Tiempos de Guerras y Revoluciones
Sin duda la crisis conjunta (de salud y económica) como reflejo más claro de la profunda crisis de relaciones del capital, que representa la actual pérdida de hegemonía del imperialismo norteamericano, abre un escenario de guerras y revoluciones.
La guerra comercial que abiertamente se libró en la administración Trump contra China y que Biden continúa ya que el gigante asiático disputa su lugar como imperialismo hegemónico, por la vía de los hechos ha superado a EU como el país más rico en noviembre del 2021, ahora se transforma en una guerra indirecta donde el campo de batalla es Ucrania.
El conflicto bélico en Ucrania, que amenaza con prolongarse como una lucha empantanada, se desarrolló a partir del avance de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) integrando a países del ex tratado de Varsovia y alineados con la extinta URSS, Rusia advirtió de este avance sobre Ucrania promovido por la agenda militarista del imperialismo Yankee y aseguró que no permitiría tener a la OTAN en sus fronteras.
La realidad del conflicto significa un reacomodo en las rutas comerciales y una abierta batalla por el mercado europeo ante el avance chino con su proyecto de la nueva ruta de la seda. La guerra comercial y la guerra indirecta no sólo es la antesala de un conflicto bélico frontal al que nos aproximamos aceleradamente, es un negocio que la burguesía y oligarquía internacional está dispuesta a levantar para salvar y acrecentar sus ganancias en una de las crisis más profundas de los últimos tiempos.
La cumbre de la América Yankee
Mientras que en Europa EU impulsa la guerra en Ucrania, en el continente americano jala la correa al patio trasero, América Latina. Si bien EU puede “tolerar” las inversiones chinas, más bien no las puede detener, no puede permitirse la pérdida de hegemonía política.
El imperio norteamericano puede permitirse los jaloneos con López Obrador que se ausentó de la cumbre junto a presidentes de países como Bolivia y Honduras, aunque AMLO sí envió al canciller Marcelo Ebrard, es decir, México sí tuvo representación en la cumbre.
Lejos estamos de una verdadera representación antiimperialista en este escenario, todos los países el día 11 de Junio seguirán pagando la deuda externa, México seguirá siendo uno de los socios comerciales más importantes de EU y el ariete semicolonial dentro del T-MEC, la política de contención migratoria continuará sin cambios, y los campos de petróleo seguirán considerándose dentro de las reservas Estadounidenses.
El antiimperialismo está representado por los pueblos y las diferentes insurrecciones en los países de Latinoamérica. Sólo un gobierno de los trabajadores puede plantarle cara a los gringos con verdaderos cambios políticos y económicos contra la subordinación de nuestra clase en el continente.
Los diferentes gobiernos de corte nacionalista burgués, desde México hasta la Patagonia, no son capaces de romper con la subordinación de sus países con el imperialismo norteamericano, sólo aspiran a cabalgar la crisis económica sin trastocar las bases del neoliberalismo.
Si el ascenso de los gobiernos de Chavez, Morales, Lula, etc. abría la llamada “marea rosa” ahora los gobiernos de Obrador, Fernández, Arce, etc. regresan el rosa en un tono más pálido. Hoy los gobiernos “progresistas” no llegan a la presidencia porque su programa nacionalista burgués triunfe sobre el neoliberalismo sino porque las masas aún no conquistan una dirección política propia, desde la clase trabajadora y ceden su dirección a pesar de poner de rodillas a gobiernos y regímenes que parecían inamovibles.
El triunfo electoral de Castillo en Perú, o de Boric en Chile y la oportunidad que tiene en la segunda vuelta Petro en Colombia, no se puede explicar sin las grandes movilizaciones, paros e insurrección que las masas trabajadoras desarrollaron en las calles. El ejemplo más audaz de la organización de las masas fueron las asambleas en la insurrección chilena, un ejemplo embrionario de poder que de profundizarse y tomarse una dirección revolucionaria podía echar por la borda la constitución pinochetista sino todo su régimen y el sistema capitalista neoliberal, sin embargo la crisis de dirección revolucionaria sigue pesando en el triunfo de las insurrecciones que han tenido lugar en el continente.
