La noticia de que Carlos Urzúa deja la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), se hizo trending y le dio un pequeño estornudo a los mercados nacionales e internacionales.
Por delante puso sus diferencias, o por lo menos eso trata de aparentar, y una profunda queja a lo que él considera “decisiones de política pública sin el suficiente sustento”.
Quien lea esta líneas debe advertir que lo más revelador de la salida de Urzúa no son sus palabras, sino las de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) cuando anunció que aceptaba su renuncia y nombró a Arturo Herrera como nuevo titular.
Urzúa trata de hacer llegar que su renuncia se debió a la crítica a un supuesto equilibrio, basado en sus afirmaciones de que “una política económica debe realizarse con base en evidencia, (…), libre de todo extremismo, sea este de derecha o de izquierda.”
Conocedores del efecto demoledor que puede significar que el responsable de la hacienda pública renuncie, el gobierno de la 4T no sólo designó al sucesor, sino reveló la verdad de los dichos de Urzúa: fue despedido.
“La Política es la expresión concentrada de la Economía” diría Lenin, y la política que ha llevado adelante hasta ahora la 4T, el gobierno de AMLO, responde al diseño de un gobierno pluriclasista, de frente popular, y por lo mismo conformado por muchas fuerzas y expresiones que aparentan jalar para un mismo lado, pero que están muchas veces enfrentadas entre sí en las decisiones estratégicas nacionales: macroeconomía, finanzas, energía, productividad y empresas públicas.
Urzúa fue un defensor del status quo, del modelo que AMLO dice “quedó atrás”. La decisiones de la SHCP pasaron de un severo plan de austeridad, a una política que robusteció la burocracia y la tramitología en la administración pública, haciendo cada vez más difíciles las decisiones a los Secretarios de Estado, ejerciendo una centralización feroz y deteniendo los presupuestos de la totalidad de las instituciones.
Entonces sale AMLO a decir, en plural, que Urzúa “no está conforme con las decisiones que estamos tomando”, y rematando con “tenemos el compromiso de cambiar la política económica que se ha venido imponiendo desde hace 36 años”, que concuerda con lo descrito antes sobre Urzúa, y el viraje al modelo de economía política nacional.
Todos los tecnócratas sostienen que mantener la cuestión macroeconómica es la clave, independientemente de los factores internos, dígase pobreza, rezago, marginación, migración, desempleo, violencia, . . . como otras expresiones de.la descomposición del modelo de economía política de cualquier nación. AMLO insistió: “a veces no se entiende que no podemos seguir con las mismas estrategias”. Los tecnócratas apuntan siempre al “crecimiento”, aunque esto no se traduzca en desarrollo y bienestar social.
“No se puede poner vino nuevo en botellas viejas”, es más que un dicho popular en este momento, significaría el refrito de una política por demás vista, como dice Urzúa, pero derrotada por los enormes impactos negativos que ha traído para la mayoría de la población: “mas de lo mismo” dijo aquel.
Entonces Urzúa no se fue, lo corrieron.Porque del discurso de AMLO se refleja un énfasis importante en la administración de la asuteridad, en el combate a la corrupción y en el combate a los lujos en el gobierno. ¿Será que Urzúa jamás renunció a todo aquello que la 4T dijo debía derrotar?
Un paseo rápido por los funcionarios de hacienda da cuenta que las caras no cambiaron mucho y que los representantes del vilipendiado “régimen neoliberal” siguen despachando en la SHCP, incluidos los que Luis Videgaray llevó y promovió. Mantener a los funcionarios de “régimen neoliberal” es en si mismo un gran lujo.
Después de hablar de se llevan adelante los cambios, afirmando que “se cimbra o rechina y hay a veces la incomprensión o dudas, titubeos, incluso al interior del gobierno del mismo equipo”. por lo que no queda dudas que por todo eso, se fue Urzúa.
¿Lo anterior significa que empieza mañana una política económica socialista y radical? No, ya caracterizamos al gobierno de AMLO y su configuración política no apunta en lo absoluto a esa dirección.
Si AMLO apunta a un rompimiento de la política que simplemente arroja la “estabilidad macroeconómica” hacia arriba, es acorde con el desarrollo del fortalecimiento de las burguesías nacionales que le acompañan; con programas que mejoran la calidad de vida de sectores empobrecidos, en la dirección de un capitalismo de Estado, buscando la re edición de una especie de Estado de bienestar. Por la importancia que merece el debate de la política económica de AMLO, necesitaremos otro artículo; sin embargo es importante señalar que tampoco esperamos un giro de timón de 180 grados respecto de las condiciones actuales, sino ajustes de lo que se venía observando “como expresión concentrada de la economía”.
Desde el GAR decimos que debemos luchar por poner en pie un nuevo modelo de economía política. Para realmente romper con lo que se ha venido haciendo en los últimos 36 años, es imperante romper con este sistema de explotación y subordinación a los intereses privados y extranjeros, que se base en una política de redistribución de la riqueza de forma profunda; que despoje a esa minoría de la población, de la riqueza que corresponde a las amplias mayorías empobrecidas por décadas neoliberales. Una política anticapitalista basada en la propiedad colectiva y social, y en la planificación ordenada de la economía que dé un golpe de frente a el horizonte de privilegios, de acumulación, contaminante, hiperconcentrado, colonial y de guerra, que el capitalismo tiene para las mayorías en todo el mundo.
Desde esta perspectiva es que llamamos a las amplias masas que votaron por AMLO a seguirnos movilizando para alcanzar un proceso de transformación profunda que coloque los intereses de los explotados y oprimidos por delante, sin que eso nos lleve a acercarnos a la extrema derecha restauracionista y colonial, de expresiones golpistas, que tienen ya declarada la agenda para volver a la administración del Estado a como de lugar.
Sector de Trabajadores – Grupo de Acción Revolucionaria
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