de hablar de la necesidad de gobernar con ellos, con la nueva oposición y con una estrategia basada en el soporte y permanencia de las reformas del gobierno saliente. Ya se enfilan los secretarios de Estado del gobierno peñista y las figuras más importantes del PAN, para los primeros lugares en las plurinominales del senado y de la cámara de diputados.
AMLO capitaliza el descontento social como único actor mejor posicionado por la falta de construcción de alternativas desde otros sectores, incluida la izquierda independiente; eso es verdad. La gente está harta de los fraudes electorales, pero también está cansada de una guerra con cientos de miles de muertos y desaparecidos, de las violencias y en concreto de los feminicidios y la violencia contra la mujer; del despojo de territorio y recursos naturales; de la corrupción y del enriquecimiento del gran capital y gobernantes a costa de los bolsillos del trabajador. También, AMLO se reconoce como la válvula de escape del descontento social.
Frente al avance del proyecto neocolonial y la alternancia centro derechista representada por AMLO, con un amplio respaldo popular, la izquierda independiente y revolucionaria debe reunirse en un polo de los trabajadores, de los campesinos, de los sectores populares y el conjunto de oprimidos del país, que represente las aspiraciones de dichos explotados y oprimidos y que luche por su organización independiente del régimen. Los socialistas del Grupo de Acción Revolucionaria estaremos los próximos meses proponiendo a la izquierda en su conjunto, una propuesta organizativa y programática para enfrentar lo que viene.


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