Los nacionalistas burgueses se abren paso ante la falta de una dirección revolucionaria, el ascenso de las masas en las calles o el miedo de las oligarquías ante un estallido incontrolable hacen que la derecha retroceda electoralmente, pero las promesas hacia las masas trabajadoras se diluyen conforme la movilización y la organización descienden. Por eso es importante levantar un programa revolucionario que supere las promesas limitadas del “progresismo” y que nos ayude a conquistar un partido de la clase trabajadora que luche por defender este programa de transformación radical de la sociedad capitalista.
Rumbo al 23, al 24 y la inmovilidad de la 4T
El triunfo electoral del pasado 5 de junio en Tamaulipas, Hidalgo, Quintana Roo y Oaxaca dieron al partido-movimiento del presidente 20 estados y junto a aliados el control de 22, y definen la estrategia electoral de la oposición hacia las elecciones del Estado de México el próximo año y las presidenciales del 2024, coalición sí o sí.
Las masas trabajadoras han dado una paliza electoral a la derecha desde el 2018 hasta la fecha, generando una crisis muy fuerte en los partidos PRI, PAN y PRD. Pero el triunfo electoral de MORENA ha fortalecido a la propia derecha y la burocracia dentro de sus filas, ha sacado las viejas prácticas electoralistas como compra de votos y recepción de chapulines por encima de las bases morenistas.
La actual Convención Nacional Morenista, que tendrá su segunda edición en los próximos meses y que busca llamar a un congreso nacional es empujado por una parte de las bases de morena que buscan consolidar y democratizar el partido, del otro lado se encuentra John Ackerman quien detenta la dirección de este proceso, y busca su rebanada del pastel apoyándose en la militancia. Es decir, el partido-movimiento que dirige la presidencia y 20 estados de la república no tiene democracia interna, no se pueden elegir representantes sino que éstos son designados y a las bases les toca apechugar; carece de un programa para la transformación del sistema económico ya no digamos anticapitalista sino antineoliberal, un proyecto de capitalismo de Estado u Estado de bienestar, el proyecto que hasta ahora impera es el proyecto de Obrador.
Este partido-movimiento de no conquistar su dirección, consolidación y democratización por la militancia y las bases trabajadoras, se dirige a perpetuar un modelo vertical y totalmente electoral como se ha hecho hasta ahora, las masas empujan hacia un partido y un programa con reivindicaciones de transformación social, política y económica, la burocracia (la que se dice de izquierda y la de derecha) no busca transformar esta condición mientras se sigan ganando curules, presidencias y gobernaturas.
Por una alternativa obrera y socialista
Las recientes elecciones estatales dejan a MORENA muy bien parado para la continuidad presidencial en el 2024, si el partido guinda repitiera sus 30 millones de votos y la oposición juntara sus electores llegaría rozando a los 23 millones, deja un gran margen entre “Juntos Haremos Historia” y “Va por México”, pero ni Sheinbaum ni Ebrard son AMLO, ni la crisis que cabalga Obrador ni su austeridad ahora “Franciscana” lo salvan de una segunda mitad de gobierno tranquila.
Las y los trabajadores tenemos que conquistar un partido con independencia política de clase frente a los intereses de los empresarios mexicanos y transnacionales, no puede existir gobierno para ricos y para pobres donde la crisis sanitaria y económica ha hecho más ricos a los ricos y a los pobres los ha sumido en una miseria profunda. El programa de la clase trabajadora no está por contener la inflación sin trastocar las ganancias de la burguesía, nuestro programa se dirige a sentar las bases de un Estado socialista, uno que expropie la banca y los sectores energético, alimenticio e industrial bajo control obrero y popular, un gobierno de las y los trabajadores que defienda estas demandas al mismo tiempo que combate la violencia hacia la mujer, que aprueba plenos derechos para las comunidades indígenas, la comunidad LGBT+ y las mujeres, un gobierno que saque de la precariedad a la juventud con la industrialización del país de la mano de una transición energética soberana, lucha con el Grupo de Acción Revolucionaria por estas demandas.
Deja un comentario