Recientemente, en el Congreso, se presentó una iniciativa impulsada por el presidente, para reformar tres artículos constitucionales en materia de energía. Esta iniciativa posiciona al Estado como el principal agente de producción, control, distribución y circulación energética sobre los privados, sin prescindir de negociar con ellos. También, puso en el centro de la agenda una disputa entre la burguesía minera, industrial – transnacional (principalmente Estadounidense, española, china, canadiense y alemana) y el Estado sobre su aprobación.
Esta reforma en materia de energía significa recuperar el control energético del Estado, poniendo un freno a las negociaciones desiguales con los privados, igualmente, propone el rescate de la CFE como el agente principal para la producción y distribución eléctrica, implicando la planeación estratégica del uso de nuestros recursos naturales y mineros.
A pesar de que la reforma presentada este 1 de octubre, no es una reforma que implique la nacionalización de los recursos energéticos, sí es un paso para avanzar hacia ese proceso. Pero ¿Por qué es importante hablar de renacionalizar la industria energética y qué tiene que ver con las y los estudiantes?
COLONIALISMO Y DEPENDENCIA
De Gortari a Enrique Peña Nieto, la industria energética tuvo un declive impresionante. Se privatizó prácticamente a casi todo el sector, aunado al desmantelamiento de la CFE y PEMEX con la Reforma Energética de EPN en 2013, dejando prácticamente en manos de los privados a la industria más importante del país, en términos fiscales, presupuestales, tecnológicos y ambientales.
La importancia del sector energético lo podemos dimensionar desde siglos anteriores, tomando en cuenta que fuimos colonia durante 300 años de Europa y llevamos 200 años más siendo semicolonia de Estados Unidos en materia energética. Nuestros recursos naturales como el oro y la plata en períodos coloniales fueron la causa de la acumulación originaria capitalista que llevaron a Europa a convertirse en principal potencia y posteriormente el petróleo y el litio, significarón el posicionamiento del imperialismo yankee como potencia productiva mundial, con base en nuestros recursos (como de toda américa latina) y con una industria minera, energética y tecnológica avanzada.
Explicar lo estratégico que es el sector energético en el país, es profundizar en la dependencia económica y política hacia Estados Unidos, no en materia de recursos, sino en materia de productos derivados de nuestros recursos, los cuales nos han sido robados y luego vendidos con la mínima intervención del Estado, terminando como abogado para defender su derecho a la “libre competencia”, con un marco legal que protege sus concesiones por encima de la soberanía energética.
México, al ser un país que concentra gran parte del petróleo y litio a nivel mundial, lo posiciona, dentro de la división internacional del trabajo capitalista, como una semicolonia potencia para vender materia prima al menor precio y abastecer a los países imperialistas y sus transnacionales, coercionado por tratados comerciales como el TMEC. El colonialismo y la dependencia, a lo largo de estos 500 años, han modificado sus formas, pero en esencia, las dinámicas permanecen: despojo, extractivismo, privatización, acumulación de la riqueza en pocas manos y dependencia al centro, es decir, al imperialismo.
LOS LÍMITES DE LA REFORMA ENERGÉTICA
Actualmente, la reforma energética impulsada por el gobierno de AMLO no plantea la nacionalización de la industria eléctrica ni mucho menos energética, tampoco plantea la movilización de las “bases” de MORENA, ni de los sindicatos, ni organizaciones políticas para presionar al Congreso para su aprobación, sino que están definiendo una salida característica de su propia forma y fondo como régimen conciliador: el pacto y alianza con el PRI.
Al elegir esta táctica, ponen de manifiesto las concesiones que tiene de fondo la reforma, pues los legisladores del PRI manifestaron que no votarían la reforma hasta diciembre, dejando un espacio de 3 meses para su análisis, el tiempo suficiente, para la concesión y salvaguarda de ciertos intereses privados afectados por la reforma.
Esta iniciativa plantea por un lado que la CFE sea quien controle y distribuya la energía eléctrica y por otro lado, plantea la captación fiscal de las ganancias para el financiamiento y robustecimiento de la infraestructura a nivel nacional, así como gestionar la transición energética no dependiente de fuentes fósiles. Todo esto, sin dejar de lado el papel rentista y negociador con las empresas, sólo que de manera regulada.
A pesar de que la reforma tiene sus límites estructurales, puesto que no toca los intereses de los grandes capitales financieros e industriales dentro del marco del TMEC, el régimen no se está apoyando de la izquierda ni de sus bases, sino de la derecha dentro y fuera de su partido para impulsar sus consignas, es importante defender y conquistar la aprobación de esta iniciativa, para avanzar hacia un frente que nos permita presionar por la renacionalización energética bajo control obrero y popular en el país.
LA RENACIONALIZACIÓN ENERGÉTICA Y LA EDUCACIÓN
Renacionalizar la industria energética en el país no debe significar un escenario utópico o fuera de nuestro alcance, la renacionalización implica rescatar lo que es nuestro: el presupuesto, el control de nuestros recursos naturales, la industria, la infraestructura, los servicios, sobre todo el papel estratégico que tiene la industria energética, resolver los grandes problemas del país: educación pública y gratuita universal, acceso a los sistemas salud de manera universal, soberanía alimentaria, trabajo digno y una transición energética bajo nuestro control. Es decir, menor dependencia.
Las universidades públicas en este sentido, no tienen un papel aislado, sino fundamental, del sector energético vendría un mayor presupuesto y ampliación tecnológica para las mismas, de ellas salen las y los mejores técnicos, ingenieros, arquitectos, economistas, sociólogos, biólogas, trabajadoras sociales, bibliotecólogos, físicas y ambientalistas: profesionistas que año con año, tambalean entre la precariedad y la explotación laboral, cuando la industria energética debe de emplearlos para incorporarse en el diseño, construcción, ampliación, control, producción y rescate de nuestra soberanía energética. Es en las y los universitarios, y centros de investigación en quienes recae la innovación tecnológica para aplicarse en la transición energética, una industria que en nuestras manos necesitará de profesionistas capaces, aún más cuando toda la tecnología e innovación se renta y compra al extranjero, mientras las y los técnicos siguen trabajando para el enriquecimiento de los privados y no para la resolución de los grandes problemas de desigualdad en México.
Es importante que las y los estudiantes intervengamos en este debate y que nos movilicemos para conquistar la aprobación de esta reforma y avancemos hacia la renacionalización del sector energético, así mismo, para que el presupuesto conquistado de la industria energética se destine a la educación pública. Organízate, movilízate y lucha con la Juventud Revolucionaria, por una educación al servicio del pueblo trabajador con miras a la renacionalización de la industria energética bajo control obrero y popular.
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