Jacobo Hernández
Tras un mes de huelga, el personal académico de la Universidad Autónoma de Chapingo (UACh) representados por el Sindicato de Trabajadores Académicos de la UACh (STAUACH), llegaron a un acuerdo con la administración burocrática de la universidad. En este acuerdo se obtuvo un incremento salarial y de prestaciones del 6%, junto con un bono de recompensa ante la pérdida de poder adquisitivo, una remuneración del 100% de salarios caídos, y el fortalecimiento de los procedimientos a favor de las y los trabajadores en casos de querer ser sancionados por la burocracia, entre otras cosas.
Está claro que ésto solo es una victoria parcial en contra de la burocracia universitaria que ha venido haciendo todo lo posible para saltarse los acuerdos del contrato colectivo, y hasta ha demostrado ser capaz de sancionar de forma arbitraria a las y los trabajadores académicos que oponen resistencia a su dominio. La negativa al diálogo de igual forma ha sido constante, por ejemplo, bajo la excusa de que la universidad cuenta con “fondos restringidos” ante su dependencia de fondos del gobierno federal, la administración de Ángel Garduño se ha mostrado tajante a incrementar aún más los salarios y de homologar las condiciones económicas de las y los trabajadores con aquellas conquistadas en otras universidades públicas nacionales. De forma similar, Garduño ha buscado crear una división entre las y los trabajadores académicos y el estudiantado, al tratar de echarle la culpa al personal académico por la huelga, cuando fue su propia negativa al diálogo lo que la precipitó, y argumentando que cualquier nueva distribución de los recursos universitarios que favorezca el empleo digno de las y los académicos sería en detrimento de los estudiantes.
La realidad es que la burocracia universitaria percibe sueldos y prestaciones ostentosas que claramente se podrían reducir para distribuirse entre las y los trabajadores, pero mañosamente impiden el acceso a esta información, así como a la nómina, para así poder concretar sus actos de corrupción. En ese sentido la burocracia universitaria de la UACh sí homologa sus condiciones laborales con las burocracias de las demás universidades nacionales, llenas de lujos y excesos, además de que constantemente buscan concentrar aún más su poder con reformas viciadas a los estatutos, mientras las y los trabajadores viven bajo su garrote. Ante el hostigamiento constante, y ante la violación constante del contrato colectivo, la única forma segura de domar a la burocracia y ponerla al servicio de las y los trabajadores será siempre por medio del poder colectivo manifestado en la huelga. Pero claramente la única solución permanente vendrá de la alianza con el estudiantado y demás trabajadores para la conquista del poder en la universidad. La universidad democráticamente operada por docentes, estudiantes y trabajadores evitará el despilfarro de recursos y permitirá la mejora de las condiciones para toda la comunidad.
¡Contra la burocracia universitaria y la represión de las y los trabajadores!
¡Por la huelga como forma de lucha del proletariado para mejorar sus condiciones de vida!
¡Por la democratización de la UACh!
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