La explotación laboral de trabajadores de escuelas privadas y la necesidad de un sindicato para defender sus derechos

Antonio Peña Aguilar,

Integrante del Frente de Trabajadoras y Trabajadores de la Educación Privada

Como un mal que avanza lentamente sin darse cuenta, similar a enfermedades crónico-degenerativas como el cáncer o la hipertensión, instituciones educativas han transitado en las últimas décadas a un paradigma con un profundo interés lucrativo. La influencia del modelo económico neoliberal no ha sido la excepción en el campo de la educación. Esto se ha reflejado claramente en diferentes prácticas; entre ellas, la forma en la que se ponen a disposición certificaciones, planes de estudio o formas de titulación, entre otras. Estas ofertas que resultan atractivas para el cliente parecen abonar a favor de un mayor interés institucional en el cumplimiento semestral de un determinado número de estudiantes inscritos: la famosa esclavitud matricular que sufren cada ciclo las y los reclutadores escolares. Resulta impresionante la forma en la que las áreas de diseño curricular, las direcciones o rectorías, las partes administrativas y/o las o los docentes deben concentrar sus esfuerzos para que la maquinaria no se detenga. Lo estrictamente formativo esperará pacientemente. Las ofertas educativas tendrán que acomodarse funcionalmente a las expectativas entre las y los clientes, de manera que logren imaginarse como una parte exitosa en el aparato productivo a cambio de un jugoso salario.

Hablando específicamente de las y los docentes, una táctica por parte de las y los dueños del pizarrón, es reducir sus derechos a como dé lugar, captándolos cada ciclo mediante la generación casi descarada de contratos fraudulentos. Argumentando que se requiere de los servicios del cuerpo docente sólo durante el tiempo marcado en el calendario escolar, en el mejor de los casos se dan a firmar convenios que evaden responsabilidades laborales tales como el otorgamiento de prestaciones marcadas por la ley (pago de vacaciones, seguridad social, entre otras). Esta situación, en la cual se anula la continuidad laboral, funciona mediante la violación de la ley, fingiendo la contratación de servicios profesionales. Lo que en realidad prevalece es una estricta y explotadora relación de trabajo, instituida a través de condiciones jerárquicas y de cautiverio en las que las y los trabajadores de la educación tienen que obedecer órdenes, presentarse obligadamente en espacios laborales, así como acudir en horarios en los que no hay mutuo acuerdo con las y los empleadores.

Las y los docentes, así como otras y otros trabajadores de la educación privada, no sólo tienen que soportar la falta o reducción de ingresos en los periodos intersemestrales y/o vacacionales, también son generalmente sujetos de la incertidumbre que provoca el no saber si se será nuevamente recontratada o recontratado para el próximo periodo. Son presas de maltratos sistemáticos relacionados con hostigamiento psicológico, cargas excesivas de trabajo, caprichos institucionales a través de ocurrencias de las y los directivos. Por si no fuera poco, también soportan falsas y esquizofrénicas alabanzas en cuanto a la extraordinaria labor que realizan, las cuales se contraponen al desprecio que se manifiesta en la ruda práctica cotidiana en los espacios de trabajo.

El fin de la explotación mediante el acuerdo implícito en el que las y los docentes deben soportar maltratos a cambio del pago de sus horas clase, puede y debe terminar con la organización de las y los trabajadores. Puede iniciar con la formación sobre derechos laborales; avanzando con la concientización del papel jugado en el proceso educativo con la indispensable defensa de los principios en el trabajo; llegando a la formación de un movimiento que reclame colectivamente el respeto a dichos derechos, de manera que las y los dueños del aula recapaciten y no cuenten con otra opción que la de llevar a cabo contrataciones justas y legales que puedan regresarle un poco a lo mucho que se le ha robado a la formación educativa auténtica.

Ante las condiciones de explotación que las y los trabajadores de escuelas privadas viven día a día, hacemos un llamado a quienes laboran en centros de estudio privados como docentes, auxiliares, operativos, administrativos o intendentes a integrarse al Frente de Trabajadoras y Trabajadores de Escuelas Privadas, por la búsqueda del primer sindicato independiente de trabajadores de escuelas privadas que nos permita defender nuestros derechos frente a la patronal. Solo la organización de las y los trabajadores nos permitirá conquistar un contrato colectivo que defienda nuestros intereses los cuáles en México han sido desplazados y omitidos por el sector privado.



¡Súmate al FRETTEP y organízate con nosotrxs por un sindicato de las y los trabajadores de escuelas privadas!


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